“En las provincias de Santiago del Estero, Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba, una caída de 10 puntos porcentuales en la producción agrícola implica una disminución de 0,7 puntos porcentuales en la tasa de crecimiento del producto bruto provincial (Rozenberg y otros, 2021)”.
Cada 10 puntos de baja en las cosechas el Producto Bruto provincial cae un 0,7%
Así está definido en el reciente informe sobre “Clima y Desarrollo del País” con el que el Banco Mundial analiza el impacto potencial por la falta de lluvias en la economía y en la sociedad, más allá del negocio agropecuario.
“Las sequías más frecuentes están afectando al sector de la agricultura, que es un motor de crecimiento y exportaciones en Argentina, uno de los productores agrícolas más grandes del mundo. La agricultura representa el 7 % del producto interno bruto (PIB) y las exportaciones de agroalimentos siguen siendo una fuente fundamental de ingresos en divisas e ingresos federales, ya que representan el 65 % de las exportaciones totales (Lema y Hermo, 2019)”, dice el documento.
La campaña de trigo 2021/22 en el país alcanzó 22,4 millones de toneladas; la presente se recortaría a 14 millones según la Bolsa de Cereales o incluso a 13,7 millones de acuerdo a las proyecciones de la Bolsa de Comercio de Rosario, que ha advertido no sólo el recorte en cantidad sino el impacto en la calidad del cereal, producto del estrés hídrico.
Pero la espiga no es la única víctima de la falta de lluvias. La soja acusa también su impacto: “hace un año estaba sembrado el 50% de los lotes; hoy solo el 5%. Se van a reducir fertilizantes, algunos no van a fertilizar. Otros no colocarían inoculantes. Muchos productores optaran por una estricta economía de guerra”, advirtió la pasada semana la BCR. En su informe detalló que la campaña de soja afronta “la siembra más trabada de los últimos 12 años”.
Mientras la siembra de maíz tiene más gente mirando pronósticos que tomando decisiones, en pocas horas más debería conocerse un nuevo informe del Panel de Discusión de Especialistas sobre el fenómeno de “El Niño”, que promedia pronósticos de centros atmosféricos y oceánicos de todo el mundo y difunde el NOAA de Estados Unidos. El último informe detalló que La Niña -causante de escasas lluvias en las pampas argentinas- seguirá al menos hasta marzo próximo.
Para afrontar el fenómeno del cambio climático, el documento del Banco Mundial recomienda, entre otras medidas, invertir en infraestructura para el almacenamiento del agua para agricultura, profundizar las vías navegables, planificar infraestructura de transmisión para conectar la energía renovable a la red de distribución, utilizar vehículos eléctricos, invertir en infraestructura verde para mitigar las inundaciones y a aumentar la capacidad para la planificación urbana.
Advierte que “la dependencia del capital natural que se experimenta en Argentina contribuye a la vulnerabilidad del país frente el cambio climático en el ámbito de la agricultura y la energía hidroeléctrica, y frente a la transición hacia las bajas emisiones de carbono en el ámbito de la industria del petróleo y el gas.
“Sin embargo -añade- también ofrece oportunidades de crecimiento. En el país, se puede crear un modelo de crecimiento inclusivo, resiliente y de bajas emisiones de carbono si se aprovechan las ventajas comparativas en cuanto a la agricultura climáticamente inteligente, las baterías de litio y para vehículos eléctricos y la energía renovable, al tiempo que se incrementa la productividad mediante la seguridad hídrica.
Prioridades macro
“Habida cuenta del contexto macroeconómico de Argentina -dice el Banco Mundial- es fundamental que se prioricen las políticas climáticas compatibles con el aumento del potencial de crecimiento del país, o que puedan contribuir al desarrollo de dicho potencial, sin dejar de lado la pobreza y la distribución”.
Más allá de las inversiones recomendadas, el BM señala en materia de reformas macrofiscales e incentivos de precios, la necesidad de “Eliminar gradualmente los subsidios a la energía y los impuestos al carbono tratando de recircular los ingresos procedentes del carbono para proteger a la población más pobre y, al mismo tiempo, crear amortiguadores para enfrentar los eventos climáticos”.
También propone “crear e implementar incentivos de precios para las tecnologías de baja emisión de carbono en el sector del transporte: biocombustibles de nueva generación, hidrógeno verde, vehículos eléctricos”. Y “fortalecer los sistemas públicos y los mecanismos privados para pagar los servicios ecosistémicos destinados a mitigar la deforestación”.
Capital humano
En esta materia del Banco Mundial recomienda “conectar de mejor manera los sistemas de protección social con los sistemas de control de riesgos para lograr una mayor resiliencia frente a los eventos climáticos; realizar reformas educativas para modificar las conductas relacionadas con el consumo de productos de bajas emisiones de carbono y la concientización sobre los riesgos climáticos (por ejemplo una ley de educación ambiental) y crear políticas de readiestramiento y adaptar las políticas de apoyo social para incluir la transición hacia los empleos verdes”.