La mirada de un especialista
Caso Loan: la importancia de los perros en la búsqueda del pequeño
Entrevista con Walter Barbieri, bomberos de Venado Tuerto que participó en los rastrillajes junto a su perro Milo.
El caso del pequeño Loan Danilo Peña, de tan sólo 5 años, mantiene en vilo a todo el país desde el pasado jueves 13 de junio cuando desapareció luego de un almuerzo en la casa de su abuela en la localidad correntina de 9 de Julio.
La búsqueda del niño motivó un gran despliegue que incluyó a cientos de personas que iniciaron un extenso rastrillaje por zonas descampadas en cercanía al domicilio donde se lo vio por última vez. Luego de varios días sin novedades, hubo un giro en la causa y lo que en un principio se presentaba como un niño perdido, se convirtió en una desaparición forzada, vinculada a la trata de personas. Hoy Loan sigue sin aparecer y la investigación continúa, incluso hay varios detenidos, entre ellos familiares directos.
En todo momento, quienes cumplieron –y cumplen- un rol central en los operativos son los perros, quienes fueron detectando elementos importantes para la causa.
En la primera etapa de búsqueda, los canes fueron liderando los rastrillajes, tratando de obtener algún indicio de dónde podía estar el niño o qué dirección podría haber tomado. Allí estuvieron dos perros de la Brigada K9 del cuartel de Bomberos Voluntarios: Milo junto al comandante mayor Walter Barbieri y Cooper junto al agente Manuel Bracco, quienes durante 48 horas colaboraron en la tarea.
“Llegamos el martes pasado (18 de junio) a la madrugada a 9 de Julio y a las 7.30 nos presentamos en el puesto de comando, a la vera de la ruta, donde se organizaban los rastrillajes. A nosotros nos enviaron campo adentro, a unos 8 kilómetros, tratándose de un área de 2 kilómetros de profundidad por 5 kilómetros de ancho, que barrimos junto a unos 20 efectivos de fuerzas de seguridad. Era un terreno muy difícil para camina, no sólo para nosotros, sino también para los perros debido a que había muchas lagunas, barro, pantanos, gramilla alta y espesa”, contó Barbieri.
Según precisó, del monte de naranjas, último lugar que supuestamente fue visto Loan, a unos 400 o 500 metros de la casa de la abuela, “estábamos muy lejos, ya que la ruta estaba a unos 6 kilómetros y nosotros a unos 8 o 9 más adentro, así que nos ubicamos a unos 15 kilómetros del punto de desaparición”. Y añadió: “Lamentablemente, en esa área donde trabajamos no había absolutamente nada”.
Ya el día miércoles, continuaron en la misma zona rastrillando, aunque un poco más alejado y en este caso acompañado con perro que buscan personas sin vida.
Puede interesarte
Sin rastros
Barbieri precisó que los perros que encabezaban la cuadrilla de rastreo “no mostraron interés en ningún momento, no encontraron ni una partícula de olor que los motivaran a seguir buscando. De todos modos, se barrió completa esa zona, ya que nunca se sabe en qué lugar podía llegar a aparecer algún rastro, a pesar que, por la distancia y las características del terreno, difícilmente podía llegar a caminar por allí”.
Pruebas aportadas
A partir de su experiencia en el trabajo con perro, Barbieri también hizo referencia a las pruebas que pudieron aportar los perros, como el rastro del niño que llega a 400 metros de la vivienda y lo detectado en uno de los vehículos investigados.
“Los perros que hacen búsqueda por rastro específico, es decir que se le hace oler una prenda de la persona extraviada, o elementos como zapatos y hasta colilla de cigarrillo si se trata de un adulto; pueden detectar ese olor, incluso habiendo miles de olores o personas a su alrededor. Cuando encuentra un rastro, lo sigue a partir de partículas que hay en el suelo. Si el perro llega hasta un punto y no sigue, dando vuelta en círculos, como desorientado, está indicando que llegó ahí y no siguió caminando”, detalló, tal como sucedió en este caso.
Lo que india esta prueba es que al menor lo pudieron llevar, ya sea alzado como en algún vehículo u otro medio. “Para ello se trabaja con tres perros, para ver si todos hacen el mismo trabajo”, señaló, remarcando que todos hicieron el mismo recorrido y frenaron en el naranjal, punto donde se pierde el rastro de Loan.
Mientras que el aporte de lo hallado en uno de los vehículos, precisó: “Los perros que trabajaron fueron de policía científica, con un accionar mucho más específico con levantamiento de rastro, utilizando canes de venteo y de rastro, y colocando papel de aluminio en diferentes partes del vehículo, como asientos, cabezales, para que genere calor y salga a superficie la partícula de olor. Si la detecta, el perro va a marcar, ya sea sentándose, rascando o ladrando, dando indicio que estuvo en ese lugar”.