En Arequito, la agroecología como forma de vivir
“Desde que comenzamos esta forma de vida dedicada a la producción nos decidimos por la agroecología por una cuestión ideológica y para tener la certeza de producir alimentos sanos y nutritivos evitando el uso de agroquímicos”, resume Nicolás Martino, poseedor de una chacra de 2,5 hectáreas en Arequito, Santa Fe, llamado “Granja Areco”.
Compromiso total. Nicolás admite las ventajas de un sistema circular.
Se trata de un predio periurbano dividido de la siguiente manera: media hectárea destinada a huerta y el resto, que cuenta con arbolado natural, se destina a la producción de pollos pastoriles y huevos de gallinas ponedoras libres. Y un dato extra: hace 3 años que también aplican técnicas de biodinámica a su producción como una forma de profundizar el camino de generar alimentos en armonía con la naturaleza.
Alejandro Marengo es Licenciado en Ciencias Políticas y Coordinador de proyectos en la ONG INSITU, dedicada a proyectos ambientales y sociales. Esta organización trabajó en temas de producción agroecológica utilizando TAPE, una herramienta desarrollada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura(FAO) que permite realizar un diagnóstico enlazando aspectos productivos, sociales, económicos, ambientales, culturales y políticos.
Descomunal. Las dimensiones de este ajo lo dicen todo.
TAPE es la sigla en inglés de Tool for Agroecology Performance Evaluation (en criollo: Instrumento para la evaluación del desempeño agroecológico) y se basa principalmente en el análisis de 10 elementos clave como son reciclaje; gobernanza responsable; sinergias; diversidad; creación conjunta e intercambio de conocimientos; resiliencia; valores humanos y sociales; cultura y tradiciones alimentarias; eficiencia; y economía circular y solidaria.
“TAPE es un marco para el análisis de los diferentes impactos que tiene trabajar bajo un esquema de agricultura sostenible inspirada por la propuesta agroecológica y permite ver, con datos científicos, por qué es mejor producir de esta manera que de la forma convencional”, detalla Marengo. “Fuimos socios implementadores de TAPE a través de un convenio con FAO donde recibimos capacitaciones para implementar a campo la metodología; armamos un equipo multidisciplinario y trabajamos con 60 productores. Contamos además con el apoyo de la Universidad Nacional de Rosario y de 5 municipios del área metropolitana de Rosario”.
Felices. El emprendimiento se completa con gallinas ponedoras.
Según destacó, “esta herramienta cuenta con un diseño simple y permite recolectar datos a campo en diferentes contextos, además, utiliza un software gratuito y de código abierto que también funciona sin conexión, y se puede traducir fácilmente a diferentes idiomas”, explica María Julia Cabello, responsable del área de Desarrollo Rural Sostenible de la FAO Argentina. “Los enfoques integrales, como la agroecología, tienen el potencial para reconciliar las dimensiones económicas, ambientales y sociales de la sostenibilidad y el Marco Estratégico 2022-2031 de la FAO se centra en lograr sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles, contribuyendo a una mejor producción, nutrición y un mayor cuidado del ambiente”.
El trabajo cotidiano
Según la experiencia de Martino, lo más difícil de producir de forma agroecológica no es el trabajo en sí, ni en animales ni en cultivos. Lo que complica las cosas es enfrentar las condiciones climáticas extremas que vienen ocurriendo en los últimos tiempos: demasiado calor en verano y heladas muy fuertes en invierno. “No es fácil acceder a coberturas como túneles de nylon en invierno o la media sombra para verano por el tema costos”, grafica.
Justamente por este tipo de cuestiones, Marengo enfatiza que es clave contar con políticas públicas para impulsar la reconversión productiva: “Se necesita la presencia del Estado, sobre todo al inicio, donde el agricultor necesita realizar inversiones para luego obtener resultados”, asegura. “También es fundamental el tema de la propiedad de la tierra, cada vez más difícil por el avance de la urbanización, de los sectores industriales y del monocultivo de la soja”.
Volviendo al proceso de TAPE en Rosario, uno de los objetivos del trabajo fue comparar la agricultura convencional con los de transición agroecológica. El resultado destacado fue que los establecimientos avanzados en agroecología midieron mejor en todas las dimensiones de análisis y de sustentabilidad: tenían más biodiversidad, demostraron ser más resilientes, dependían menos de insumos externos, producían mayor diversidad de cultivos y realizaban más actividades económicas.
