De Elortondo al “fin del mundo” en moto
El 2 de enero, ni bien empezaba el nuevo año, Andrea Revert Cucart y Alejandro Ravera, dejaron su casa en Elortondo para alcanzar un sueño que persiguen desde que la moto se convirtió en su compañera de viaje. Se subieron a una Bajaj Dominar 400, equipada y cargada con muchas ganas de “buenas rutas”, como se suele decir en el ambiente.
Consultado por Sur24, Ravera explicó que durante la primera jornada de recorrido, hicieron 782 kilómetros hasta Río Colorado (Río Negro). En ese trayecto, tuvieron su primer contratiempo a la altura de Trenque Lauquen, debido a la rotura del puente que pasa sobre la laguna, por lo que debieron tomar un desvío de casi 30 kilómetros de tierra, barro y bancos de arena.
“Una vez en Río Colorado, seguimos hacia Las Grutas, a 252 kilómetros desde donde estábamos. Hicimos noche en esa villa balnearia, ya que había alerta por vientos intensos de más de 110 km/h, lo cual no nos permitió avanzar. Por fortuna, al día siguiente las condiciones climáticas posibilitaron que llegáramos por la ruta 3 a Comodoro Rivadavia (687 kilómetros), por lo que el desafío principal fue entonces contra el viento cruzado, junto con ráfagas de 90 km/h y las malas condiciones del camino”, describió.
Ya en Río Gallegos (con lluvia los últimos 150 kilómetros), completaron así un tramo de 780 kilómetros en el día. “Lo que vino después fue cruzar a la isla de Tierra del Fuego. Salimos temprano desde Río Gallegos, hicimos las 2 primeras aduanas sin contratiempos, llegamos al Estrecho de Magallanes, esperamos 30 minutos y abordamos la barcaza chica que nos dejó al otro lado. Ya en Chile, tuvimos que volver a luchar contra el viento de 110 km/h, lo que nos obligó a viajar a unos 40 km/h. Luego de superar las 2 ultimas aduanas Chile/ Argentina, llegamos a Río Grande. Finalmente nos restaba los últimos 220 kilómetros hacia nuestro destino Ushuaia”, recordó, destacando en ese sentido que para entonces, habían pasado 7 días de iniciado el viaje.
La vuelta
Luego de pasar 2 días en Ushuaia, fue momento de emprender el regreso a Santa Fe. Y allí, según contó Andrea, fue la verdadera aventura: “Llegamos a Punta Delgada al mediodía, y nos avisaron que la barcaza no funcionaba debido a los vientos intensos, y que no lo cruzaría hasta nuevo aviso. Debimos pasar la noche a 30 metros de las aguas del Estrecho de Magallanes con vientos superiores a los 100 km/h junto a otros 5 motoviajeros en el lado Chileno”, recordó.
La docente, agregó en esta línea que tuvieron que refugiar su carpa en un container con techo y laterales, a la vera de la ruta, mientras una fila de 3 kilómetros de autos y camiones miraban sus movimientos. “Al otro día retomaron las actividades a las 14 horas y pudimos regresar al continente. En la aduana de Chile, tuvimos 6 horas de espera para realizar los trámites aduaneros con mucho frío y viento, ya que había varios colectivos de turistas con COVID-19. Fueron detectados y por protocolo la Aduana fue cerrada por desinfección. Llegamos nuevamente a Río Gallegos a última hora de la tarde”.
Revert Cucart, sostuvo que decidieron volver por la ruta 3 ya que la 40 se encontraba en parte cerrada: “Desde allí nos fuimos al Calafate a visitar el Glaciar Perito Moreno, y luego volvimos 305 kilómetros nuevamente hasta Río Gallegos para cargar combustible, ya que la autonomía no nos permitía llegar hasta las estaciones de servicio de Comandante Luis Piedrabuena. Finalizamos el día haciendo noche en Puerto San Julián, donde ahí realizamos service de la moto, cambiamos el aceite y una cubierta que estaba totalmente desgastada debido a que la mayor parte del viaje la moto fue haciendo fuerza lateral por el viento”.
Los últimos tramos de regreso fueron acompañados en todo momento por la lluvia. Hicieron Puerto San Julián – Puerto Madryn (870 kilómetros); Puerto Madryn – Río Colorado (500 kilómetros); y 782 kilómetros para llegar a Elortondo.
“Motoviajeros es una comunidad muy solidaria y llena de compañerismo. Saludos en ruta, tramos que nos acompañábamos en caravana, ayuda en cualquier ámbito que se necesite, charlas, risas, chistes. En sí, es un gran grupo de amigos con las mismas pasiones”, valoró. Y cerró: “No importa la cilindrada de tu moto ni tu edad, podes viajar donde quieras. Simplemente con ganas de vivir la vida y emprender nuevos desafíos. La vida es una y el tiempo pasa muy rápido. Para nosotros fueron casi 7000 kilómetros de felicidad”.
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