Homenaje de “los chicos del Cibelli” a los pioneros de un barrio modelo
Enfatizaba el poeta Rainer Maria Rilke que la verdadera patria del hombre es la infancia, y cómo no asociar la infancia con el barrio, ese inmenso mundo que se abre de pronto ante los ojos de los niños que empiezan a incursionar, tímidamente, unos pasos más allá de sus refugios originales.
Con el amor incondicional por el barrio, en este caso el Provincias Unidas, un grupo de vecinos, con la coordinación de Mauro Bertozzi, se propuso celebrar el 50° aniversario de una fecha fundacional, ya que el 29 de febrero de 1972 se presentaron los planos del barrio por parte de la firma Cibelli Construcciones, uno de cuyos referentes era el ex intendente local José Cibelli.
En el entonces Lejano Este de la ciudad se desarrollaba un vanguardista complejo habitacional de casas bajas y amplias, que se denominaría Provincias Unidas, dejando en su nomenclatura los nombres de las calles con cada provincia de la Argentina. Aun hoy se destacan aquellos fresnos de la primera forestación, también cumpliendo sus 50 años y exhibiendo en su rugosa corteza las primeras arrugas de un espacio entrañable que cobijó aquellas familias de obreros metalúrgicos y ferroviarios, entre otros gremios, miembros de una pujante franja asalariada que crecía y se afianzaba -en tiempos de movilidad social ascendente- entre los sectores medios.
Hoy, aquellos primeros chicos del Cibelli, en algún caso con sus padres aún residiendo en el barrio, decidieron jerarquizar el aniversario, y Bertozzi lo sintetiza: “Visitamos al intendente Leonel Chiarella para solicitarle que, de forma mancomunada, entre los vecinos y la gestión municipal, dejemos en la plaza Escribano una placa recordatoria de aquellos pioneros que se brindaron a la conquista de formar familias y ser parte de un Venado pujante y ordenado”, tras lo cual agradeció la buena voluntad del mandatario, al que también le entregaron un detallado informe con las remodelaciones que consideran necesarias para realzar el espacio verde.
“Además, estamos dando los primeros pasos para una gran cena de reencuentro, que será en algún momento de 2022, cuando se pueda coordinar con aquellos niños de la década del ’70 que hoy viven en Perú, España y Estados Unidos, entre otros puntos”, adelantó a Sur24 el escritor e historiador.
Momentos mágicos
“Crecí allí, como muchos niños, con una infancia colectiva llena de momentos mágicos, donde el andar por esas calles, el trepar esos árboles o la conquista de algún lote lindero para hacer una cancha de fútbol, nos abrazaron para bien. Hoy, casi todos hemos formado nuestras familias y despedido algún ser querido también. Nunca soltamos el barrio, nuestro pequeño paraíso, aquel lugar de pertenencia sin vencimiento”, reflexionó el coordinador de las oportunas celebraciones.
En muchas de las casas ya no están aquellos primeros ocupantes, incluso son numerosas las que tampoco conservan la construcción original, aunque aquellos chicos del Cibelli tienen guardado en su memoria cada apellido de sus vecinos, cada vericueto de esas viviendas con olor a nuevo de los ’70. Bertozzi es uno de ellos y recuerda: “Eran casas muy blancas, con pisos calcáreos color aceituna y sus veredas de vainillas amarillas. Los patios estaban cercados con alambrados bajitos y los vecinos se veían y se saludaban de un extremo a otro. Un ejército de tanques de concreto custodiaba en lo más alto los primeros movimientos, perdiendo con el tiempo su estatus de altura ante las gigantes antenas de televisión”. Y agrega: “Los sonidos eran similares, el de los timbres, las puertas, las ventanas con celosías de madera”. También apunta, con cierta nostalgia, que “el barrio fue entregado sin rejas y así se mantuvo muchos años, reinando una tranquilidad absoluta, ni siquiera se cerraban las puertas con llave, y las bicicletas quedaban apoyadas sobre el cordón de la vereda”.
Con los años, “esos hogares se poblaron de bebés con sus cochecitos de caño y una nueva postal de pañales de tela danzaban con el viento en los patios que todavía querían seguir siendo uno solo. Fue entonces que en 1973, 74, 75 y 76, una generación de chicos empezó a interactuar entre sus primeros pasos de inocencia, estrenando una amistad, que hoy siguen cultivando en muchos casos, y que ahora, “agradecidos por tanta felicidad en la niñez”, quieren reflejar con estos homenajes a los pioneros.
“En la que hoy es una plaza modelo, con su forestación a pleno, recuerdo ese manto blanco, con las primeras heladas, sobre un césped rústico y amarillo. Sin árboles, sin bancos, sin caminos, con apenas un mástil que hiciera flamear la insignia mayor. Y detrás de ella, la Escuela N° 1189 “Carlos Javier Benielli”, que era algo superador, daba la impronta de estar en un ‘colegio del futuro’, todo era nuevo, todo era lindo, todo era genial en esos días”, evoca.
Digno de imitación
Bertozzi fue un poco más allá y rescató “la mirada progresista, de vanguardia y netamente social” que prevaleció en el diseño del barrio Provincias Unidas. “La arquitectura de las casas y su funcionalidad dejaron en evidencia que una planificación acorde y una cantidad de recursos lógicos, dan como resultado un barrio modelo, como lo fue el Provincias Unidas. No se confundió lo humilde y lo modesto, con lo desagradable, como en las últimas décadas sucedió tantas veces en los planes provinciales -reprochó-, caracterizados por la mala calidad de los materiales y el obsoleto diseño de las viviendas sociales. A su vez, fue planificado con su nivel de cota para evitar inundaciones. Y si bien se accedía por calles de tierra, al ingresar al Provincias Unidas se podía disfrutar del flamante pavimento en todo el barrio”, redondeó el vecino, expresando sentimientos de orgullo, nostalgia y agradecimiento.
NOTA PUBLICADA EN EDICIÓN IMPRESA DE SUR24 DEL LUNES 20 DE DICIEMBRE DE 2021