“Del sueño al degüello”, la matanza de Cañada de Gómez narrada por Landaburu
Por estos días el abogado e historiador Roberto Landaburu, afincado en Venado Tuerto desde principio de los años ’60, promociona los últimos libros de su autoría: Del sueño al degüello y Memorias fronterizas -a la venta en librería TyP-, completando hasta la fecha una valiosa faena de 12 obras relacionadas con la historia de la ciudad y la región.
Con el orgullo de haber sido designado en mayo último Miembro Correspondiente de la Junta de Historia de Rosario por sus aportes a la historia regional -al igual que el firmatense Carlos Bleynat-, Landaburu contó que desde chico una de sus pasiones era la lectura, y siendo ya abogado, su trabajo como historiador se vincula con el centenario de Venado Tuerto en 1984. “Era muy común que enviara artículos al diario El Alba sobre el fundador Eduardo Casey y entonces me propusieron compilar esos textos para publicar un libro, que meses más adelante se presentó como Los Campos del Venado Tuerto. Y después vinieron muchos otros”, señaló.
“Además de viajar con frecuencia para indagar en el Archivo General del Ejército, mientras estudiaba en Rosario era un asiduo visitante al Museo y Archivo Histórico Provincial ‘Julio Marc’, y siempre que hallaba temas vinculados a la frontera sur santafesina, en lugar de elegir dos o tres partes militares, mandaba a fotocopiar la caja entera, y me salía caro, pero me sirvió para escribir estos libros”, destacó Landaburu. “No fue nada fácil descifrar esos partes militares redactados entre 1850 y 1870, tiempos en que eran los menos los que sabían leer y escribir”, expresó.
Sobre la minuciosa investigación de dichos partes surgió Del sueño al degüello, que el autor define como el principio del fin de la Confederación Argentina, en otras palabras, la imposición del unitarismo porteño. En particular, Landaburu refiere al episodio de la llamada Matanza de la Cañada de Gómez. “Este es un capítulo más de la historia argentina no contado por Bartolomé Mitre, ocurrido luego de la Batalla de Pavón, que fue entregada por (Justo José de) Urquiza para que Mitre impusiera este centralismo porteño disfrazado de federalismo que nunca se modificó hasta el presente”, sentenció.
“Una vez que Urquiza sigue su rumbo, ya cumplido el pacto, cientos de soldados federales van escapando por el Carcarañá y llegan a la zona de Cañada de Gómez, y ahí los sorprenden fuerzas del Ejército de Buenos Aires, con el protagonismo de los sanguinarios uruguayos Venancio Flores, Ambrosio Sandes y Pablo Irrazábal, entre otros, y los legionarios italianos que habían estado en la guerra de Crimea y el mitrismo había contratado para matar criollos”, describió el autor de Recuerdos del Venado Tuerto. “Después de cercarlos y tomarlos prisioneros, el 22 de noviembre de 1861 degüellan más de 300 soldados. Este es uno de los hechos menos divulgados y, a la vez, más atroces de la historiografía del siglo XIX”, aseguró.
“Sólo unos pocos pudieron huir, entre ellos José Hernández, el creador de nuestro Martín Fierro”, acotó el historiador, para agregar que “estos mercenarios partieron luego hacia el norte, donde continuaron con esa práctica de los degüellos, hasta que en unos años sellan lo que se denominaría Organización Nacional”. En la misma línea, Roberto Landaburu admitió el triunfo cultural del modelo centralista, dado que sus crímenes quedaron impunes, sus víctimas fueron prácticamente olvidadas, y muchos de sus cabecillas consiguieron eternizar sus nombres, en incomprensible homenaje, en calles y plazas de todo el país.
Más adelante, los italianos que se quedaron desplegando distintos oficios, “sufrieron la desconsideración del criollo, como lo hizo también (José) Hernández en sus textos; los despreciaban por su forma de expresarse, pero sobre todo por haber sido italianos los principales actores de aquella matanza, porque fue eso, una masacre, y jamás una batalla, como algunos quieren hacer creer aun hoy”, enfatizó.
“Con Del sueño al degüello ratifica que la historia argentina es una historia trágica, porque formar este país costó muchos muertos y enorme sacrificio. Por eso duele que hoy tantos jóvenes quieran irse del país, en esta anomia cultural, donde nuestra identidad y nuestra nacionalidad lucen diluidas”, profundizó. “La salida es, sin dudas, con más participación política, y sobre todo con la intervención de la juventud, rescatando el sentido profundo de argentinidad, sin permitir que la mezquindad de corruptos y burócratas en el ejercicio del poder los margine de las decisiones”, concluyó el escritor.