Crece la porción de ocupados que procuran trabajar más
Ignacio Hintermeister
El Litoral
La CGT se está reuniendo con algunas entidades productivas, para analizar una agenda poselectoral de empleo. Los empresarios comienzan a supeditar esa expansión a la productividad, que a su vez condicionan a la estabilidad macroeconómica que el país no tiene.
Organizaciones sociales (Movimiento Evita, Cetep, sectores de izquierda) reclaman cambiar planes asistenciales por trabajo, aunque los esbozos piden que el gobierno siga financiando todo o parte de ese “empleo”, de la misma manera que paga parte de salarios de sectores productivos en crisis.
El kirchnerista Hugo Yasky (CTA) presentó un proyecto de ley para reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales. Es como reducir porciones de la misma torta para que haya más reparto, algo que puede dar algún resultado en Europa, donde productividad, capacidad de compra del salario y estabilidad monetaria son un aburrimiento, en comparación con la Argentina.
Repartir más plata de un Estado quebrado o redistribuir horas de trabajo de una producción que apenas se recupera (no así el empleo), se debaten mientras la población procura alternativas ante una realidad que repite recetas sin cambien resultados.
Un reciente informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino señala que entre 2017 y el presente, el empleo creció 5,8%, casi a la par del crecimiento del 5,8% de la población. Sin embargo, apunta una “precarización oculta”, basada en el hecho de que es más la gente que tiene trabajo pero busca más ocupación.
“Al 1er trimestre de 2021, 12 millones de argentinos tienen empleo en los aglomerados urbanos relevados por la Encuesta Permanente de Hogares. Para el mismo período, el segmento de los ocupados demandantes de empleo, creció un 25,4% (pasaron de 1,75 millones a 2,2 millones de personas). Si se sumaran los desocupados (1,4 millones), daría que un total de 3,6 millones de personas estaban buscando activamente empleo (el 26,7% de la población activa)”.
El centro de estudios que dirige el economista Jorge Collina, remarcó que “muchos factores influyen en que alguien no esté satisfecho con su empleo, pero en los últimos años no se puede ignorar el peso del deterioro económico y laboral.
“De 2017 a la fecha, la tendencia a nivel nacional ha sido del cierre de empresas, y de cada vez menos empleo formal (sólo crecieron las categorías ocupacionales menos productivas). Primero, las crisis cambiarias de 2018 y 2019 y actualmente con la pandemia”.
Perfil demandante
Al abordar el perfil de los ocupados que buscan empleo comparados con quienes están en la misma condición y no lo hacen, Idesa expone que quienes demandan trabajar más “ganan por hora menos de la mitad que los no demandantes ($ 141 vs $ 293, es decir, 52% menos).
Señala además que están en “categorías ocupacionales menos productivas: la mayoría se trata de asalariados privados no registrados y cuentapropistas no profesionales” y que poseen “menos antigüedad: el 38% hace menos de un año que está en su trabajo, contra un 15% entre los ocupados no demandantes”.
También expone lo más previsible: “pertenecen a clases sociales más bajas” y “el 30% recibe ayuda en dinero por parte del Estado, contra un 15% entre los ocupados no demandantes”.
Un fenómeno que se agudiza en Santa Fe
En el aglomerado del Gran Santa Fe, en 2017, había 12 mil ocupados que demandaban trabajar más, según el informe del Mercado del Trabajo del Indec, para el tercer trimestre del año.
En el mismo período del presente 2021 -para tomar los mismos tiempos que el informe de Idesa- esa cifra se duplicó. Son 24 mil los santafesinos que trabajan pero buscan trabajar más, lo que la Encuesta Permanente de Hogares califica como “Ocupación Demandante de Empleo”.
Eso en un contexto en el que la Población Económicamente Activa pasó de 217 mil a 248 mil, es decir que subió 14%. Para completar la complejidad del cuadro, en la misma comparación se duplicó la desocupación, que pasó de 11 mil a 22 mil personas, en tanto la subocupación subió de 15 mil a 28 mil santafesinos.
Subocupación horaria
“Es necesario -dice el informe de Idesa- adicionar a lo anterior, el fenómeno de la subocupación horaria. En el 1er trimestre de 2017 estaba en torno al 10% y actualmente se ubica en el 12%. Si a la baja productividad en el empleo se le agrega que se trabajan pocas horas, eso se traduce en un trabajador que cobra poco, no le va a alcanzar para vivir y va a querer conseguir otro trabajo”.
Salarios bajos
“Con salarios que apenas permiten cubrir la línea de pobreza, la mayoría de los trabajadores se enfrenta a salarios de subsistencia, es decir trabajan para vivir. Para subir los salarios reales es necesario que la economía en conjunto sea más productiva, es decir, cabe preguntarse cómo producir más y mejor”.