Chovetense fabricó su propia variedad de tomate y ya vendió mil paquetes de semillas a 15 provincias
Franco Rossi tiene 21 años y es oriundo de la localidad de Chovet. Desde muy chico compartió con sus abuelos maternos el interés por sembrar, cosechar y consumir su propio alimento, transformándolo en el presente casi en un oficio. Esa curiosidad, mezclada con algo de pasión, lo llevó a montar su propio invernadero donde nacen diferentes tipos de semillas.
Lo valorable es que ya vendió sus semillas a 15 provincias de distintos puntos del país y creó un tipo de tomate que lleva su sello. “Empecé hace cuatro años produciendo tomates, por una necesidad adolescente de tener mi propio dinero y darme gustos. Mis abuelos maternos siempre hicieron huerta y es algo que heredé de ellos”, contó a Sur24.
Con el paso del tiempo conoció a Edith Peronja, una chovetense radicada en Estados Unidos, y a su marido Walter, que podría decirse que lo “metieron” en el mundo de la genética. De hecho, está estudiando en Rosario la Tecnicatura Superior en Genética y este año se recibe.
“Vinieron a visitar mi invernadero y me propusieron el mejoramiento genético para tener una variedad propia de tomate. El proyecto se fue modificando por gustos míos. Ahí empecé a encontrar un mundo que me sorprendió muchísimo y decidí seguir de lleno con el rubro de las semillas”, explicó.
Estos tomates, que viene desarrollando desde hace tres años, se estima que para septiembre próximo estarán a la venta. Son cerca de 90 las plantas de esta variedad que tiene en su propio invernadero, sostenido a nivel profesional: riego automático por goteo; regulación de calefacción a gas; ventiladores para las condiciones de humedad y luces led para controlar el foto-período de las plantas, entre otras características.
“Es una experiencia para disfrutar del camino, porque es positivo que cada persona comience a producir su propio alimento por una cuestión saludable. No hay nada como lo que se produce en casa. Tiene otro sabor y placer cosechar los propios frutos que uno siembra”, aseguró. Y agregó: “Los fines de semana me los paso en el patio de mi casa. Parece una actividad sencilla, pero lleva muchísimas horas dedicadas”.
El día de mañana planea trabajar con cereales, puntualmente maíces, y dejar las hortalizas: “Es un comienzo positivo y me dio mucho más de lo esperado, porque llegué con mis semillas a 15 provincias distintas desde Salta a Santa Cruz”, rescató. Admite que le gustaría producir mucho más por la demanda de la gente y que trata de hacer “lo mejor posible con lo que tengo a mi alcance y el tiempo disponible”.
Luego, remarcó: “Tengo palabras de agradecimiento para las personas que me rodean. Recibo comentarios positivos y eso me motiva a seguir adelante. Gracias a mis clientes, que sin ellos nada es posible; a mis padres por la ayuda que me dan; y a Walter y Edith”.
Trabajo de laboratorio
Con cada semilla, Franco lo primero que hace es accionar los procesos de esterilización para su posterior empaquetado. Separa por lote y se ayuda con herramientas de laboratorio. Con apoyo del germinador, prueba calidad del vigor y el poder germinativo que tienen.
Actualmente está trabajando con la idea de empezar a hacer cultivos in vitro de esporas de hongos patógenos, en busca de “infectar” plantas y buscar las más resistentes. Esto es para seguir con los planes de mejoramiento genético que fue aprendiendo durante sus estudios.