Historia de superación
"Del cáncer aprendí": una rufinense que enfrenta la enfermedad desde la enseñanza
Gisela se animó a compartir su testimonio. Hoy tiene una vida que ama, dos hijos y ganas de celebrar cada paso. En sus redes dio a conocer una lista de aprendizajes que le trajo el tránsito por esta dolencia ofreciendo un mensaje esperanzador y positivo, incluso sin estar aún dada de alta.
Ana Inés Dobal
Gisela Zubimendi, oriunda de Rufino, tiene hoy más de 50 años, pero el espíritu lúdico y tintineante de una niña. La vida pudo escurrírsele entre los dedos al afrontar un cáncer, pero el aprendizaje le cambió radicalmente la perspectiva y la actitud de vivir.
“Nunca me gustó mostrar estas fotos, aunque lo documenté. Sabía que algún día iba a querer hacer esto, saber dónde estuve y dónde estoy”, expresó en su muro de facebook en agosto pasado, rememorando el aniversario de su primer paso en el tratamiento por su diagnóstico de cáncer. Después de 3 años de su primera quimioterapia, Gisela celebra la oportunidad y el aprendizaje que la enfermedad le deja.
Convivir con el miedo
“El cáncer me hizo aceptar que ya nada será igual, el miedo nunca se va, cada control semestral es una nueva meta que alcanzar, ya que cada seis meses compro seis meses de prórroga más”, expresa gráfica y abiertamente como si estuviera hablando de un contrato. La crudeza que puede significar hablar de cáncer se suaviza cuando alguien habla del tema de una forma tan optimista y singular.
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Nadie quita, ni minimiza el desafío físico, mental, emocional y social de un paciente que pelea la batalla del cáncer junto a los suyos y Gisela es ejemplo de resiliencia y amor a la vida sosteniendo una claridad admirable y delineando en el camino un listado de aprendizajes dignos de ser impresos.
Mamá emprendedora, y aún en proceso de remisión con una proyección de toma de medicamentos por cinco y 10 años, comparte con devoción y valentía su lista de enseñanzas.
Lo que aprendí
Entendiendo el sentido de la vida la rufinense enumera, convencida ítem a ítem: “Que la vida es un regalo invaluable, que el tiempo es oro, que 5 minutos “presente” te reinician; que no merece la pena estar enojado, enemistado, preocupado; es tiempo perdido que consume energía de la buena; que la queja resta, en cualquier aspecto de la vida; destruye a quien la manifiesta y al entorno; que los afectos importan y mucho; que hubo gente que salió desde bajo las piedras a ofrecer su ayuda”.
Y sigue: “Que no todo el mundo puede ayudar o contener, y se entiende (nadie nos prepara); que soy más querida y apreciada de lo que podría imaginar; que el Pelo Sí Importa (lo escribe en mayúsculas); que no hay una receta mágica para afrontar la enfermedad. Me sirvió hacerlo desde el optimismo, la sonrisa, la fuerza, el no tirarme en la cama a padecerlo. Pero es válido afrontarlo desde donde se pueda, con las herramientas que cada quien tenga”.
También evalúa que “el ‘no se te nota’ lejos de ser un halago, lastima. Nadie enseña a sobrellevar el miedo a la muerte, la despersonalización del cambio de imagen, el sentimiento de dependencia, el trabajo interior es extenuante. Que es tiempo de introspección, que la enfermedad te da tiempo de autoconocimiento, de reseteo; de buscar eso que queres ser, de trabajar en eso. Y lo estoy logrando. Hacer yoga me conectó con mi esencia, con lo importante, con mi respiración y mi presente. Me enseñó a pensar bonito, a elegir mis pensamientos. A buscar la paz. Que ser feliz es ‘un deber ser’; aprendí a no quedarme donde no estoy a gusto, donde no puedo ser, donde mi alma se inquieta”
“Que el ejercicio es fundamental, por salud física, mental y espiritual. Tener una rutina diaria de entrenamiento me cambió la vida, la percepción de mí misma, me ordenó y alivió mi dolor. Que volver a trabajar es fundamental, ser luz y esperanza para otros no tiene precio. Saber que se puede es muy alentador. La Gratitud derriba muros y atrae buenas energías. Agradecer por todo, cada día, es mi mantra y desconexión. Agradezco cada día por lo que tengo y lo que no, porque me hace trabajar en conseguirlo”.
Volver a casa
“El cáncer me devolvió la vida, me enseñó a vivirla, en todo sentido, voy a honrarla hasta el fin de mis días”, así se lo prometió a Dios, al Universo y a sí misma.
“Hoy estoy tomando medicación VO por 10 años y medicación IM mensual por 5 años; los controles son cada 6 meses y mi última quimio fue en enero de 2023. Hice 30 quimioterapias., cuatro inmunoterapias, 25 rayos, iles de mamografías, resonancias y laboratorios”, comparte al detalle, reconociendo el significado de todo ese proceso y su valor.
“Tuve cáncer de mama her2 positivo con metástasis ganglionar. Entré en un protocolo de investigación en el Instituto de Oncología Rosario con una droga en Etapa 3, que al final se aprobó en mayo de este año. Trastuzumab deruxtecan, Deruxtecan, Trastuzumab deruxtecan. El protocolo se llama Destiny breast 05”, suma con respecto al proceso medico y tratamientos a los que se somete.
“Sigo adelante, amo mi vida, me amo hoy, amo lo simple, amo todo lo que sea crear con las manos, el silencio y la música, el viento en el pelo y el calor del sol en la cara cuando voy en bici. Amo a mis animales, la risa de los chicos, las historias de los viejitos, me emociono con demasiada facilidad, y lloro porque no puedo contener en el cuerpo la inmensa gratitud que siento hoy”, dijo con convicción y emociones a flor de piel Gisela, siendo verso y experiencia; siendo esperanza y florecimiento. La vida nos crece maestría, y he aquí un gran ejemplo de ella.