A 160 años de Pavón, la batalla del misterio en el sur santafesino
(Por Hernán Alvarez) – Al sur del arroyo Pavón, uno de los afluentes que desemboca en el río Paraná en el sur de Santa Fe, y cerca de los actuales pueblos de Godoy y Rueda, se decidió el destino de Argentina. Lo que ocurrió allí el 17 de septiembre de 1861, hace 160 años, fijó el rumbo de este país para el resto de su historia. Las consecuencias de lo que sucedió en esta región de nuestra provincia aquel día llegan hasta hoy.
La Batalla de Pavón es un mojón ineludible en la construcción de la República Argentina. Aquel enfrentamiento marcó el punto final de una guerra civil que comenzó en 1816 y que culminó en 1861 con un bando vencedor. Los unitarios. Fueron 45 años de luchas, enfrentamientos cruzados y desentendimientos. En Pavón, hubo un ganador que lo hizo por abandono. A partir de allí, las ideas que favorecieron a Buenos Aires se impusieron a sangre y fuego en la práctica. Aunque la Constitución nacional creada en 1853 diga que nuestro país cuenta con un gobierno federal.
El general Bartolomé Mitre fue el gran vencedor aquella vez. Él lideró en el campo de batalla las tropas porteñas que ganaron en tierra santafesina a pesar de estar perdiendo. Tras derrotar a Justo José de Urquiza, comandante del bando federal, Mitre fue designado presidente de la república. El unitario destrozó con sus tropas todos los atisbos del Partido Federal existentes tras aquel combate e impuso un modelo de país que privilegió la capital rica, poderosa económica y políticamente, sobre el resto del territorio. Ningún gobierno argentino en estos 160 años logró torcer esa preeminencia de los intereses porteños y bonaerenses por sobre los de las otras provincias.
Mitre, con una habilidad política pocas veces vista en la historia, transformó el rumbo de Argentina a favor de las clases altas porteñas. Escribió literalmente los libros de historia y forjó la cultura nacional con un sesgo a su favor. Torpe en el campo de batalla, compensó y revirtió esa falencia con una destreza insuperable para armar construcciones culturales colectivas y políticas favorables a los habitantes de la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Ayres, actual Capital Federal.
Argentina en 2021 puede entenderse a partir de 1861. Su alta concentración en una sola ciudad, la visión unilateral basada sólo en lo que ocurre en Buenos Aires y alrededores, la construcción de modelo de país macrocefálico se comprende si se examina lo que ocurrió entre la cañada Rica y el arroyo Pavón aquella vuelta.
Antes de Pavón
Juan Manuel de Rosas, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, fue derrotado por el Ejército Grande (que incluía un sector de soldados brasileños y de las otras provincias argentinas) comandado por JJ Urquiza el 3 de febrero de 1852 en Caseros, paraje muy cercano a la ciudad de Buenos Aires. El caudillo de la Mesopotamia fue construyendo poder en Entre Ríos y en otras provincias y fue capaz de batir a Rosas y a sus hombres. Su entrada triunfal en la Reina del Plata fue vista con desprecio por los porteños que siempre le dieron la espalda y lo menospreciaron. Pese a ser el hombre más rico y poderoso de Argentina.
Con Buenos Aires doblegada, Urquiza logró plasmar la Constitución nacional en 1853 con la pluma magistral de una figura de la argentinidad como Juan Bautista Alberdi. Una carta magna a la que esta provincia no adhirió al ser federal y no mantener sus privilegios.
Justo José fue designado presidente de la Confederación Argentina en 1854. Gobernó durante seis años difíciles con la sede en Paraná y con la oposición férrea de la elite porteña. Su presidencia fue boicoteada por toda la estructura de la ciudad de Buenos Aires que asfixió a la economía de la Confederación con medidas políticas y económicas en su contra.
En 1860, Buenos Aires aceptó unirse al resto de las provincias y se reformó la constitución para ello tras la Batalla de Cepeda del ’59. En el ’60, Urquiza terminó su mandato y lo cedió a Santiago Derqui. Derqui mostró incapacidad y debilidad para mediar en la cinchada entre federales y unitarios. Su gobierno no contó con la firmeza de su antecesor. Frente a este panorama, los políticos de Buenos Aires encontraron una ocasión propicia para tomar definitivamente el control de la nación.
Durante Pavón
Es el enfrentamiento más enigmático y difícil de explicar en la historia argentina. Antes del propio combate, hubo reuniones secretas para tratar la paz, según describe el historiador Roberto E. Landaburu en su libro reciente Del sueño al degüello (basado en la matanza de Cañada de Gómez). Landaburu a su vez cita a José María Rosa en su obra La Guerra del Paraguay. Hasta último momento, se buscó evitar la confrontación fratricida. En estos encuentros, se le habrían asegurado a Urquiza todos sus bienes, la conducción de Entre Ríos y demás negocios -cuantiosos- a los que era muy afecto el entrerriano. Landaburu afirma: “Comenzaba, eso así, una colosal mistificación de la historia pública. Tan colosal, que llevó al falseamiento del régimen constitucional de gobierno, dándose el espectáculo grotesco de que unitarios de doctrina gobernaron con el sistema federal. Ocurría antes y ahora también”
El ejército confederal estuvo integrado por 17.000 hombres. El bando porteño, por 22.000. Ambos grupos se encontraron al sur del arroyo Pavón, muy cerca del actual pueblo de Rueda. El combate duró dos horas.
