(Por Raúl S. Vinokurov) – En momentos de atravesar una profunda crisis, donde no solo no se observan soluciones próximas o remotas, desde el oficialismo se insiste en decirnos como debemos hablar. Mejor dicho, como debemos usar correctamente el idioma.
El lenguaje que nos excluye y divide
Hace dieciocho años la actual vicepresidente creó la Secretaría del Pensamiento Nacional, intentando decirnos qué, cómo y en qué, debemos pensar. Ese proyecto se anuló al año siguiente a pesar de que en su creación se lo caracterizaba de estratégico. Total fracaso, pero importante llamado de atención. Cómo pensar en 2004 y ahora, cómo hablar.
Hay palabras “nuevas” que desaparecen y otras que con el tiempo se incorporan a nuestro diario lenguaje. Y la RAE las incorpora aceptando el cambio idiomático. Son procesos naturales, absolutamente libres. Y no estamos en guerra con ella, ni tampoco la RAE niega los cambios como dicen algunos funcionarios. El lenguaje es una forma de comunicación y para que esta exista se deben compartir los mismos códigos; para este caso, el significado de cada palabra.
Se criticó mucho la prohibición de Rodríguez Larreta para el uso del mal llamado lenguaje inclusivo, pero nada se dice acerca de que quieren imponer desde el oficialismo este lenguaje. Por supuesto, nadie cree que su uso signifique algún beneficio para el pueblo, ya que eso no incluye, al contrario, divide, enfrenta y da como resultado que al no compartir los mismos códigos de comprensión, no entendemos el idioma cuando nos hablan de esa manera. Y eso repercute en el aprendizaje y en la educación, entre otras cosas. Eso sí, sirve, y mucho, para no hablar de lo que sí debería importarnos permanentemente, con respecto al uso del idioma.
Debemos recordar que esto comenzó antes de la pandemia y mucho antes que la invasión de Rusia a Ucrania, incluso es anterior a Macri. Los resultados de las pruebas en lenguaje y matemáticas nos dicen que alrededor del 70% de los alumnos no entiende lo que lee (o sea, la lecto comprensión) y un alto porcentaje no puede resolver problemas matemáticos elementales, básicos. Con un agregado. No son los mismos resultados cuando se analiza el nivel social. Los peores resultados se dan en escuelas públicas con alumnos en niveles de pobreza. Y esto no es ninguna novedad, pero se profundizan las diferencias.
El conocimiento nos iguala, el guardapolvo blanco nos igualaba, eso nos incluía, las posibilidades de estudiar, de progresar, de terminar la escolaridad, de ingresar y culminar una carrera universitaria, eso nos igualaba. Y aunque a muchos les parezca muy raro, o incomprensible, nadie nos quería obligar a una nueva forma de hablar y escribir. Y lo que hoy quieren cambiar, sirvió durante años para incluirnos, para reconocernos como iguales. Mientras tanto, casi sin darnos cuenta, también producíamos cambios en el lenguaje, que la RAE no tuvo más opciones que aceptar.