La noticia no fue tan noticia. El Indec informó que el 33,2% de la población de Rosario y Gran Rosario es pobre, y el 6,2%, indigente. Los datos son los últimos, pero corresponden al segundo trimestre de 2022. Reflejan los problemas económicos crónicos en Argentina que en un contexto internacional desfavorable (guerra en Ucrania, país clave en la provisión de alimentos en el mundo) se potencian. No es ninguna sorpresa. Es sabido que la inflación de alrededor del 100% interanual, una variación elevadísima que la pone entre las más altas del planeta, contribuye a este escenario de desigualdades económicas que permanece y no tiene cura.
Pobreza en Rosario: “La gente tiene hambre y no llega a cubrir las condiciones básicas para subsistir”
Melisa Herrero, integrante de Vecinales Rosarinas Unidas y de la Vecinal Doctor Maradona de barrios Agote y Pichincha, habló con Mirador Provincial sobre este tema que aqueja a gran parte de la población: “Esos números representan un aumento de personas que van a los comedores a buscar comida. Hay un aumento de personas que tocan timbre para pedir algo de comida”. También marcó la cuestión de familias en situación de calle. Citó el caso de dos que están hace tiempo en la plaza ubicada al lado de la terminal de ómnibus Mariano Moreno. “Eso nos preocupa porque no se le encuentra una solución”. “Son adultos que están pasando por una situación muy difícil, que no pueden tener a cargo a menores. No se pueden insertar en la sociedad”.
La pobreza en Argentina alcanzó al 39,2 % de la población en el segundo semestre de 2022
Herrero también se refirió al panorama en otras zonas de la ciudad del sureste provincial: “La vecinal de barrio Las Flores tuvo que aumentar la cantidad de comidas diarias que dan los comedores. Lo mismo sucede en las zonas de Cristalería, Acindar, Fontanarrosa. Es un panorama muy parecido al de 2020 (plena pandemia de coronavirus). Lo que notan es que la gente tiene hambre y no llega a cubrir las condiciones básicas para subsistir. Es una situación crítica”.
La vecinalista también citó un ejemplo: “Los comerciantes de calle Cafferata lo notan con la cantidad de gente que pasa a pedirles comida por día. Hay comercios que tuvieron que optar por poner un cartel de que no se da comida. Es mucha la gente que pasa y el pequeño comercio no puede ayudar a todos”.
Preguntada sobre las acciones que las asociaciones de vecinos pueden emprender frente a este problema estructural macroeconómico nacional, Melisa Herrero contestó: “Aunque hay muchas vecinales que tienen merendero, no es la función principal. Hay vecinales que tienen escuelas de oficios. En la vecinal Fontanarrosa, funciona un EEMPA para mujeres, en un horario de tarde para que las madres puedan terminar sus estudios”. “Acá tiene que haber una unión entre los sectores políticos y sociales, y que se elaboren políticas públicas en el corto, mediano y largo plazo”, agregó. “Los barrios periféricos son los más necesitan que lleguen los recursos”.
Por último, dejó una conclusión que no es nada alentadora: “El Estado tiene que estar en estos barrios (los más vulnerables) con todos los ministerios para que realmente la cosa cambie de fondo. Sino esto va a ir cada vez peor. Sólo parches y parches”.