“Otro factor muy importante es que quienes hacen agroecología tienen mayor capacidad de construcción de redes donde circula el conocimiento y, a la vez, muestran la misma productividad o mayor que la convencional por hectárea pero con mayor ingreso económico por integrante del emprendimiento productivo: observamos mayor valor agregado, un mejor desempeño de los jóvenes tanto en la permanencia como en un rol más activo en la producción y hay más gente trabajando y viviendo en el campo”, se entusiasma Marengo.
Empoderamiento de todos los actores. Los protagonistas viven la producción de una forma muy especial.
A la vez destaca que un punto que se ve muy claramente es el empoderamiento de la mujer: “En los sistemas evaluados, las mujeres tienen más decisión sobre la producción, más acceso a recursos y, sobre todo, mucho más control sobre los ingresos generados por la producción agropecuaria” y “da como resultado mujeres más empoderadas”, describe.
Nicolás Martino está muy seguro de lo que hace y siente que va por buen camino, en especial cuando le llega el reconocimiento de sus clientes que valoran lo que produce no solo por la calidad y el sabor, sino por la tranquilidad que les brinda saber que lo que consumen no tiene agroquímicos.
“Acá en la zona vendemos directo al público, nos hacen el pedido y lo entregamos o vienen a la granja a buscarlo; también vendemos en Rosario a una verdulería”, cuenta Nicolás. “En pollos y huevos el cliente destaca la consistencia y el sabor, y en la verdura, además de todo esto, les gusta que en la heladera dure mucho tiempo sin echarse a perder”.
Salud, ambiente y economía circular. Como los huevos de la granja que no para de producir.
Instrumento para la Evaluación del Desempeño Agroecológico
Existe un número creciente de pruebas que muestran los impactos positivos de la agroecología en el medio ambiente, la biodiversidad, los ingresos de los agricultores, la resiliencia, y la adaptación y mitigación al cambio climático. Sin embargo, estos resultados permanecen muchas veces fragmentados en estudios de casos, experiencias aisladas u observaciones de campo, generalmente basadas en métodos y datos heterogéneos, así como en diferentes escalas y períodos de tiempo.
La necesidad de evidencias armonizadas en agroecología fue una recomendación sistemática de los diversos procesos de consulta mundiales y regionales sobre agroecología organizados por la FAO entre 2014 y 2018, y fueron solicitadas específicamente por los órganos rectores de la FAO en 2018. Para responder a estos mandatos, la FAO y un gran número de socios han desarrollado el programa denominado Instrumento para la Evaluación del Desempeño Agroecológico (TAPE, por su acrónimo en inglés).
Basado sobre varios marcos de evaluación existentes, TAPE es una herramienta integral que tiene como objetivo medir el rendimiento multidimensional de los sistemas agroecológicos en las diferentes dimensiones de la sostenibilidad. Aplica un enfoque en etapas a nivel del hogar/de la finca, pero también recopila información y proporciona resultados a escala comunitaria y territorial. La herramienta fue diseñada para ser simple y requerir un mínimo de capacitación para la recolección de datos.
La diversificación es fundamental en las transiciones agroecológicas para garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición y, al mismo tiempo, conservar, proteger y mejorar los recursos naturales.
Los ejes del concepto
Creación conjunta e intercambio de conocimientos: Las innovaciones agrícolas responden mejor a los desafíos locales cuando se crean conjuntamente mediante procesos participativos.
Sinergias: Crear sinergias potencia las principales funciones de los sistemas alimentarios, lo que favorece la producción y múltiples servicios ecosistémicos.
Eficiencia: Las prácticas agroecológicas innovadoras producen más utilizando menos recursos externos.
Reciclaje: reciclar más significa una producción agrícola con menos costos económicos y ambientales.
Resiliencia: Mejorar la resiliencia de las personas, las comunidades y los ecosistemas es fundamental para lograr sistemas alimentarios y agrícolas sostenibles.
Valores humanos y sociales: Proteger y mejorar los medios de vida, la equidad y el bienestar social es fundamental para lograr sistemas alimentarios y agrícolas sostenibles.
Cultura y tradiciones alimentarias: Mediante el apoyo a unas dietas saludables, diversificadas y culturalmente apropiadas, la agroecología contribuye a la seguridad alimentaria y la nutrición al tiempo que mantiene la salud de los ecosistemas.
Gobernanza responsable: Para lograr una alimentación y una agricultura sostenibles es necesario adoptar mecanismos de gobernanza responsables y eficaces a diferentes escalas, de la local a la nacional y la mundial.
Economía circular y solidaria: Las economías circulares y solidarias que reconectan a productores y consumidores ofrecen soluciones innovadoras para vivir dentro de los límites de nuestro planeta y, al mismo tiempo, afianzan las bases sociales para el desarrollo inclusivo y sostenible.