Cómo queda el tablero electoral del kirchnerismo sin Alberto
Por Emerio Agretti
La renuncia de Alberto Fernández a postularse para la reelección puede leerse en tres tiempos: el que lleva la sostenida demanda del kirchnerismo para que dé un paso al costado, el de la zozobra cotidiana que hace imperativo dedicarse a la gestión y calmar el frente político interno, y el futuro inmediato de encarar una estrategia electoral que deje lo mejor parado posible al oficialismo.
Naturalmente, nadie pensaba que Alberto Fernández fuese finalmente a presentarse. Pero en momentos de tanta convulsión, el manejo de los tiempos era la mejor herramienta de la que el mandatario disponía para mantener algún nivel de poder en el plano partidario, y preservar algún sustento para un gobierno cada vez más debilitado y disperso, e inocultablemente cifrado en la acción de su ministro de Economía.
Lo hizo más tarde de lo que el kirchnerismo esperaba. Lo hizo justo antes de la reunión del Consejo del PJ que él preside (y donde iba a recibir una presión redoblada para que se baje, incluyendo amenaza de desdoblamiento electoral en la provincia de Buenos Aires). Y lo hizo a tiempo para que terminen de despuntar las postulaciones y se pueda ordenar al Frente de Todos en algún tipo de estrategia. Y también, como necesario preludio a un punteo que inmediatamente se desató para aventurar cuáles pueden ser los nombres propios que lleve esa estrategia. Con una lista para recorrer birome en mano, tachando, tildando o subrayando lo que corresponda, sin omitir llamadas con signos de interrogación. A saber:
Cristina Fernández de Kirchner.- Sigue siendo la mejor carta electoral del Frente de Todos en cuanto a nivel de adhesión, aunque según los sondeos de opinión no sería suficiente para evitar la derrota. En cualquier caso, su postura declarada y mantenida es la de no participar, sobre todo con el argumento de la “proscripción” judicial, y no habría “operativo clamor” (hoy ya muy menguado) suficiente para que cambie de idea.
Sergio Massa.- En su candidatura estaban cifradas las mejores expectativas del oficialismo. Aunque los resultados de su gestión no ayudaron a ese propósito, y nunca manifestó expresamente la voluntad de presentarse, sigue estando en la nómina de “expectables”.
Eduardo de Pedro. – Es el primero que se lanzó, como favorito de Cristina, pero hasta ahora escasa adhesión en el electorado. El ministro del Interior recorre intensamente el país y da muestras de tener un armado electoral, y fue uno de los que combatió la idea de Fernández de competir en las Paso.
Daniel Scioli. – El embajador en Brasil se sumó hace algunas semanas a la lista de aspirantes a la Presidencia, con el handicap de haber sido quien en su momento disputó el cargo con Mauricio Macri, y lo perdió por poco. No es el favorito del kirchnerismo, pero apunta a ser un candidato de convergencia.
Axel Kicillof.- Con Cristina fuera de la carrera, es quien mejor mide dentro del kirchnerismo, y tiene a su favor su conexión con una franja importante del electorado, concentrado en la provincia de Buenos Aires, y una gestión nunca desatendida en materia de recursos, que podrían verse potenciados en contexto de campaña. Su preferencia es capitalizar todo eso para intentar ser reelecto gobernador, pero quizás no pueda eludir una candidatura presidencial.
Agustín Rossi.- El nombre del actual jefe de Gabinete empezó a sonar en cuanto fue nombrado para ese cargo, aunque él se ocupó de desvincular ambos planos. Pero también deslizó la posibilidad de una candidatura en caso de que Alberto Fernández declinase presentarse; al tiempo que dejó en claro que no competiría por la gobernación santafesina.
La lista se engrosa con otros nombres de en principio menor envergadura, o escaso asidero por el momento. La instancia de las Paso, que Alberto Fernández sostuvo como bandera y que finalmente todo el Frente de Todos aceptó como instancia para depurar listas y definir candidatos, se perfila como la mejor herramienta para un oficialismo en el que no aparecen candidatos “naturales” definidos, ni expectativas demasiado alentadoras.