El sur santafesino, una de las regiones más afectadas por los caprichos de La Niña
Un informe del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ratifica que la provincia de Santa Fe atraviesa una de las peores sequías de las últimas tres décadas. Con tres años consecutivos bajo los efectos de La Niña y pronósticos desalentadores, al menos hasta fin de año, los productores están modificando los esquemas de siembra de algunos cultivos, a la vez que se registran complicaciones en la ganadería y la lechería.
Según la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías de la Secretaría de Agricultura, en septiembre la superficie afectada por la falta de lluvias se había incrementado en 14,7 millones de hectáreas y trepó hasta las 141.311.909 de hectáreas.
La sequía no da tregua en todo el país y de acuerdo a estimaciones oficiales, se encuentran en riesgo unos 12,4 millones de cabezas de ganado vacuno y 1,8 millones de hectáreas de trigo.
El área más afectada es el centro del país, en el sector delimitado por el sur santafesino, norte de Buenos Aires y sur de Entre Ríos. En este punto, se relevó que desde hace casi un año hay daños en cultivos de invierno, merma de pasto para ganado y retraso en siembras de verano por falta de humedad.
Rindes muy afectados
En busca de mayores detalles sobre esta problemática agrícola en el sur santafesino, Sur24 recurrió al ingeniero agrónomo Miguel Ángel Cacciurri (MP 40175), quien señaló en primer lugar que, como toda contingencia climática, “lo primero que afecta es al rinde productivo, es decir, son menos kilos de granos por hectárea, menos litros de leche por vaca, menos kilos de engorde para los novillos. Esto se traduce en menores ingresos que, en algunos casos, puede significar que no se cubran los costos de implantación del cultivo, como es el caso de muchos lotes de trigo de la zona que, por la falta de agua y las heladas tardías, se estima una pérdida de rendimiento cercana al 60%”, consideró.
Y amplió: “Al mismo tiempo, la falta de precipitaciones que se viene acumulando de varias campañas, hace que el suelo no tenga reserva de agua, entonces hay que atrasar las fechas de siembra de los cultivos, en este caso de maíz y soja. Años anteriores, para fin de octubre, en la zona de la pampa húmeda teníamos un 80% del maíz sembrado, hoy apenas podemos llegar al 10%”.
“Con las precipitaciones de estos días, hay productores que están pensando en sembrar, pero puede ser un problema más adelante, ya que, si no tenemos nuevas lluvias en los próximos días, la poca humedad se acaba y la semilla que está en proceso de brotación puede llegar a morir (…) En momentos así, lo que se aconseja es atrasar las fechas de siembra, usar semillas de ciclos largos, tanto para maíz como para soja. El uso de promotores de crecimiento a base de bacterias como Pseudomonas o Azospirillum, entre otras, brinda muy buenos resultados en situaciones de estrés, permitiendo superar el momento”, aseguró.
Respecto del impacto favorable de las lluvias de la semana pasada, Cacciurri ratificó que “toda lluvia es bienvenida en esta situación; a esta altura del año, el déficit hídrico se aproxima a los 200 mm, y si bien 20 mm es muy poco, servirá para acompañar el final del desarrollo de los trigos que se hallan en mejor estado. Para definir una siembra, considero que es muy escasa y que deberíamos esperar otra precipitación”.
Más adelante, acerca de los insistentes pedidos de declaraciones de “emergencia” desde distintos sectores, observó que “si bien ayudan, no solucionan el problema. En muchos casos, lo que hacen es patear el problema para adelante, sólo permiten refinanciar deuda en bancos oficiales y posponer el pago de algunos impuestos. En cambio, para estos casos sería más determinante contar con seguros climáticos que abarquen todo tipo de contingencia”.
Asimismo, el profesional subrayó que la seca prolongada ya está imponiendo un cambio en las estrategias productivas: “En los últimos años, por cuestiones de precio o de necesidad, los productores optaron por los cultivos de cobertura, que son una herramienta importante para mejorar la captación y reserva de agua en el suelo, como también el combate de las malezas”. Y añadió que “en el caso de la ganadería es también complicada la situación. Hay falta de pasto, los granos tienen alto precio por la caída de producción y en algunas zonas la calidad del agua de bebida es regular, pues en épocas de sequía suele salinizarse y los animales no la quieren tomar, entonces es necesario hacer nuevas perforaciones o buscar otras alternativas”.
Además, indicó que, previendo una menor producción en el futuro, los productores evitan la compra de maquinarias, principalmente, y todo lo que esté relacionado a inversiones.
¿Riego en la pampa húmeda?
