La que se antojaba una investigación especialmente compleja se ha terminado resolviendo en poco más de una semana. El grupo de homicidios de los Mossos d’Esquadra de Barcelona detuvo este fin de semana a dos hombres de 31 y 51 años, un ucraniano y un irlandés, acusados de matar y descuartizar a un alemán que les había realquilado sendas habitaciones. Los tres convivían en el inmueble de la víctima, una espaciosa vivienda en el séptimo piso del número 91 de la calle Casanova, cuyos vecinos han vivido un fin de semana angustioso al saber que el crimen del contenedor en el que arrojan a diario la basura, se cometió en su edificio.
Barcelona: dos extranjeros descuartizaron a su subarrendatario y lo tiraron a la basura
Los dos detenidos han pasado este lunes a disposición judicial, tras negarse a declarar a los investigadores. La titular del juzgado número 23 ordenó el ingreso en prisión del irlandés, mientras que dejó en libertad con cargos al joven ucraniano. A este último le retiró el pasaporte y le prohibió abandonar el país. Las detenciones se produjeron el viernes y no han trascendido hasta esta mañana. Pero nada se sabe de la motivación de los presuntos autores. Uno de los detenidos, un joven de nacionalidad ucraniana, no llevaba ni dos semanas en el edificio, aseguró la portera de la finca y testigo de excepción de todo lo acontecido.
La mujer se pasó el lunes atendiendo con exquisita amabilidad a todos los medios de comunicación. Y relató como el inquilino del séptimo, un ciudadano alemán de unos 50 años, llevaba varios años viviendo en el edificio y otros muchos realquilando habitaciones. Un procedimiento poco ortodoxo que le había originado más de un conflicto con el gestor de fincas. En cualquier caso, la vecina que hay justo debajo del escenario del crimen aseguró que se trataba de un “hombre muy discreto y amable”.
De los dos últimos inquilinos, ambos detenidos, se sabe que uno era ucraniano, el recién llegado, y un irlandés que llevaba un poco más de tiempo. Poco después del crimen, un grupo de amigos de la víctima se trasladó hasta el edificio porque hacía días que no tenían noticias del alemán. “Yo misma les acompañé hasta el séptimo, pero nadie abrió la puerta. Estaban preocupados y hablaron de ir a la comisaría”, añade la empleada de la finca. Pero la denuncia no se llegó a presentar porque para entonces las indagaciones del grupo de homicidios ya les habían señalado el número 91 de la calle Casanova.
El bautizado por los investigadores como caso Delta recibió un impulso definitivo con el visionado de las imágenes de las distintas cámaras de seguridad que certificaron que la maleta con el cadáver incompleto salió de la portería que hay justo delante del contenedor. Y en esa finca se centraron los investigadores que recorrieron, puerta a puerta, todas las estancias en busca de indicios que les ayudaran a identificar a la víctima y a reconstruir los hechos.
Finalmente las detenciones se realizaron el viernes. A primera hora de la mañana, un grupo de mossos de paisano pidió a la portera que les acompañara hasta el séptimo piso. A pesar de llamar insistentemente, nadie les abrió la puerta. “Aunque ya les advertí que allí dentro había alguien seguro porque se oían ruidos”. Mientras los policías interrogaban a los vecinos de rellano, pidieron a la trabajadora que se alejara. “Desenfundaron las pistolas y yo ya no bajé ni por el ascensor, corrí escaleras abajo y salí a la calle. Lo siguiente que vi fue que se llevaban esposado al último en llegar, el joven de Ucrania”.
Esa misma noche los mossos arrestaron al segundo inquilino, un irlandés que regresaba al domicilio. Lo interceptaron en la entrada del edificio cuando regresaba a la casa.
El sábado la policía científica trabajó minuciosamente en la vivienda. Analizaron todo el espacioso inmueble en el que localizaron el escenario del crimen y del descuartizamiento del cadáver. Pero no encontraron el resto del cadáver, ni las extremidades inferiores y superiores, ni la cabeza. Pudieron haberse deshecho en días anteriores, utilizando el mismo procedimiento de arrojar las fracciones en el contenedor, pero sin ser descubiertos.