Rechazan la idea de que la Marcha San Lorenzo no es creación original de Cayetano Silva
La versión divulgada este lunes en redes sociales, dando cuenta de que la música de la Marcha San Lorenzo se creó en la localidad de Elortondo y luego fue adquirida mediante el pago de una suma de dinero por el maestro uruguayo residente en Venado Tuerto, Cayetano Alberto Silva, en pocos minutos adquirió amplia notoriedad regional a través de Sur24, y a la vez un impacto provincial y nacional a partir de su publicación en la versión digital de El Litoral.
Uno de los primeros en brindar su opinión crítica sobre la especie fue el historiador local Mauro Bertozzi, quien expresó a este medio que “la Comuna de Elortondo incurre en un error técnico y otro de irresponsabilidad institucional. La fuente documental no es segura y esta cuestión de ‘querer pertenecer’, por deseo o animosidad, genera un confuso orden sobre los hechos ocurridos en el pasado y su posterior afianzamiento sobre las teorías ya probadas a lo largo de la historia”. Y amplió: “En nuestra Venado Tuerto, por ejemplo, tenemos la leyenda urbana del venadito, desvirtuada de boca en boca, generación tras generación. La leyenda está, pero la historia se sostiene por acontecimientos hoy enriquecidos por la revisión histórica. Lo primero que un pueblo debe hacer, por la nobleza de su historia, es saber diferenciar un relato urbano de los hechos probados de quienes no están para defenderlos”.
Más adelante, el autor de “Venado Tuerto del 1900” consideró que “está probado que la creación de la marcha fue en los tiempos en que Cayetano se relacionaba con Celestino Pera, hermano del Dr. Julián Pera, miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y es a quien se debe la canción patria. Sin dudas, Celestino Pera es un testigo oficial sobre la lealtad de la escritura de los acordes de dicha marcha en la casona de calle Maipú al 900 (ver imagen principal), tras haber instado a Cayetano a escribir el himno a San Martín, prócer del cual ambos eran profundos admiradores, y es desde ahí que, bajo esas circunstancias, se toma conocimiento de la misma, hasta que es ejecutada a mediados de 1902, cuando se consagra al Teniente General Pablo Riccheri, por la banda oficial el Ejército argentino”.
Datos y no relatos
Bertozzi observó que podría enumerar a las familias Mistó, Comase, Caballero, Noriega y muchas más, pertenecientes al Centro de Juventud de Rosario, o también a José Ingenieros, Florencio Sánchez y Manuel Núñez Regueiro (cónsul uruguayo en Rosario), y transformar sus relaciones personales con el maestro Silva para afianzar los testimonios de dónde fueron delineados los acordes, pero no estaría bien, porque “sería convertir en ‘fuente’ a datos que son relevantes, pero sólo afianzados por testimonios orales por afinidad”.
“Dejemos descansar a nuestro Cayetano, que a bajas voces andaba de café en café, con su ginebra y su bohemia, que en esos días sería improbable que tuviera un cobre para comprar talento, virtud que la proveía por sus poros afro”, indicó en su inmediata réplica el autor del libro “Linaje francés en la pampa”, en homenaje al cofundador de Venado Tuerto, Alejandro Estrugamou.
Claves de historiador
¿Cuándo sabemos si un relato es fidedigno, veraz o está sostenido por datos fehacientes?, consultó Sur24 a Mauro Bertozzi, y éste respondió: “En el caso del relato oral, debemos recordar que la credibilidad puede ser definida como la percepción que tiene el propio emisor u otras personas sobre la exactitud del tema en cuestión. Dicho esto, debemos pasar al método científico que se utilizó para adquirir el conocimiento. Para poder ser calificado como científico debe basarse en el empirismo (procedimiento basado en la experiencia y en la observación de los hechos) y, entre otras cosas, sujeto a la razón”. En la misma línea de análisis, reflexionó críticamente: “Toda esta serie de supervisiones sujetas a datos y revisiones son permeables a la distorsión y con un alto contenido subjetivo. Entonces, el historiador puede reconstruir el pasado a partir de un testimonio, pero ¡cuidado!, esos rastros o huellas que dejaron los protagonistas de ese pasado, cuando el historiador los analiza, los transforma en fuentes históricas y los pone a disposición”.
Y continuó: “Los relatos orales transmitidos de generación en generación sobre la autenticidad de los acordes de la Marcha San Lorenzo no están sujetos a una revisión de conceptos históricos rigurosa. La memoria descriptiva que fue mutando entre familiares y amigos afines no califica como método e investigación. Es por eso que la credibilidad del relato oral es inexacta y determina el testimonio con una alta carga subjetiva. Un relato urbano, leyenda o fábula improbable, no debe ser transformado como dato histórico y mucho menos puesto como fuente de información veraz”, exclamó.