Costumbres y tradiciones para recibir el Año Nuevo
La energía de renovación, la promesa de tiempos mejores, la oportunidad de reparar errores y dejar atrás algunos sinsabores, se debate en ese instante especial de las doce campanadas que suenan durante el fin de un año y el comienzo de otro, un momento cargado de simbolismo.
Por herencia religiosa, mitos y costumbres que pasan de generación en generación, en las noches de Navidad y Año Nuevo se lleva adelante la práctica de ciertas costumbres a las que se atribuye el poder de provocar transformaciones sustanciales en la vida de las personas.
Algunos ejemplos:
- Comer 12 pasas de uva. Para tener un año dulce. Se comen pacientemente y sin interrupción una por cada campanada que anuncia el cambio de calendario.
- Usar una bombacha rosa. Para tener buena suerte. Regalar o que te regalen una bombacha rosa es una tradición navideña bien argentina inspirada en la época victoriana cuando la moda de las cortes en Navidad imponía el rosa en vestidos y lencería. Se regala de mujer a mujer, el 24 de diciembre y se estrena el 25 o el 31.
- Besar bajo el muérdago. Para atraer el amor. Quienes estén en plan de seducción encontrarán que éste es el ritual indicado para definir la partida. La tradición, muy arraigada en Estados Unidos, dice que si besan a su futura pareja debajo de una rama de muérdago, justo después de las campanadas de medianoche, el amor durará para siempre. El rito también funciona para las parejas establecidas ya que fortalecen el amor. Aunque no es una planta originaria de América Latina, para el ritual se puede utilizar muérdago artificial.
- Pisar con el pie derecho. Para ir por el buen camino. Deberá pisar fuerte con el pie derecho justo después de las doce campanadas de medianoche quien aspire a un año libre de obstáculos.
- Ofrendas en el mar. Para pedir favores a Iemanjá. La gente entra al mar y arroja ofrendas florales: gladiolos blancos para pedir paz, rojos para el amor y amarillos para el dinero. También, se tiran cartas con pedidos para el nuevo año que la deidad yoruba promete cumplir.
- Quemar ropas, muebles o muñecos viejos. Para dar paso a lo nuevo. Una modalidad para terminar con lo malo es destruirlo simbólicamente dentro del fuego purificador. Se barre de adentro hacia afuera para alejar la mala suerte.
- Vestirse de blanco. Para absorber las buenas vibraciones. El blanco es el color de la pureza y la renovación. Esta asociación se explica porque siendo un tono acromático, el blanco en sí no es un color sino una luz compuesta por la suma de todos los colores, por lo tanto, es capaz de atraer nuevas energías.
- Encender velas. Para agradecer y pedir. Se encienden velas no sólo para crear un ambiente especial, también para pedir y honrar la buena fortuna. Las velas amarillas activan la abundancia, las rojas el amor, las verdes la buena salud, las blancas la claridad mental y las velas naranjas la inteligencia creadora.
El origen del brindis
El hecho mismo del brindis, de compartir con la familia o los amigos o invitados casuales para recibir al nuevo ciclo, constituye un ritual revelador. Se chocan las copas como símbolo de fraternidad y de confianza en el otro, y tal vez no sabemos que la costumbre se originó en tiempos del imperio romano cuando el choque debía ser lo suficientemente enérgico como para provocar que las gotas se derramaran sobre la del invitado y así poder garantizarle, de este modo, que la bebida no había sido envenenada.