Tragedia aérea en General López
Aero L-29, ícono de la Guerra Fría, acabó su campaña en Villa Cañás
El accidente protagonizado por el emblemático jet, único en Sudamérica, costó la vida de los dos pilotos tripulantes en la tarde de este domingo.
El avión siniestrado en la tarde de este domingo en el festival aéreo de Villa Cañás, que costó la vida del piloto y copiloto -uno oriundo de la localidad bonaerense de Salto y experto en acrobacias aéreas, y otro venadense- mientras realizaban una exhibición, un jet Aero L-29, era muy conocido en la Esmeralda del Sur, donde había participado de festivales aéreos, además de otras incursiones en ocasión de vuelos de entrenamiento de pilotos locales.
Su inconfundible estampa, de color gris con vivos rojos y el número 37 en los laterales, quedará por siempre asociada a una tarde trágica para sus dos jóvenes tripulantes, a la vez que en las próximas horas comenzará la investigación oficial de las causas del hecho que acabó con el avión estrellado e incendiado en un campo cañaseño.
En 2018, la aeronave propiedad del piloto de Carlos Casares, Alberto Pol -no piloteaba en esta oportunidad-, había sido una de las atracciones del festival Venado Vuela, organizado por el Aero Club en el aeródromo municipal “Tomas B. Kenny” venadense.
Se trata de un avión de reacción (creado con objetivos de entrenamiento militar para el combate aéreo) fabricado en Checoslovaquia para las naciones del Pacto de Varsovia -en el período de la Guerra Fría-, y que reemplazó a los Mig 15 y Mig 17 F de origen ruso.
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“La Fuerza Aérea soviética compró 3.500 unidades a la fábrica checa Aero Vodochody y los volaron desde 1966 hasta 1977”, comentó Pol a este cronista. “Cuando se dejan de usar como entrenadores pasan a formar parte de diversas fuerzas aéreas y, por ejemplo, los L-29 fueron usados en el bombardeo egipcio a Israel (Yon Kippur) y más adelante los utiliza Saddam Hussein, que tenía 100 unidades, para arrojar bombas químicas a los kurdos en Afganistán. Luego se volvieron obsoletos y pasaron a manos privadas. Estimo que quedarán unos 50 aviones L-29 en el mundo y éste es el único en Sudamérica. Yo lo compré en California, Estados Unidos, y lo trasladé a Uruguay, hasta que conseguí el permiso de la Fuerza Aérea Argentina para matricularlo como experimental”, reseñó el también dueño del biplano ruso Antonov, otra gran atracción de aquel Venado Vuela en el aeródromo municipal.
“Son aviones de costo operativo muy alto, ya que consumen 800 litros de combustible por hora y desarrollan una velocidad máxima de 800 km/h”, describió Alberto Pol.