Crece el consumo de drogas clásicas y sintéticas en Venado
Desde hace largas décadas Venado Tuerto es una ciudad con alto consumo de drogas ilegales; hoy mismo la comunidad asiste a episodios violentos asociados con el narcomenudeo. Con las víctimas en el anonimato, la palabra la suelen tener, como es lógico, autoridades políticas, judiciales y policiales, pero también intervienen otros actores, como las entidades dedicadas a la prevención de los consumos problemáticos. Así, en la ciudad, además de los organismos oficiales y la acción de las iglesias, sobresale el Espacio Ariel, equipo especializado en adicciones que coordina el ex drogadependiente y actual acompañante terapéutico, Sergio Appa, quien admitió a Sur24: “Hoy estamos ante un escenario complejo, con jóvenes y adolescentes muy vulnerables. Nuestros propios dispositivos están cada día más exigidos ante el auge de las adicciones. Mes a mes, es más arduo el trabajo preventivo y territorial”, aseguró.
Sin embargo, aclaró que no son fenómenos nuevos: “En Venado siempre reinó la cocaína, al menos desde hace 40 años, con la participación de otras sustancias, como marihuana, ácido y éxtasis. Recuerdo que ya en la década del ’80, en otros puntos del país se nos conocía como ‘la capital de la cocaína'”.
“Hoy no diría que Venado tiene una cultura de consumo específico o singular, pero sí es cierto que por su mayor poder adquisitivo promedio siguen desembarcando las drogas más caras. Además de las clásicas y originarias de vegetales, proliferan las de diseño o sintéticas, como Cristal y 2CB, también llamada cocaína rosa“, describió Appa. “Estas drogas químicas son muy potentes y letales, capaces de producir daños cerebrales severos, cognitivos y motrices. Además, cuando se mezcla con alcohol, los efectos de la cocaína rosa son durísimos; por ejemplo, en sus alucinaciones, un paciente sentía que su espalda se prendía fuego y salía corriendo desnudo por la calle. Incluso se nos escapó de un sanatorio local con esa sensación horrorosa”, recordó.
Con respecto al paco, explicó que “desde Rosario hacia el sur de Santa Fe estamos liberados porque no hay ‘cocinas’. En Buenos Aires, en cambio, está lleno de estas ‘cocinas’, que con el residuo de la cocaína fabrican esa dañina pasta base”. Y amplió: “Tampoco está el paco dentro de las modalidades de consumo locales. Sin dudas, influye el mayor poder adquisitivo que facilita el acceso a cocaína de mayor pureza y pastillas de diseño (…) Ya no hay distinción de clases sociales, sino que el consumo afecta a todos con igual intensidad; la diferencia sólo está en el tipo de sustancias a las que se puede acceder”, precisó.
Alcohol y “cortes”
Luego, el diplomado en adicciones en la Sedronar contó que “muchos se sorprenden cuando decimos que más del 90% de los jóvenes de nuestra región están vinculados a los consumos problemáticos, incluyendo las bebidas alcohólicas, que son drogas legales y naturalizadas por la sociedad, cuyos efectos desinhibitorios favorecen el inicio en el consumo de otro tipo de sustancias”.
Y especificó que además del daño que causan en sí mismas las sustancias prohibidas, “no siempre son de máxima calidad”, alertó, tras lo cual acotó que suelen “cortarlas” con otros productos. “Por lo general se les mezclan anfetaminas, que tienen un efecto semejante al de la cocaína, y genera más ganas de consumir. Sus efectos son muy perjudiciales, tanto es así que en seis meses pueden ocasionar daños cognitivos de diversa gravedad. Por supuesto que se hallaron cortes con los agregados más insólitos, como agroquímicos, veneno para ratas y vidrio molido de tubos fluorescentes”, graficó.
Lo que se viene
“Si bien ya estamos percibiendo algunos episodios, no tenemos dudas de que la pospandemia será terrorífica. No sólo observamos consumos problemáticos, sino también adicciones a las nuevas tecnologías, agravadas durante el aislamiento, y un sedentarismo extremo, con sus consecuencias de sobrepeso y obesidad, que son disparadores de diversas enfermedades. Así como en lo peor de la pandemia se requerían respiradores, en la pospandemia se necesitará recurso humano capacitado para atender este desastre, en lo físico y lo psíquico, que ya estaba en gestación y que la crisis sanitaria potenció en sus efectos”, enfatizó Sergio Appa, quien en octubre último cumplió 10 años de sobriedad, como él gusta decir.
Como reflexión de cierre sostuvo que “no es casual la cantidad de allanamientos de estos días en nuestra ciudad” y añadió: “Esperamos que las autoridades políticas y judiciales, y las fuerzas de seguridad, no decaigan en esos esfuerzos porque la lucha contra los consumos problemáticos es muy desigual y hay que darla entre todos para brindarle una mejor calidad de vida a los adolescentes y jóvenes, que son las presas más fáciles en el negocio de las drogas”.
Las mujeres y el SAN
“Las mujeres atraviesan una situación crítica en sus adicciones, ya que suelen sufrir un juzgamiento social más impiadoso. Además, por varios factores, es más difícil que acepten su internación, y cuando llegan al embarazo con consumos previos no pueden interrumpirlos de un día para el otro, y las consecuencias son tremendas. Hoy se habla mucho más del Síndrome de Abstinencia Neonatal (SAN), por el cual el recién nacido sufre una abstinencia inmediata luego de haber estado consumiendo varios meses, a través del cordón umbilical, las mismas drogas que su madre. Son devastadores esos cuadros -aseguró- y cada vez se están viendo más. Tanto es así que en Espacio Ariel contamos con una especialista en SAN, la acompañante terapéutica Mayra Degiovanni, para poder actuar en la prevención”, dijo Appa.
Cristal y 2CB: jugar con fuego
El Cristal es sólo una forma de llamar a la metanfetamina, una droga ilegal sumamente tóxica. Su denominación química es desoxiefedrina, un poderoso psicoestimulante altamente adictivo que acelera la actividad del cerebro, el sistema nervioso central y la excitación sexual.
En tanto, la 2CB -también llamada cocaína rosa o tusibi- está clasificado como una droga sintética que genera efectos psicodélicos llegando a alterar los sentidos de la persona que consume. Cuando se toma cocaína rosa, la percepción de la realidad se nubla y empiezan a aparecer alucinaciones visuales y delirios.
NOTA PUBLICADA EN EDICIÓN IMPRESA DE SUR24 DEL LUNES 31 DE ENERO DE 2022