Alerta ruralista por el atraso cambiario y el cepo importador
La medición de octubre de 2022 marca una participación de los impuestos sobre la renta agrícola del 61,3% para el promedio ponderado de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol. Es decir, que de cada $100 de renta (valor de la producción menos costos) que genera una hectárea agrícola, $61,30 es lo que representan los distintos impuestos nacionales, provinciales y municipales. Mientras que el promedio ponderado de cultivos a nivel nacional es de 61,3%, la participación del Estado en soja es del 67,7%, maíz 53,4%, trigo 50,9% y girasol 49,9%.
El índice de octubre es 0,2 puntos porcentuales más bajo que el de junio, traccionado por una leve mejora en los rindes esperados en soja para la campaña 22/23 en base a las primeras estimaciones de la campaña gruesa.
En el caso de soja, el indicador bajó de 68,4% a 67,7%, maíz de 53,9% a 53,4%, trigo subió de 50,4% a 50,9% y girasol subió de 44,8% a 49,9%. Si bien la participación porcentual de impuestos en la renta baja, la cantidad de impuestos en pesos que pagó una hectárea promedio entre la estimación de junio y octubre se incrementó.
En el caso de soja, los impuestos nacionales que paga una hectárea pasan de $89.986 a $104.056, en maíz de $54.480 a $69.264, en trigo de $38.069 a $41.527 y en girasol bajó de $42.693 a $34.357. Aquí queda claro que una mejora de precios o una mejora en los rindes, se traduce automáticamente en un mayor nivel de recaudación fiscal, principalmente de impuestos nacionales como derechos de exportación e impuesto a las ganancias que tiene una correlación directa con los ingresos y la rentabilidad.
Respecto a septiembre de 2021, el índice FADA bajó de 63,6% al actual 61,3%, donde opera principalmente una mejora de precios, principalmente en trigo.
Impacto en los costos
Contra septiembre de 2021, el incremento nominal del tipo de cambio oficial fue del 51,3%, pasando de $98,21 por dólar a $148,57.
En términos de tipo de cambio real, descontando los efectos de la inflación, en este periodo cayó un 21%. Medido a precios de octubre de 2022, el tipo de cambio de septiembre de 2021 era el equivalente actual de $187,54, el de septiembre de 2021 era el equivalente actual de $217,97.
Esto significa que el tipo de cambio se ha atrasado respecto a la inflación, incrementando los costos de producción al medirlos en dólares, un escenario malo para cualquier actividad exportadora.
Para ejemplificar, el costo de la siembra se encareció un 66% en dólares en los últimos dos años, mientras que los fletes se encarecieron un 88% en dólares. Esto sucede con todos los costos pesificados, es la consecuencia típica de los procesos de atraso cambiario, los costos en pesos comienzan a encarecerse al medirlos en dólares.
Aunque en la situación actual se potencia con otro factor, el efecto del cepo importador, que encarece el precio interno de los productos importados. El cepo tiene impacto directo sobre insumos clave para labores y fletes como neumáticos, repuestos y precio de los camiones y maquinarias.
En cuanto a los costos de insumos, los fertilizantes son los que vienen presentando mayores subas en dólares desde principios de 2021. La urea, y los nitrogenados en general, han cedido levemente, para terminar con un incremento del 84,9% en dólares respecto a septiembre de 2021. El PDA, y los fosfatados, respecto a septiembre de 2021, muestran una suba del 44,6% en dólares. Si se compara contra septiembre de 2020, el precio del PDA se ha incrementado un 176% y el de la urea un 119%.
Si se analiza la estructura de costos de los cultivos de acuerdo a la moneda en la que están expresados, se puede identificar que un 49% de los costos de una hectárea de soja están estrictamente dolarizados mientras que el restante 51% están pesificados. Si se considera el costo de la tierra dentro del esquema de costos, aquellos que son dolarizados en una hectárea de soja pasan a representar el 62%.
En el caso del maíz, como los fertilizantes y semillas tienen más peso que en el caso de la soja, los costos dolarizados ascienden al 54% de la estructura, mientras que los pesificados alcanzan el 46%. Si se considera el costo de la tierra, el peso de los costos dolarizados asciende al 61%. Tanto en soja como en maíz, se evidencia un aumento en la participación de los costos pesificados, como consecuencia directa del atraso cambiario.