Salud rural, social y comunitaria: la experiencia narrada por una médica de Cañada del Ucle
Con la ONG rosarina “La Higuera”, la médica y especialista en diagnóstico por imagen, Andrea Torri (35), recorrió comunidades y parajes del distrito Vera, aportando sus conocimientos en controles ginecológicos y ecográficos. Junto a un equipo conformado por profesionales de la salud de Rosario y Corral de Bustos, la oriunda de Cañada del Ucle colaboró durante tres días con pacientes a los que el acceso a prácticas de este tipo no es habitual.
Tras un extenso viaje, la cañadense, junto al pediatra y director de la ONG, Gustavo Farrugia; los ginecólogos Pablo Piacentini, Natalia Trecco, Natalia De La Horra y Juliana Weisburd, y la estudiante Julieta Rinaldi, llegaron al norte de la provincia para visitar Intiyaco, Pozo de los Indios, Garabato, Colmena y Tartagal. En esos lugares, más allá de los controles médicos, también apuntaron a charlas sensibilizadoras de educación sexual en escuelas, teniendo en cuenta los indicadores de salud locales, lo aislados que se encuentran de grandes ciudades y los pocos profesionales que los visitan.
Torri, que trabaja en el Hospital Público de Villa Gobernador Gálvez, dijo a Sur 24 que en el norte provincial se encontraron con poblaciones de bajos recursos que no cuentan con especialistas de la salud. “Estuve en los hospitales y centros de atención primaria de cada comunidad haciendo ecografías. Mis compañeros fueron a los parajes y asentamientos de pocas familias. En definitiva, vimos a personas que por distintos motivos se les dificulta recibir atención porque tienen que trasladarse a Reconquista o Vera”, afirmó.
La profesional resaltó que este trabajo se viene haciendo en todas las localidades del departamento Vera y que el viaje (el primero del cual participa) fue el último para completar “la rueda” que incluyó a todos los pueblos y parajes del distrito norteño provincial. “La idea es volver a cada uno de los lugares para hacer el seguimiento de los pacientes que se vieron y que no quede en una sola visita, sino que se continúen los controles”, resaltó.
Recordó que esta experiencia surgió luego de contactar al ginecólogo Pablo Piacentini. “Hace unos años los ubiqué con la idea de participar y para que me tengan en cuenta. Cambié de trabajo recientemente, me quedó el tiempo necesario para ofrecerme de voluntaria y fue un ‘sí’ rotundo. Me encantó la idea desde siempre”, valoró.
Reencontrarse
En el norte provincial, Torri dio con muchas personas que se hicieron un control por primera vez. “Es fuerte porque, por ejemplo, nos encontramos con embarazos avanzados cuyas madres no sabían de su estado, o chicas jóvenes con embarazos no deseados. Por eso les brindamos todo lo que estaba al alcance en ese momento”.
En cuanto a lo vivido en cada jornada, rescató que se “hacía lo que más se podía” y que al principio fue difícil: “La costumbre en la ciudad es que todo el trabajo está sectorizado. En los pueblos chicos y alejados, eso no existe. Hay que hacer todo. Por eso entendí que aunque lo haga y no quede excelente, para esa persona era mucho mejor que no hacerlo”.
Sobre las ecografías que realizó, recordó que fueron de “todo tipo” y con buenos resultados: “Se vieron un montón de patologías y hasta derivamos a quirófano para cirugía en el momento justo. Se atendieron por igual mujeres, hombres, niños, niñas, bebes y embarazadas”.
Si bien no hay un compromiso tomado, en lo personal tiene claro volver a repetir esos días. “Me gustó mucho cómo trabaja la ONG. Me gustaron mis colegas, porque encontré gente que va por lo mismo. Fuimos muy similares en pensamientos y quiero seguir haciéndolo. Es un ambiente dentro de la medicina con el que me identifico desde el lado profesional”.
Reconoció que “hace mucho tiempo esperaba realizar esto” y que en lo personal llegó en un momento justo: “Es para lo que soy, aportar en lo que uno puede. Ahora valoro más mi título porque uno trabaja tan rutinariamente, que no se pone a pensar en algunas cosas. Fui a destinar tres días de mi trabajo en otro lugar. Recibí mucho cariño y me sentí útil. Fue un re-enamoramiento de mi carrera en ese momento”.
Historia
La ONG en la cual participó Torri tuvo su primera experiencia en 2001, cuando un grupo de profesionales residentes de pediatría del Hospital de Niños “Víctor J. Vilela” de Rosario y estudiantes de medicina, viajaron a la región del Impenetrable Chaqueño. Fue ahí cuando nació la idea de armar un espacio de trabajo en el mismo monte que albergase a profesionales que pudieran trabajar con las enfermedades y muertes evitables, como desnutrición, mal de Chagas, tuberculosis y otras.
La necesidad de generar recursos y avanzar con el proyecto los llevó a constituir una asociación civil sin fines de lucro llamada “La Higuera”, nombre tomado de un poema de la uruguaya Juana de Ibarbourou y que se inspiró en la sabiduría de quien fuera desde siempre su referente: el doctor Esteban Laureano Maradona. Es así como el 17 de noviembre de 2003, en calle Cerrito al 3200 de la ciudad de Rosario, quedó constituida la Asociación Civil.
Comenzaron entonces la organización y los encuentros para generar recursos. Gracias a la donación de un viejo colectivo, se pudo planificar una Unidad Sanitaria Móvil que usaron para la atención. Figuras de la cultura como Juan Carlos Baglietto e Ismael Serrano, así como músicos de Rosario, empezaron a comprometerse con su labor programando espectáculos que permitieron solventar el equipamiento.
Eligieron un territorio para planificar un trabajo a largo plazo, por lo que optaron por una de las zonas con los peores indicadores de salud, más aisladas y con escasos profesionales. Así surgió como destino final el Impenetrable Chaqueño y como primera base, El Espinillo.
Gracias a un recital brindado en 2010 por Baglietto en el teatro El Círculo de Rosario, compraron con lo recaudado un predio en el paraje Las Hacheras, que terminaría siendo su lugar de afincamiento y donde se terminaría construyendo la “Casa de la Salud Rural”.