Las consecuencias de la pandemia en un Taller Protegido que emplea personas con discapacidad
Juan Manuel Speerli (Sur 24)
Las noticias sobre la pandemia se actualizan diariamente pero siempre giran alrededor de los mismos ejes, generando la invisibilización de muchas realidades que sufren las consecuencias del aislamiento, la paralización de actividades y la crisis. Según datos del INDEC, una de cada diez personas tiene una discapacidad. Mientras algunas pueden trabajar junto con el resto de la población, otras necesitan de instituciones que las asisten y contengan. Desde hace 14 años en Villa Cañás funciona el Taller Protegido “Ilusiones”, una organización dependiente de la municipalidad en la que se fabrican productos en tela, en papel, plastificados y anillados empleando a personas con discapacidad.
Quienes asisten –son 20 aunque en este momento no lo están haciendo por las pandemia- son denominados operarios, tienen entre 25 y 60 y años y cuentan con discapacidades motrices, mentales y/o de desarrollo. “La pandemia lo golpeó mucho porque desde que comenzó el aislamiento en marzo del año pasado, volvieron muy poco tiempo a sus actividades en abril de este año, pero por las medidas sanitarias debieron volver a sus casas. Ya cuentan con la primera dosis de la vacuna contra el Covid-19 pero por otro lado, en su mayoría, están a cargo de adultos mayores que son de riesgo, por lo que genera cierto temor en las familias para que puedan volver a trabajar de manera presencial”, describe Jorgelina Pigliapoco, coordinadora del lugar que funciona en el Hogar de Niños municipal ubicado en la esquina de avenida 69 y calle 62, al oeste de la ciudad de Villa Cañás y que depende de la Secretaría de Acción Social.
“Estaban muy entusiasmados cuando volvieron con todos los protocolos y cuidados correspondientes porque es un espacio de trabajo pero a la vez de contención y encuentro, donde se sienten útiles. Al volver a sus casas están aburridos y ansiosos. Si bien desde el taller junto a las tres docentes estamos en permanente contacto con ellos, dejaron de producir, de vender y de entregar sus productos, entonces atraviesan un momento complicado”, agrega la trabajadora social que junto a tres docentes de educación especial llevan mucho tiempo comprometidas con esta tarea.
Qué se produce en el taller
Dentro de este espacio municipal se fabrican productos en tela como trapos de piso, rejillas, repasadores, alfombras, fundas para almohadón, cepillos de escobillón, bolsas, bolsas de residuos, de consorcio; productos en papel, entre ellos sobres y bolsas para diferentes usos, anotadores. Además se realizan plastificados -en diferentes tamaños- y anillados. Los operarios producen y los comercializan a domicilio como así también en ferias y eventos al aire libre. “Ellos se hacen cargo de todo el proceso porque visitan a sus clientes y disfrutan mucho de cuando se realiza por ejemplo la Feria de Artesanos porque en estos tipos de eventos aumenta la recaudación y tienen un incentivo además del ingreso mensual que reciben de Nación”, describe Jorgelina que agrega la importancia del total apoyo que reciben del municipio: “Trabajamos en una estructura organizada y comprometida ya que la Municipalidad se hace cargo de los sueldos de quienes concurrimos al taller y provee de todos los materiales que se necesitan para producir”.
El taller funciona en un espacio que pertenece al Club Argentino de Servicio que a través de un convenio con el municipio, permite que se desarrollen diferentes actividades, como por ejemplo un centro de día.
Los efectos de la pandemia
En Argentina hay alrededor de 400 talleres protegidos que emplean, al menos, 6500 trabajadores. La realidad es que por la pandemia las personas que asisten están sin trabajar e incluso necesitan de mucho acompañamiento. “Esperamos con ansias que puedan recibir la segunda dosis de la vacuna para que vuelvan a la presencialidad”, desea la coordinadora del taller cañaseño.
La actividad en estos espacios se encuentra parcialmente reglamentada, por lo que los talleres pidieron que el Estado tome medidas de emergencia para ayudarlos, como ocurrió con las pymes. Si bien hubo aumentos en los aportes que reciben los trabajadores, muchos talleres debieron cerrar ya que no contaban con otros apoyos para seguir funcionando. “En Villa Cañás está activo y a la espera de lo más preciado que tenemos, que son sus integrantes, que en tiempos normales asistían todas las mañanas de lunes a viernes con mucho entusiasmo y ganas de aprender”.