La milenaria tradición de la caña con ruda, arraigada en la cultura guaraní, se ha mantenido viva a lo largo de los siglos y encuentra su origen en la sabiduría ancestral de estos pueblos originarios. Los cronistas de Indias nos cuentan que, durante el mes de agosto, los territorios eran azotados por intensas lluvias y el frío estacional, lo que daba lugar a la propagación de enfermedades epidémicas que amenazaban la vida de las comunidades, llegando incluso a diezmar aldeas enteras. Ante tal adversidad, los nativos recurrían a sus chamanes, quienes elaboraban un remedio a base de mezclas de hierbas y licores para combatir estos males.
Caña con ruda: cómo se prepara y por qué se toma el 1 de agosto
En sus inicios, las mezclas eran confeccionadas con licores fabricados a partir de chañar, patay, tunas o algarroba, a los cuales se agregaban hierbas medicinales y la poderosa contrayerba. Con la llegada de los europeos, los componentes de esta bebida se “modernizaron” y evolucionaron, como un reflejo de los nuevos intercambios culturales y la incorporación del cultivo de caña de azúcar en la época de colonización española. Así surgió el aguardiente de caña que conocemos hoy en día. Además, la llegada de la ruda a América no pasó desapercibida, ya que se reconocieron sus capacidades medicinales, utilizándose especialmente la ruda macho para combatir parásitos y malestares estomacales, así como para aliviar irritaciones y picaduras de insectos.
El imaginario guaraní fue dotando a la planta de ruda y a la bebida misma con propiedades y virtudes que trascendieron el aspecto puramente medicinal. Surgió así una creencia popular que considera a la ruda como un poderoso conjuro contra la envidia ajena y la mala suerte, convirtiéndose la bebida en un amuleto para “espantar los males del invierno”.
La tradición se mantiene vigente y cada 1 de agosto, en sintonía con el Día de la Pachamama celebrado en algunos países de América del Sur, las personas siguen el ritual de tomar tragos de caña con ruda, generalmente tres, al levantarse y en ayunas. Esta práctica busca atraer la salud y la buena fortuna, alejando así cualquier maleficio que pueda acechar. Es un legado cultural que persiste como una forma de mantener viva la memoria de los antepasados y preservar los saberes tradicionales.
La caña con ruda no solo es una bebida con propiedades medicinales, sino también un símbolo de la identidad y la conexión con las raíces ancestrales. En un mundo moderno y cambiante, estas tradiciones nos recuerdan la importancia de honrar y valorar nuestras raíces culturales como un legado invaluable que merece ser conservado y compartido con las futuras generaciones.
Técnica milenaria
La caña con ruda, una bebida con raíces ancestrales que ha resistido el paso del tiempo, es considerada por muchos como una auténtica “vacuna” para afrontar los males del invierno. Si bien la fórmula puede variar según el gusto del consumidor, existe un arte detrás de su elaboración que merece ser explorado.
Para preparar esta icónica bebida, se mezcla alcohol etílico con agua hervida o agua mineral en proporciones que se ajustan al paladar de cada individuo. Expertos en la materia sugieren agregar alcohol en un 25% para evitar que la bebida resulte demasiado fuerte.
Hasta hace poco, la caña paraguaya era la opción preferida, especialmente en la región del nordeste, donde se estima que su calidad es destacable. Las hojas de ruda macho, por su parte, son maceradas y su pasta es volcada al interior del recipiente que contiene la “caña” o preparado casero. Es esencial realizar esta operación con varios días de antelación para lograr una mezcla efectiva de los ingredientes y, de esta manera, potenciar la eficacia de la “vacuna”.
El toque distintivo de la caña con ruda radica en la quema de azúcar en una taza o bol pequeño, hasta obtener caramelo. Una vez caliente, se vierte en el recipiente en cantidades variables según el color deseado del preparado. Cuanto más caramelo se agregue, más oscura se tornará la caña con ruda, otorgándole un aspecto característico y único.
Finalmente, para dar el toque refrescante y cítrico que completa la mezcla, se agregan rodajas de limón al final del proceso de preparación. Esta antigua técnica no solo realza el sabor, sino que también aporta una nota fresca y equilibrada a la bebida, la cual está lista para ser degustada y disfrutada en compañía de amigos y familiares.
La caña con ruda es mucho más que una simple bebida, es una manifestación cultural que ha trascendido generaciones, manteniendo viva la memoria de los antepasados y sus conocimientos ancestrales. Conservar estas tradiciones es una manera de honrar nuestra identidad y enriquecer nuestra cultura. A medida que el tiempo avanza y las costumbres evolucionan, preservar esta técnica milenaria es una manera de mantener vivo el legado de nuestros ancestros y de conectarnos con nuestras raíces.