Banderazo celeste y blanco: la noche de Doha invadida por ese delirio bien “argento”
(Por Enrique Cruz, enviado Especial la Doha, Qatar) – No sé cuántos habrán (habremos) sido. Miles y miles estoy seguro. Souq Wakif es el tradicional mercado, un conglomerado de callejuelas convertidas en peatonales, con barcitos y un toque tradicional de estas tierras árabes, coqueteando con lo nuevo y moderno pero manteniendo esa cosa tradicional de tiempos no muy lejanos (este es un país muy joven), cuando Souq Wakif era otra cosas y no se abría a la popularidad de tantos miles de futboleros que han llegado desde lugares recónditos del planeta para presenciar esta copa del mundo.
Y ahí estamos nosotros, los argentinos. La verdad que esta cultura del banderazo debe ser una de las mejores creaciones de los últimos tiempos, porque responde a una costumbre muy nueva, que antes no existía.
Y si bien se observa una gran legión de brasileños, también de mexicanos y los ecuatorianos, que lamentablemente se están yendo eliminados luego de la caída ante Senegal, los argentinos siempre nos ingeniamos para dar la nota. Y esta vez, sorprendiendo al mundo qatarí, extasiado por esta demostración de pasión y fervor que copó el centro de atención de esta ciudad.
banderazo
“Soy de Gálvez pero vivo en Rosario. Me quedo hasta el 18 de diciembre. Esta es una fiesta que no me quería perder por nada del mundo y me tengo una fe bárbara. Tengo la bandera con Maradona y Messi que es un verdadero llamador. Nunca pensé en mi vida que tanta gente de todo el mundo me iba a pedir una foto”, cuenta Fernando al enviado de El Litoral, mientras no para de sacarse fotos y de cantar.
“¿Así que vas seguido a Mendoza a cubrir partidos de Colón y Unión?, bueno, ahora conociste al famoso ‘Indi’, en Mendoza lo conocen todos”, señala un grupo de mendocinos que deben estar extrañando horrores el religioso y obligado ritual de tomarse un buen vino en esas tierras doradas de la vid.
Unos se iban, otros llegaban, pero siempre esa multitud fervorosa, remeras y camisas mojadas por la transpiración (tuvimos un día de 32 grados y una nochecita que no baja de los 23 o 24) y cada tanto, el “Brasil, decime qué se siente…”, que desde el 2014 se ha convertido en una “mojada de oreja” constante de los argentinos hacia el clásico rival al que siempre se le quiere ganar.
Argentina está ante un partido decisivo ante Polonia y seguramente el “974”, el estadio de los contenedores en el que la capacidad máxima es de 45.000 espectadores, tendrá un claro dominio celeste y blanca en sus tribunas, como para que suene más fuerte que nunca el siempre bien ponderado: “Y ya lo vé, y ya lo vé… Somos locales otra vez”.