BO-TITO: el juguete que ya recicló más de cinco toneladas de plásticos
[vc_row][vc_column][vc_column_text]El juguete multifacético que Daniela Czajkowski y José María Rodríguez parieron en la localidad de Carmen, supo encontrar el equilibrio entre invención e innovación. Pero no es cualquier “chiche”. El “BO-TITO”, como se lo conoce al producto santafesino, esconde en su interior un mensaje potente: quien se lo apropie puede canalizar su propósito personal y la responsabilidad individual a nivel social y ambiental.
Siguiendo esta lógica, recientemente se asociaron a la Fundación Smile Train que trabaja con infancias que nacen con fisura labio alvéolo palatina (FLAP) y están en alto riesgo de vulnerabilidad social. Durante agosto, por cada compra de un BO-TITO, otro será donado a los centros de atención médica asociados a Smile Train en toda América latina. Así, esta propuesta busca concientizar sobre la inclusión social y el cuidado del medio ambiente.
Consultado por Sur 24, José María contó que esta alianza con un partner que tiene una fuerte presencia global, les permite “generar empatía” y conseguir “impacto social” con el juguete carmelense. “Hay una linda relación de ida y vuelta que nos posibilita escalar en la región (Latinoamérica) y abarcar otros temas”, explicó.
Rodriguez, que fue distinguido por la fundación como un “Smile Makers” (hacedor de sonrisas), afirmó que su objetivo sigue siendo el mismo de siempre: trabajar en darle valor a un proyecto y no apuntar al precio, porque quieren que tenga bases suficientes para que el impacto ambiental y económico sean correctos.
Si hablamos de crecimiento, las buenas noticias no quedan ahí, porque hay un sólido modelo de negocios en actividad: en Uruguay (base para que pueda partir un robot hacia cualquier lugar del mundo), BO-TITO tiene representante propio con licencia de fabricación, distribución y comercialización (los robots son hechos con residuos plásticos cotidianos charrúas); en Chile, hay charlas con el municipio de Isla de Pascua, que tiene problemas con los plásticos y microplásticos. Firmaron un convenio que les va a permitir hacer botitos con la escritura en idioma maorí, con el lógico impacto cultural que implica. También hay conversaciones para desembarcar en México.
Además, cerraron un convenio de colaboración mutua con la Red Iberoamericana de Medioambiente, que los conecta hoy con 5 mil profesionales de todo el planeta especializados en temas de sustentabilidad. Y por si fuese poco, trabajan en conjunto con el Correo Argentino y llegan en forma gratuita a cualquier lugar del país.
“BO-TITO lleva sueños en su anatomía. A quien lo tenga en sus manos lo inspira a soñar, crear y transformar la realidad. Despierta el asombro, genera empatía y respeto por el cuidado del ambiente. A través del juego, exploramos, desarrollamos nuestra creatividad e innovamos, probamos, descubrimos el mundo, siendo el juego un instrumento educativo integral”, resaltó.
Mucho más que datos
Si estuviésemos hablando de fútbol, tranquilamente podríamos graficar la historia del ecoguardián con una frase que reúne todos los elogios positivos: BO-TITO hizo un “campañón” en todas sus formas.
Nació en abril de 2016 y desde entonces se fabricaron piezas que hoy alcanzan un total de 5 mil kilos de plástico, con los que, por ejemplo, se podrían llenar cinco piletas de natación olímpica. “Cada kit pesa 200 gramos. Eso de por sí es un montón de tapitas que sacamos de circulación. En peso volumétrico y en metros cúbicos, desde que nació, los números son ésos”, graficó Rodriguez.
Además de estar trabajando con los centros de reciclado de la zona sur provincial (N. de la R: no utilizan plástico de basurales a cielo abierto), se abastecen de donaciones espontáneas o descarte de fábricas que donan. Ellos, en Carmen (donde tecnificaron su taller) procesan y le dan las formas a las piezas. Sigue siendo un proyecto de corte familiar, con colaboradores en el pueblo y en Buenos Aires.
En cuanto a reconocimientos, se puede decir que durante todo agosto están en exhibición en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) y también acaban de ser destacados por la revista “OHLALÁ!”. Asimismo, llegaron distinciones del Programa Nacional de Emprendedores para el Desarrollo Sustentable (PROESUS); y del Fondo Nacional de las Artes que les permite estar exhibiendo en el Museo de Arte Popular “José Hernández” de Capital Federal por ser “Artesanía escultural contemporánea”. El cierre de todo ese corolario fue la charla TED que dieron en Casilda en el 2019 y que resultó un “puente” para que se exhiba más la otra ala del emprendimiento, que son las capacitaciones y consultorías.
La expertise de BO-TITO posibilita que a través del ecodiseño y la sustentabilidad lleven su curriculum a otras provincias para sensibilizar a emprendedores. Están certificados como “juguete seguro”, que no solo les abre la posibilidad de ventas importantes, sino todo lo que viene detrás.
“No vendemos un producto, sino lo que significa. Al ser de triple impacto ambiental (evita que se generen basurales a cielo abierto, resignifica y educa a simple vista), posibilita que un residuo plástico cotidiano, que es un elemento ordinario, pueda ser transformado en un elemento extraordinario”, aseguró José María.
Y cerró: “La innovación crea valor a una invención. Desde ese lugar podemos proyectar y exaltar elementos. Creamos un idioma de valor porque el plástico no es malo. Lo que es malo es nuestra conducta de uso”, cerró.
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