Como Roberto Landaburu escribe, el ala izquierda de los federales bajo el mando de Juan Saá derrotó completamente a la caballería adversaria. También el ala derecha batió a los porteños de aquel lado. En el centro, los unitarios se impusieron. “Urquiza abandonó el campo de batalla a pesar de la victoria”, explica el historiador. Ante la retirada del caudillo, inexplicable para sus subordinados, Mitre avanzó hacia el norte después de haberse refugiado en San Nicolás. El porteño llegó con sus tropas a Rosario el 11 de octubre en señal de victoria. Justo José de Urquiza regresó a su provincia.
Buscar una explicación a lo que ocurrió es una tarea compleja. La respuesta quizás se encuentra en una serie de factores. Landaburu asegura en su libro: “Urquiza y los suyos decidieron que les era más barato llegar a un acuerdo con los porteños, sean comerciantes o terratenientes, que llevar una lucha a muerte, siempre y cuando no se metan con los asuntos de Entre Ríos”.
La claudicación del nacido cerca de Concepción del Uruguay fue vista como una traición por sus seguidores. Justo José de Urquiza quedó en un fuego cruzado. Despreciado por los federales tras Pavón y detestado por los unitarios por sus acciones previas. La historia lo dejó en el medio de los revisionistas a favor de Juan Manuel de Rosas y los defensores de Mitre y el porteñismo.
Después de Pavón
Tras este enfrentamiento fratricida, el porteño Mitre obtuvo la suma del poder político. Hecho que le permitió ser elegido presidente de la Nación Argentina, nótese la diferencia con la denominación Confederación Argentina, en 1862.
En los años siguientes se dio un proceso de aplastamiento y persecución de los seguidores del Partido Federal. Sólo Urquiza fue dejado en paz como gobernador y poderosísimo empresario de Entre Ríos. Probablemente por el pacto de no agresión acordado entre él y Bartolomé Mitre.
En nombre de la civilización y la modernidad que miraba como modelos a Estados Unidos y a Europa Occidental, y en especial a la república unitaria de Francia, se persiguió y asesinó a los principales referentes federales. Como ejemplo más paradigmático, el de Ángel Peñaloza. El caudillo riojano fue buscado, asesinado y degollado en 1863 por las tropas de Pablo Irrazábal y el propio militar uruguayo, que respondía al porteño Mitre.
Los gobernadores federales de las provincias fueron reemplazados por hombres afines a las ideas unitarias. El país tomó un rumbo con Buenos Aires como el puerto de ultramar dominante. Los ferrocarriles, elementos claves en el desarrollo argentino, llegaron a puntos recónditos, pero se armaron con un solo lugar de partida y llegada: la capital del país. Se desarrolló la agricultura y también la ganadería. Llegaron europeos y asiáticos a poblar un país con escasos habitantes.
En 1870, Domingo Sarmiento relevó a Mitre en la presidencia nacional. Él, como Nicolás Avellaneda y su predecesor, sentaron las bases de Argentina. Hasta 1930, el modelo agroexportador prosperó y fue capaz de hacerle un lugar a los inmigrantes que encontraron en el país un lugar para progresar. Muchos de ellos integraron una clase media que fue modelo en todo el continente americano. La crisis de 1929 que involucró los productos primarios que vendía Argentina pegó fuerte en nuestro país y desde el año siguiente se inició un camino cuesta abajo que se estima irreversible en las próximas décadas.
La matanza de Cañada de Gómez, acción impiadosa y repudiable
Las fuerzas federales retrocedieron ante la retirada de su líder, Justo José de Urquiza, en Pavón. Una división de confederales, principalmente bonaerenses, liderada por Benjamín Virasoro, marchó desde el arroyo Pavón hasta la zona de la actual ciudad de Cañada de Gómez. Allí, el 22 de noviembre de 1861, un grupo de unitarios bajo el comando de Venancio Flores y que incluía a mercenarios italianos, sorprendió a los 1.200 confederales e inició una matanza de unos 400 hombres, casi todos a degüello, según describe Landaburu en su libro Del sueño al degüello sobre esta acción bélica. Del lado porteño, sólo dos bajas. “La desproporción acredita el degüello a sangre fría. Irónicamente, ese habría sido el ejército del partido de la civilización y de las luces”, dice el historiador.
José Hernández y su hermano Rafael, integrantes del bando federal, lograron salvar sus vidas y huir hacia Santa Fe. El primero publicó el libro El gaucho Martín Fierro, obra cumbre de la literatura nacional, nueve años después, en 1872. Según Landaburu, Leandro Alem seguramente estuvo entre los sobrevivientes de aquella división. Alem llegó a ser un hombre muy trascendente en la política argentina al fundar, junto a otros políticos, la Unión Cívica Radical en 1891.