Antropólogo venadense coordina programas para la inclusión de jóvenes en Rosario
En los últimos años es común relacionar la ciudad de Rosario con la inseguridad y el narcotráfico y, al mismo tiempo, imaginar a jóvenes y adolescentes como actores protagónicos, o de reparto, de andanzas delictivas, desde el delito de menor cuantía hasta el crimen organizado. Sin embargo, con menos prensa, valiosos militantes sociales bregan cada día por el rescate de adolescentes y jóvenes desplazados del sistema, en busca de generar para ellos una “nueva oportunidad”.
Uno de ellos es el venadense Víctor Zapata, quien se desempeña como coordinador del programa Nueva Oportunidad -cuyo director general es Luciano Vigoni-, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat de la Municipalidad de Rosario, desde el cual trabaja en los barrios más postergados en la inclusión de jóvenes y adolescentes, a través de espacios de capacitación, contención y acompañamiento con organizaciones sociales.
Además, participa en la asociación civil Programa Andrés, institución de salud mental y derechos humanos, y en la tutoría de los residentes de la especialización en Medicina General y Familiar de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Este año, dada la coincidencia en las metas, Nueva Oportunidad gestó una articulación con la Universidad Nacional de Rosario, que lanzó el programa Otra Vuelta: una propuesta de educación secundaria (Bachillerato en Ciencias Sociales), mixto y semipresencial, de dos años y medio de duración, destinado a adolescentes y jóvenes que no completaron esa etapa a su tiempo, ni tampoco progresaron en la modalidad para adultos.
Otra vuelta para jóvenes y adolescentes
“Nosotros nos ocupamos de los espacios de cursado y del acompañamiento de los adolescentes y jóvenes provenientes de las organizaciones gubernamentales y sociales que despliegan actividades en el Nueva Oportunidad, mientras que Otra Vuelta aporta la estructura educativa y el plan de estudios”, resumió el antropólogo graduado en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Y amplió: “En este marco, el programa Comunidades Digitales es el que permite el acceso real al equipamiento y la conectividad necesarios para el desarrollo de la propuesta en su integralidad”.
Hoy, Nueva Oportunidad y Otra Vuelta comparten seis espacios -en distintas zonas de Rosario-, donde concurren 160 estudiantes en esta primera experiencia (hay más en “lista de espera”). “Los estudiantes asisten dos días en forma presencial y el resto de la semana trabajan desde las Comunidades Digitales con la participación activa de los acompañantes, además del cuerpo docente”, describió el hijo de Alejandro Zapata, uno de los presidentes destacados de la Federación de Cooperadoras de General López en los años 90. Y consultado por Sur24 sobre la figura del acompañante, elogió el programa Otra Vuelta porque “contempla en el proceso de enseñanza-aprendizaje no sólo el cuerpo docente, sino también referentes territoriales, o acompañantes, que están muy presentes e incluso ayudan a superar coyunturas extraescolares que tantas veces causan el abandono de los alumnos de los espacios educativos tradicionales”.
“Los alumnos son jóvenes que participan de las propuestas de Nueva Oportunidad, y también suelen acercarse sus amigos, familiares o conocidos. La mayoría de los inscriptos presenta trayectorias sinuosas en relación al sistema educativo formal, aunque concurren a clubes, centros comunitarios y centros culturales, aprendiendo oficios tradicionales, como espacios de escritura, deportes, periodismo, fotografía, trap y hip hop, y en estas actividades encuentran motivación para complementar sus estudios secundarios, que implican un aprendizaje en contexto, un aprendizaje situado en sus realidades y necesidades”, puntualizó.
Otra Vuelta cuenta con otros anclajes por fuera de la articulación con Nueva Oportunidad, con un aula específica para no docentes de la UNR y otras dos aulas netamente virtuales para permitir el cursado de alumnos de otros puntos de la provincia. También hay dos aulas más, semipresenciales, ancladas en organizaciones sociales, pero que no son acompañadas por Nueva Oportunidad.
Orígenes del proyecto
Desde sus comienzos, “el objetivo del Nueva Oportunidad es formalizar los procesos inclusivos de carácter educativo y productivo, y de allí la idea de que los jóvenes puedan culminar sus estudios en sus espacios de pertenencia y referencia. Así se creó en 2019 el Bachillerato Escuela Nueva, que articulaba los procesos de trabajo de Nueva Oportunidad con el proyecto Vuelvo Virtual del Ministerio de Educación santafesino”, detalló Zapata.
“Durante ese año se realizaron tres experiencias en polideportivos y Puntos Digitales (hoy Estaciones Digitales). Y hacia 2020 se amplió la propuesta a espacios de carácter comunitario, con la apertura de 20 anclajes territoriales concentrados en organizaciones sociales que ya venían trabajando procesos de inclusión con jóvenes”, especificó.
