Alfonsina y el mar: lo sublime de una canción
[vc_row][vc_column][vc_column_text](Por Mili López) – Hay canciones que marcan un momento puntual en la obra de un compositor. Si bien Ariel Ramírez compuso muchas canciones con una vara de calidad muy alta, es sin dudas “Alfonsina y el mar” su punto cúlmine. Lo sublime radica en la inspiración creativa que lejos de ser una composición trabajada surge, como decía Manolo Juárez, como “una fluida melodía de un solo trazo”.
“Me senté al piano y la melodía salió sola”, contó innumerables veces Ariel, y esa genialidad -que se vio reflejada en esta composición exquisita con tintes jazzísticos, pasajes clásicos y aires de zamba- fue la puerta de entrada para que se convirtiera en un clásico popular.
“Alfonsina y el mar” nació para la voz de Mercedes Sosa, como todas las canciones que conformaron la obra conceptual Mujeres Argentinas grabada en 1969. Se formó así un trío insuperable, sumando a la dupla compositiva de Ariel Ramírez y Félix Luna, la interpretación de esta cantante que llevó estas canciones al rango de íconos culturales.
Esta zamba es un homenaje a la poetisa Alfonsina Storni, que se suicidó el 25 de octubre de 1938. Si bien Ramírez no la conoció personalmente, hubo un lazo vincular entre la poetisa y el compositor. Su padre Zenón Ramírez fue maestro de Alfonsina en una escuela en la localidad de Coronda. “Los primeros poemas que Alfonsina escribió se los enviaba a mi padre para que los leyera”, contó una vez Ariel, y ello le otorga otra relevancia y emotividad a esta obra.
“Cuando se la toqué a Mercedes y ella la cantó, le empezaron a caer lágrimas de sus ojos, me abrazó y me dijo: ‘Esto me llegó al alma y vamos a llegar a todos los rincones del país'” contó Ramírez. Lo cierto es que llegó a todos los escenarios del mundo, transformándose en una obra universal.
De puño y letra
La partitura de “Alfonsina y el mar” dice tempo de zamba, y si bien en términos generales la forma y el ritmo se atienen a lo característico de esta danza, Ramírez introduce elementos que evidencian varias influencias en su composición: acordes dominantes, modulaciones propias del jazz y el lirismo melódico. Es un equilibrio justo entre tradicional y moderno.
En el sentido musical, la melodía comienza con alteraciones en relación con su tonalidad, lo que le imprime un sentido melancólico, buscado deliberadamente por el autor para crear la atmósfera trágica que relatan los versos de Félix Luna.
La introducción es típica de una zamba. En el interludio el piano del maestro toma relevancia y se luce en un lenguaje ligado al romanticismo europeo, si se permite beethoveniano. Un fiel reflejo de una característica de este compositor que son los puentes entre la música clásica y la música popular. En la segunda parte de la canción, la melodía va tomando más fuerza, más pasión, más tragedia, en un registro agudo.
Primero Ramírez compuso la música y luego Luna escribió los versos. Dice Sergio Pujol en su libro “Canciones Argentinas”: “No es un poema musicalizado, es una canción con letra ad hoc”. Así, “Falucho” se valió de la lectura de algunos poemas y de su trágico desenlace. La retrató como una heroína que buscaba ser comprendida. “Quería que se viera a Alfonsina como en una especie de entrega, y que se reflejara que era acogida por todos los habitantes del mar”, contó Félix Luna.
En la última estrofa hay una clara referencia a Voy a dormir, un poema escrito por Storni pocos días antes del suicidio y que envió a la redacción del Diario La Nación y fue publicado al día siguiente de su muerte. Bájame la lámpara un poco más/déjame que duerma nodriza, en paz/ Y si llama él no le digas que estoy/ Dile que Alfonsina no vuelve
Concluye Pujol: “La audición de Alfonsina y el mar ya no sólo evocará a Alfonsina Storni sino también a quienes la devolvieron al mundo en forma de canción”.
La más versionada
“Alfonsina y el mar” ha recorrido el mundo. Centenares de versiones de intérpretes de distintos países, con diferentes estilos musicales y en varios idiomas han hecho que esta canción crezca y llegue a públicos disímiles. La potencia de la historia y la fluidez de la melodía hizo que su escucha sea siempre emocionante.
La han grabado artistas como Lucho Gatica o Chabuca Grande, cantantes líricos como José Carreras y Plácido Domingo, cantantes de pop como el español Miguel Bosé, el cantaor español Diego El Cigala, los chilenos Inti Illimani y figuras de recorrido internacional dentro del mundo de la canción como Tania Libertad, Nana Mouskouri y Paloma San Basilio.
En nuestro país, la canción resonó en la voz de Patricia Sosa, Soledad Pastorutti, Charo Bogarin, la Bruja Salguero, Los Chalchaleros, Los Tucu Tucu, Jairo, Andrés Calamaro, Luis Salinas, Nahuel Penissi, Los Nocheros, entre muchos otros.
De las más recientes, la propuesta de los argentinos Adrián Iaies y Raúl Barboza, la versión del músico israelí Avishai Cohen acompañado solo por su contrabajo o la joven española Rita Payés con la guitarra de Elizabeth Roma son perlas para ser guardadas.
En 2021, después de 52 años de su composición, ¨Alfonsina y el mar¨ sigue siendo cita obligada del cancionero popular. La cantante mexicana Natalia Lafourcade la grabó en marzo y con una excelente versión la trapera Cazzu junto a Lito Vitale hicieron lo propio en el mes de julio. Mientras que Raly Barrionuevo la incluyó en su reciente trabajo “1972”.
¿Qué es lo que hace que esta zamba pueda ser cantada por artistas tan distintos y siempre transmita la misma emoción? Sin lugar a duda, su lirismo melódico y su calidad poética. Una excelsa composición que sabe transmitir la historia que quiere contar, con sus momentos expresivos a flor de piel.
Una perlita de esta historia es que los restos de Ariel Ramírez y de Alfonsina Storni descansan en el Cementerio de la Chacarita a sólo cinco metros de distancia.
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