(Por Juan Manuel Fernández) – El nivel de humedad en el suelo aún no es suficiente para iniciar la siembra de trigo en condiciones aceptables para garantizar una buena implantación y se acentúa la incertidumbre entre los productores.
A semanas de sembrar, sigue faltando humedad para iniciar la campaña triguera
Desde el Sistema de Estimaciones Agrícolas (SEA), que difunde la Bolsa de Comercio de Santa Fe, advirtieron que “a semanas” del inicio de una nueva campaña de cosecha fina, se presentan “muchos interrogantes e incertidumbres”. Entre ellos, la escasez hídrica en los perfiles de los suelos en las distintas zonas o departamentos del centro norte provincial; la necesidad de “45 a 115 mm de agua, para un inicio normal de la implantación”; y los “pronósticos de escasas precipitaciones futuras”. A lo que se agregan: insumos más caros y de disponibilidad dudosa; cancelación de compromisos, principalmente alquileres; y escasa “espalda” financiera para comenzar el nuevo ciclo, lo que a su vez obliga a los chacareros a sembrar lo antes posible para apurar el ingreso de dinero a la empresa.
Relató que se están haciendo muestreos de humedad en el área de influencia y para ello tomaron dos casos: sobre un lote con soja aún en pie y en otro ya cosechado de maíz de primera. “Todavía estamos bastante lejos de tener un perfil recargado como para pensar en la siembra”, advirtió.
A un mes de la fecha de inicio, precisó que “en soja implantada al metro hay 118mm; y en el rastrojo de maíz 88mm”. Mientras que el “ideal” sería contar con mínimo de 120/150 mm para una buena implantación. Y en la zona central de la provincia “las lluvias invernales son escasas”.
A esto se suma otro dato preocupante: la napa “es totalmente despreciable, porque está a más de 6 metros de profundidad”, al menos en el predio de INTA. Por lo tanto, no se puede contar con ese recurso.
En primer lugar, sugirió retrasar “todo lo posible” la fecha de siembra, en la medida que el período crítico del cultivo no caiga en un momento del año con riesgo de heladas. “Si se siembra a tiempo, el período crítico cae en septiembre/octubre con bajo riesgo, de apenas 10/20%”, indicó. De la misma manera una dilación excesiva podría exponer el cultivo a posibles golpes de calor hacia fin de año.
Rosetti también mencionó que se debe ajustar la densidad según la fecha de siembra y el objetivo productivo. Y, teniendo en cuenta que muchos productores harán uso propio, “analizar las condiciones en las que se almacenó el grano (limpieza y humedad) y hacer análisis de poder germinativo”.
Un dato no menor es el pronóstico de Año Niño, por lo que recomendó “elegir materiales con buen comportamiento sanitario, de buena calidad”, así como curar la semilla antes de sembrar, ante la posibilidad de que la humedad estimule la proliferación de hongos.