Efeméride gastronómica
11 de octubre, Día Internacional del Dulce de Leche
La fecha fue establecida en 1998 para rendir tributo al manjar que se consume en distintos puntos del planeta pero fue reconocido como “Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico de la Argentina”.
Desde 1998, el 11 de octubre ha sido designado como el “Día Mundial del Dulce de Leche”. Si bien esa delicia inigualable lleva la patente de “gran invento argentino”, varios se pelean por los laureles de su creación.
Conocido como arequipe, manjar blanco, cajeta o caramel -según el lugar del mundo en el que nos encontremos- la simple mezcla de leche con azúcar ha generado millones de fanáticos a lo largo de varias generaciones. De origen polémico, tanto Uruguay como Brasil dicen ser sus inventores. Pero la realidad es que, como el colectivo y la birome, es un patrimonio bien argentino.
Recién en el año 2002, mediante al resolución SCN 1327/02, el Ministerio de Cultura de Nación impulsó el programa “Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico Argentino” para reconocer al dulce de leche como Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico de Argentina.
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De acuerdo a datos publicados por el Ministerio de Agricultura y el Observatorio de la Cadena Lactea Argentina (OCLA) en la Argentina se producen alrededor de 128 mil toneladas de dulce de leche al año y, en propemio, cada argentino consume 3,2 kilos al año, lo que lo ubica como el cuarto producto lácteo más elegido, después de la leche, los quesos y el yogurt.
En cuanto a las formas de consumo en el hogar, la principal es untado, y en menor proporción en preparaciones dulces y postres o, simplemente, a cucharadas.
Una historia de su origen
Existen sobre la creación del dulce de leche muchas versiones, aunque tal vez la más conocida sea la que se refiere a un “accidente” histórico. Corría el año 1829 y en Cañuelas, a 65 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, el federal Juan Manuel de Rosas y el unitario Juan Lavalle, iban a firmar un pacto que pusiera fin a las interminables guerras entre ambas facciones políticas.
Aquella mañana de julio, el general Lavalle llegó al campamento de Rosas. Como Rosas no se encontraba en el lugar, Lavalle se recostó en la cama de su pariente y enemigo político, donde se quedó profundamente dormido. En ese momento, una de las criadas de Rosas que estaba preparando la “lechada”, - leche con azúcar con la que el Restaurador tomaba mates – al advertir lo que consideraba una insolencia del unitario, salió corriendo para dar aviso de la situación a los guardias. Mientras tanto, la lechada seguía calentándose, y quemándose.
Cuando Rosas llego al pie de su catre, en lugar de enojarse, dejó que el guerrero continuara su descanso e inmediatamente pidió su mate. Lamentablemente, la lechada era ya un jarabe espeso de color marrón que supuestamente no servía para nada. Sin embargo, se cuenta que a Rosas se le ocurrió probar aquella jalea y que le resultó exquisita.