Con Massa-Rossi, el peronismo resigna “pureza” kirchnerista para poder lograr unidad electoral
El virtual lanzamiento del binomio presidencial Wado de Pedro-Juan Manzur fue el bombazo político de la semana. Pero duró más o menos lo mismo que un estallido: solamente hasta entrada la noche de este viernes, cuando más intespestivamente de lo que había emergido, la fórmula fue hundida, y reemplazada por otra, integrada por Sergio Massa y Agustín Rossi. Una sucesión de “sorpresas no sorpresivas”, cuyo impacto se produce solamente por una mala gestión de los tiempos en el oficialismo, y una alarmante falta de reflejos para leer los datos políticos con suficiente margen para maniobrar de manera más consistente.
Los pro y los contra que jugaron en esa serie de marchas y contramarchas, y los problemas a los que parece habérseles querido buscar solución a fuerza de prueba y error, podrían sintetizarse en los siguientes:
– Wado de Pedro era el mejor candidato puertas adentro de Unión por la Patria. Un kirchnerista y cristinista puro, aunque con un perfil más moderado que los referentes más recalcitrantes de La Cámpora. Pero para afuera no alcanzaba: no había manera de que repuntase en nivel de conocimiento, generaba resquemores e inseguridad en el empresariado y en buena parte del peronismo, y no bastaba para disuadir a Daniel Scioli de insistir con su postulación y sostener las Paso.
– Juan Manzur apareció “casi” sorpresivamente como el referente de los gobernadores, con un perfil de gestión asociado a una larga trayectoria de éxito electoral; revalidada en los últimos comicios tucumanos, aún debiendo bajarse de la candidatura. Pero al parecer esa representatividad no era tan absoluta como se esperaba en el peronismo federal, y también merecía objeciones dentro del ala izquierda del frente gobernante.
– Sergio Massa era desde hace meses la gran esperanza electoral del antes conocido como Frente de Todos. Las dificultades para capear la crisis económica con resultados un poco menos magros, y sobre todo con tan alto nivel de inflación, conspiraba contra ese proyecto. Pero aún así seguía siendo el candidato mejor posicionado para generar consensos y aceptabilidad en los mercados. Dejarlo afuera del esquema presidencial también resultaba difícil de terminar de entender.
– Agustín Rossi mantuvo hasta ahora tanto su postulación presidencial, como su fidelidad a Alberto Fernández, que tampoco derivó en una postura crítica o negativa frente a Cristina Fernández (como es el caso de otros funcionarios del gabinete). Así, su incorporación a la fórmula ayuda a contener al kirchnerismo “de Néstor” sin desairar al cristinismo, ni despegarse del actual Presidente. Y completar un binomio capaz de no espantar al sector de la sociedad menos alineado y de contener a Unión por la Patria sin cargar las tintas con el para muchos irritante ideario camporista.
-Daniel Scioli batalló hasta el último minuto, y no vaciló siquiera en acudir a la Justicia ante lo que veía como una maniobra en su contra con el reglamento electoral. Aún así, no terminaba de resultar convincente ni hacia adentro, ni hacia afuera, y por el contrario era percibido como una posible vía de drenaje de votos moderados.
Su paso al costado es parte del precio por una fórmula de unidad menos “pura” y más pragmática, de cara a una estrategia electoral que, ahora, parece haber encontrado un rumbo quizás no “condenado al éxito”, pero al menos con las mejores chances disponibles de participar en la disputa para obtenerlo. Para la militancia más acérrima, otro “sapo” duro de tragar, solo digerible a fuerza de verticalismo.
Los enunciados son los nombres que a esta hora encabezan los titulares. Debajo de ellos, en pocas horas más, deberán encolumnarse todos los que integren las boletas de las demás candidaturas para las elecciones. Ahora sí, quizás, con formato “de unidad”.
Emerio Agretti