El ingeniero agrónomo Miguel Ángel Cacciurri, en referencia al riego artificial como alternativa futura para la pampa húmeda, comentó que ya hay varios productores de la región que recurrieron a estos sistemas. Sin embargo, observó que “la principal limitante para el riego, además del costo de la inversión en equipos, es tener cantidad y calidad de agua. Tengamos en cuenta que un milímetro de lluvia equivale a 10 mil litros de agua por hectárea. Para un cultivo de maíz suelen aplicarse de 100 a 150 mm de riego, lo cual es una cantidad enorme de agua. Y el contenido de sales en las aguas subterráneas suele ser un punto condicionante a la hora de regar. Hacerlo con agua con alto contenido de sal, implica que en poco tiempo puede salinizarse el suelo y perder capacidad productiva, con lo que termina siendo peor el remedio que la enfermedad”.
Situación crítica
Aldo Viscovich es un productor agropecuario de la localidad de Chovet, dirigente histórico de la Federación Agraria Argentina y estudioso de la evolución de los cultivos a lo largo de las últimas décadas. En este contexto apremiante por los efectos de La Niña en distintas regiones del país, evaluó que “la situación de los cultivos, a estas alturas, puede considerarse crítica con respecto al trigo, por ejemplo, pues las últimas heladas causaron un daño irreversible en muchos lotes, cuyos propietarios están evaluando su secado mediante herbicidas para poder implantar soja de primera”. Y añadió que “los lotes menos afectados muestran un deterioro muy importante, como baja altura, escasa área foliar y espigas de pequeño tamaño; todas estas características hacen presumir un rinde muy acotado, que no superaría los 1.500 kilos por hectárea, contrastando con los 4 mil kilos por hectárea logrados en la campaña pasada, es decir que la merma de rendimiento sería alrededor del 60%”.
Mientras tanto, “la ausencia de humedad retrasó la siembra de maíz de primera y se logró implantar un reducido número de lotes, los productores mayormente desisten de la siembra en esta fecha y se inclinan por siembras tardías del mismo; además, un número no determinado se destinaría a siembra de soja de primera, debido a la incertidumbre que genera el secado y cosecha del cultivo en el período otoñal del año venidero. En consecuencia, se puede suponer que alrededor de un 60% de la intención de siembra de maíz se canalizará a siembra tardía y el resto se destinará al cultivo de soja”, consideró Viscovich.
“Sin lugar a dudas, los pequeños y medianos productores serán los más afectados por esta situación que viene teniendo lugar por tercera campaña consecutiva, sumado a los altos costos de implantación, protección de los cultivos (fertilizantes, agroquímicos, combustibles, etc.) y la desmedida presión fiscal. Esto genera un clima de preocupación generalizada en el sector, que visualiza una merma importante en sus ingresos, contrastando con una suba permanente en los costos productivos”, sentenció el productor sureño.
En el cierre, el chovetense no se mostró muy optimista con las módicas precipitaciones recientes: “La lluvia de estos días no modificó el rendimiento del cultivo de trigo, sino que las pérdidas son irreversibles; en adelante se necesitaría contar con un buen milimetraje de agua, dado que los perfiles de humedad aún están muy deprimidos para la siembra de maíz y soja”.
Sequía histórica en la región central
Kevin Gallego, un destacado aficionado a la meteorología -habitual columnista del programa Nunca es Tarde (LT29)-, ante la consulta de Sur24, se explayó: “Estamos en presencia de uno de los peores eventos de sequía registrados históricamente en la región central, y la causa principal de esta situación no es sólo el déficit de precipitaciones en lo que hemos transcurrido de este 2022, sino que a este factor se le suma que es el tercer año consecutivo en donde las lluvias han sido escasas, un fenómeno que apenas se repitió tres veces en los últimos 60 años y que, al día de hoy, genera una merma de precipitaciones en torno a los 300 mm en estos primeros 10 meses del año”.
Además, precisó que “la situación de reserva de humedad a nivel capa arable ronda el 5%, considerando los registros de los últimos días, marcando un nivel de sequía extremo”.
En cuanto a lo que nos espera a corto, mediano y largo plazo, “no se avizora una mejoría importante, ya que vamos a estar entre un 30% y 40% de déficit para un mes de octubre promedio. Y hacia los próximos días, si bien alcanzaríamos precipitaciones promedio de entre 30 mm y 40 mm en lo que resta de este mes, la inestabilidad del martes 25 de octubre va a ser clave para mejorar este acumulado previsto”.
Gallego también pronosticó que, tanto en el mes de noviembre, como en diciembre, el evento Niña va a seguir presente, afectando de forma considerable las reservas en el perfil, porque “las lluvias seguirían por debajo de valores normales”, sumándole una “falta de reservas” que, como se explicó más arriba, viene desde la temporada 2019/2020.
Por el momento, “los modelos arrojan una presencia de Niña hasta comienzos del próximo mes de febrero como mínimo”, proyectó el estudioso de las condiciones meteorológicas.