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Cambio climático: el hielo marino en la Antártida sigue desapareciendo y alcanzó el registro más bajo de la historia
No se recupera todo el hielo que se pierde. La superficie que no se formó es más de tres veces mayor a la de la provincia de Buenos Aires.
El hielo marino de la Antártida continúa disminuyendo. Después de un 2022 donde se había consignado un alarmante descenso, este lunes se conocieron nuevos números que llevaron a los registros máximos a los niveles más bajos desde que comenzaron a estudiarse, hace 44 años.
“El 10 de septiembre de 2023, el hielo marino en la Antártida alcanzó una extensión máxima anual de 16,96 millones de kilómetros cuadrados (6,55 millones de millas cuadradas), estableciendo un máximo récord en el registro satelital que comenzó en 1979, informó el Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC) en un comunicado publicado en su sitio web oficial.
La "banquisa" o hielo marino de la Antártida, nombre con el que se define a la "capa de hielo flotante" que se forma en las regiones oceánicas polares, sufre un deshielo y se derrite durante el verano, y se vuelve a formar en el invierno, estación que terminó recientemente en el hemisferio sur.
Esta es la primera vez que la extensión del hielo marino no ha superado los 17 millones de kilómetros cuadrados
“El máximo de este año está 1,03 millones de kilómetros cuadrados por debajo del mínimo histórico anterior establecido en 1986. También está 1,75 millones de kilómetros cuadrados por debajo de la extensión máxima promedio de la Antártida entre 1981 y 2010”, apuntó el informe.
Y agregó: “Esta es la primera vez que la extensión del hielo marino no ha superado los 17 millones de kilómetros cuadrados”.
En febrero, en pleno verano austral, el hielo marino de la Antártida alcanzó su punto más bajo, con una extensión mínima de 1,79 millones de kilómetros cuadrados, un récord de derretimiento, según el NSIDC.
"En el Ártico, donde ahora termina el verano, el hielo marino alcanzó su extensión más baja del año, con 4,23 millones de kilómetros cuadrados. Es el sexto registro más bajo en 45 años de datos. La banquisa se volvió a formar a un ritmo inusualmente lento, a pesar de la llegada del invierno. Durante décadas, el hielo marino se mantuvo estable o incluso se expandió ligeramente", explicó el centro de monitoreo.
El rápido aumento de las temperaturas ya causó un cambio significativo
El observatorio estadounidense agregó: "Desde agosto de 2016, la tendencia relativa a la extensión del hielo marino antártico ha experimentado un fuerte descenso, durante casi todos los meses" del año, pero esta tendencia parece ya "vinculada al calentamiento de la capa superior del océano".
De todas maneras, también aclaró que se trata de “un anuncio preliminar” porque “los vientos cambiantes o el crecimiento tardío aún podrían aumentar la extensión del hielo antártico”. “Los científicos del NSIDC publicarán un análisis completo de las condiciones de septiembre en la Antártida y el Ártico a principios de octubre”, informó ese organismo.
Preocupación
“Existe cierta preocupación de que esto pueda ser el comienzo de una tendencia a largo plazo de disminución del hielo marino antártico, ya que los océanos se están calentando globalmente y el agua cálida mezclados en la capa polar del Océano Austral podría continuar”, sugirió la NSIDC.
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En paralelo, explicó que “el Océano Austral y su hielo marino es un componente importante del equilibrio energético de la Tierra, refleja la luz solar de regreso al espacio y sustenta un rico ecosistema en el borde del hielo”.
“Además, si la extensión dramáticamente menor del hielo marino continúa hasta el mínimo del verano de 2024 y más allá, una gran parte de la costa antártica quedará expuesta a las olas del océano y al clima marino”, advirtió.
Además, remarcó que esa situación “puede provocar dos impactos opuestos: la erosión del hielo costero más perenne y de las plataformas de hielo, desestabilizando la capa de hielo; o una mayor acumulación cerca de la costa, compensando en parte la amenaza del aumento del nivel del mar”.
Walt Meier, principal científico del NSIDC, concluyó que “no es sólo un año récord, es un año récord extremo".
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