En el aniversario de su fallecimiento
Cinco grandes obras del genial Pedro Pablo Rubens
El maestro del barroco flamenco es una figura clave en la historia del arte. Con su dominio del movimiento y la sensualidad, dejó trabajos que son un eslabón central del patrimonio de la humanidad. Un repaso por un puñado de trabajos que resumen su estilo.
(Por Juan Ignacio Novak) - Pedro Pablo Rubens nació el 28 de junio de 1577 y falleció el 30 de mayo de 1640. Fue un pintor barroco flamenco que trascendió en el tiempo por su estilo exuberante, donde priman el movimiento y la sensualidad. Trabajó con retratos, paisajes, escenas mitológicas y religiosas, así como alegorías históricas. Es considerado uno de los principales exponentes del barroco, estilo marcado por la teatralidad y el dramatismo. Un aspecto que se valora de sus trabajos es la vitalidad que logró imprimirles, hasta tal punto que sus técnicas de manejo de la luz influyeron en la pintura posterior.
A diferencia de otros artistas plásticos, Rubens fue muy conocido durante su vida. Trabajó en varias cortes europeas, como España, Francia e Inglaterra, y sus obras fueron admiradas por artistas de toda Europa, incluso por su contemporáneo Diego Velázquez. Parte de ese reconocimiento se debe a sus grandes composiciones, que no solo eran modélicas en términos técnicos, sino también narrativas visuales que combinaban sabiamente historia, política y arte.
"Autorretrato". Foto: Royal Collection
Entre los datos sobre Rubens que figuran en el portal de la Galería Uffizi de Florencia, se hace hincapié en que Rubens, además de dirigir un gran estudio en Amberes, popular entre la nobleza y los coleccionistas de arte de toda Europa, “fue un erudito humanista de los clásicos, coleccionista de arte y diplomático, un caballero del rey Felipe IV de España y de Carlos I de Inglaterra”.
Parte de la explicación del reconocimiento que tuvo este pintor en vida se encuentra en un texto de la página web del Museo del Prado: “El éxito que disfrutó Rubens se debe tanto a la capacidad de su arte para expresar la nostalgia que sentían sus contemporáneos por la Antigüedad como a su habilidad para ofrecer a sus coetáneos una imagen engrandecida de sí mismos, en un momento en el que los fundamentos de la cultura europea se estaban poniendo en duda”.
"Autorretrato con su esposa Isabella Brant". Foto: Alte Pinakothek
Sofía Vargas, en My Modern Art, señala un aspecto central del estilo de Rubens, relacionado con su representación de los desnudos femeninos, populares en el arte barroco: “Rubens es especialmente conocido por la forma en que representaba a las mujeres, prefiriendo pintar figuras voluptuosas. Este estilo fue muy popular en la época y dio lugar a términos como ‘rubenesco’ para describir los desnudos femeninos de figura completa. El estilo expresivo de Rubens también se aplicó a sus pinturas de hombres, aunque de forma opuesta. Sus sujetos masculinos son representados como figuras grandes y musculosas en poses dinámicas y retorcidas que recuerdan a los personajes de Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina”.
A continuación, un repaso por cinco obras maestras de Rubens que sintetizan su estilo y sus temáticas predilectas:
“La adoración de los Reyes Magos”: describe la visita de los Reyes Magos al recién nacido Jesús. Representa la habilidad de Rubens para combinar influencias italianas con la tradición flamenca. Un texto del Museo del Prado señala lo siguiente respecto a esta obra: “iconográficamente representa el momento en el que los tres reyes, acompañados por un gran cortejo, presentan sus regalos al niño Jesús. Este, en brazos de su madre, parece juguetear con el incienso que le presenta Gaspar, arrodillado ante él. La escena se sitúa al exterior, con una referencia al pesebre en la parte izquierda, transformado en una arquitectura clásica. Los ropajes de los reyes, con capas bordadas de rico colorido y gran riqueza, como los adornos de piedras preciosas y joyas de Baltasar, y el número de acompañantes, muestran el lujo de este cortejo”.
"Adoración de los Reyes Magos". Foto: Museo del Prado
“El juicio de Paris”: esta pintura, que Rubens hizo hacia el final de su vida, está centrada en el mito griego en el cual Paris (el príncipe troyano que raptó a Helena) tiene que elegir a la diosa más hermosa. Es un ejemplo claro de la maestría del pintor para la representación del cuerpo humano. También muestra sensualidad y resume su capacidad para representar historias mitológicas. “El tema del Juicio de Paris fue utilizado por Rubens en varias ocasiones, permitiéndole deleitarse con el ideal de belleza femenina y también considerar las consecuencias del amor y la pasión. Esta versión está basada en un diseño para un aguamanil diseñado por el artista. En el dibujo, la escena es más alargada y con más figuras tanto a la derecha como a la izquierda. En la pintura decidió centrarse más en las tres mujeres desnudas, cuyos cuerpos se construyen mediante líneas sinuosas, creando posturas exageradas”, indica un texto sobre esta obra del mencionado Museo del Prado.
"El juicio de Paris". Foto: Museo del Prado
“Las tres gracias”: En esta obra, que nuevamente aborda temáticas mitológicas, Rubens pinta sus figuras con una riqueza de texturas y pone el acento en la belleza corporal femenina. La representación de Aglaya, Talia y Eufrósine, una vez más, pone de manifiesto su devoción por la figura humana y su talento para representar la piel con enorme sensualidad. Emilia Bolaño, en un artículo publicado por Historia/Arte, señala que “las tres gracias destacan por la ampulosidad de sus contornos. Rubens era un verdadero maestro en representar las carnes, que parecen vivas y palpitantes. Están rodeadas de una naturaleza igual de exuberante poblada de numerosos elementos simbólicos vinculados al amor, la fecundidad y el deseo”.
"Las tres gracias". Foto: Museo del Prado
“El descendimiento de la cruz”: muestra a Cristo cuando es bajado de la cruz y es una obra en la cual sobresale la intensidad emocional. Se trata de la tabla central de un tríptico, conservado en la Catedral de Amberes, realizado en óleo sobre tabla y que se completa con las tablas de la Visitación de la Virgen y la Presentación de Jesús en el Templo. Laura Cabrera Guerrero indica al respecto: “Rubens, puro barroco y teatralidad, crea una pintura llamativa por su colorido, que genera una sensación de corporeidad entre los personajes”.
"El descendimiento de la Cruz". Foto: Catedral de Amberes, Amberes (Bélgica)
“El rapto de las hijas de Leucipo”: es una pintura que representa el mito del rapto de Febe e Hilaíra, las hijas de Leucipo, por los gemelos Cástor y Pólux. Pone de relieve la capacidad de Rubens para elaborar composiciones complejas, plagadas de acción. En este caso, el acento está puesto en el dramatismo y la violencia de la escena recreada. Todo es movimiento, no hay atisbo de quietud. Las crónicas señalan que el pintor halló su fuente de inspiración en unas estatuas emplazadas en el Quirinal de Roma y en un grupo escultórico ejecutado por Juan de Bolonia en Florencia.
“El rapto de las hijas de Leucipo”. Foto: Alte Pinakothek de Múnich