“La mayor dificultad era contar con el equipamiento digital y para ello se creó el programa Comunidades Digitales con el objetivo inicial de crear las condiciones materiales para que un grupo de jóvenes pueda completar trayectorias educativas interrumpidas. Con la pandemia, el dispositivo adquirió otra relevancia y con los cambios políticos (Vuelvo Virtual fue discontinuado y la única secundaria virtual del Ministerio de Educación está sin inscripción por motivos políticos y gremiales desde 2020) toda la estructura y la red de organizaciones participantes del proyecto debieron redefinir sus cometidos ante la falta de inscripciones para un cursado efectivo. Así, se profundizaron las acciones que tuvieran a Internet como un elemento necesario para desarrollar un proyecto social, es decir que nunca se perdió la idea original y es allí donde entra a jugar la UNR, con Otra Vuelta”, describió el coordinador.
¿Cuál es el rol de los acompañantes?
El rol de los acompañantes es central en la propuesta de Nueva Oportunidad y es transversal y nodular a toda la intervención, dado que esta política está orientada a jóvenes expulsados de ámbitos de socialización clásica, que implica la pérdida y la desconfianza en relación a referencias naturalizadas. La propuesta es, básicamente, vincular, de alojamiento de subjetividades estigmatizadas, por lo tanto, no es tan importante el oficio o la capacitación que se realice, lo importante en primera instancia es la constitución de un vínculo afectivo, un lazo, un reconocimiento que habilite la participación, un estar juntos, en un contexto de individualismo feroz. Para este programa, acompañar es el acto ir a la par, es andar cuidando. Sostener para que no desbarranque.
“En muchas ocasiones nos encontramos con jóvenes que los conocemos desde chiquitos, que por diferentes circunstancias de sus vidas han quedado sin referencias adultas que los acompañen, los escuchen, en definitiva, que los acunen o contengan. Sabemos, sin embargo, que los compañeros de las organizaciones, por ser referentes barriales, haber participado de merenderos y comedores o, simplemente, haberse sentado a tomar unos mates con ellos, cuentan con una sensibilidad muy especial, que es la que se necesita para poder acompañar a estos jóvenes”, destacó Víctor Zapata.
“Acompañar es también un modo de cuidar, que no es ordenarles o exigirles en nombre de su propio bienestar, sino poner una oreja atenta que escuche sin juzgar. Quizás no más que un consejo o un relato de propias experiencias de vida puedan ayudar. Esto es fundamental, ya que los jóvenes que participan lo hacen por su propia voluntad, por su propio deseo y es allí donde se abren las potencias que ellos tienen para proyectarse, aunque tengan recaídas o momentos de mayor pesimismo. Cuidar no es vigilar, tampoco es justificar cualquier cosa, porque justificar cualquier cosa rozaría con la lástima, y no se trata de eso, se trata de creer en ese otro que acompañamos, en sus capacidades, en su potencia, sabiendo que hay potencias que, a veces, son arrolladoras y que no siempre ese otro actúa como nosotros pretendemos, y que a veces ‘va a estar todo bien’, otras más o menos y en otras ocasiones ‘va a estar todo mal’, pero eso no significa que se caiga o se derrumbe, siempre hay tela para cortar”, redondeó el antropólogo venadense.
¿Qué es Nueva Oportunidad?
Nueva Oportunidad es una estrategia de intervención social de restitución de derechos, enmarcada en políticas públicas orientadas al trabajo integral y territorial con juventudes de 15 a 30 años. “Comienza en 2013, en la ciudad de Rosario, en respuesta a las organizaciones sociales y territoriales que reclamaban políticas destinadas a jóvenes de los barrios populares. Pero, en este caso, no emerge como demanda de sectores medios en relación a la problemática de seguridad, y esta distinción es importante porque determina que toda la estructura y el lineamiento político e ideológico de la intervención, esté alejada de las áreas de seguridad, a la inversa de lo que ocurrió siempre con las políticas orientadas a los jóvenes de los sectores populares. En consecuencia, Nueva Oportunidad es un intento de aproximación y reconocimiento de la destitución de derechos a la que un grupo de jóvenes de la sociedad argentina fue sometido”, subrayó Zapata.
Entonces, “el concepto de nueva oportunidad apunta a reconocer que existen derechos sociales vulnerados en relación a los grupos juveniles con los cuales se trabaja, y además coloca en el centro a las organizaciones sociales y estatales que alojan y organizan, en parte, la vida de estos jóvenes; por lo tanto, se trata de una red de organizaciones sociales, estatales, trabajadores y militantes, que articulan diferentes proyectos para generar espacios de participación y organización juvenil”.
A lo largo de una década, el dispositivo varió en su escala, pero sostuvo un lineamiento político: “Los jóvenes en el centro y el trabajo con las organizaciones sociales en un abanico amplio, pero con un interés claro en la población destinataria. De este modo, se trabaja con un colectivo diverso de centros comunitarios, vecinales, comedores, clubes, organizaciones religiosas, agrupaciones políticas, bibliotecas y todas las agencias estatales involucradas con la temática”.
Entonces, “en la práctica se generan o potencian espacios educativos, productivos, culturales, que se organizan en tres grandes áreas que expresan el mapa actual y los vectores centrales de adquisición de derechos en el país: un área territorial que coordina y gestiona todas las capacitaciones en oficios, artísticas y culturales que se desarrollan en los barrios, y dos áreas más, el área productiva, que acompaña todos los procesos productivos y asociativos que se generan en las diferentes experiencias, y el área educativa, que centraliza la diversidad de propuestas de inclusión educativa que se ponen en juego”.