Desactivan intento de usurpación en Villa Moisés
En Villa Moisés el año no terminó demasiado bien. Más allá de las valiosas ayudas que reciben los vecinos del sector, la situación social sigue siendo muy precaria. Todo es irregular en el asentamiento sobre un bajo del barrio Iturbide. Y el 2022 no empezó de la mejor manera, porque este lunes 3 de enero, un grupo de entre cuatro y cinco mujeres intentó ocupar las instalaciones, a medio construir, del merendero que todas las tardes proporciona la indispensable ración alimentaria a varias decenas de chicos. Incluso hoy martes estas mismas personas insistieron en su actitud, y entre Fiscalía, Policía y personal municipal debieron proceder con rigor para hacerlas desistir de la usurpación.
Uno de los militantes sociales del Moisés, Juan Antonio Díaz, contó este mediodía a Sur24 la delicada situación que atraviesa la barriada ubicada entre calles Carelli, Eva Perón, Marenghini y San Lorenzo, que en poco más de dos años casi duplicó su población (de 300 a 550 personas). “En la tardecita de este lunes, cuatro o cinco mujeres intentaron tomar el merendero, que es un lugar que tenemos en construcción. Tienen razón en que todos los vecinos del Moisés están en situación irregular, pero yo no puedo avalar que se siga usurpando y, mucho menos, en forma agresiva como lo hicieron, y en perjuicio de los chicos que en ese mismo lugar reciben la merienda”, argumentó.
Aunque luego de la actuación inicial de Fiscalía y la Policía, las mujeres insistieron, también se sumó la Municipalidad y entre todos evitaron la comisión del delito en ciernes. “De inmediato se ordenó el desalojo y así se solucionó el problema del merendero, pero somos conscientes de que el problema de esa gente continúa, porque no tienen un lugar donde vivir”, admitió el dirigente.
Más adelante señaló que una de las mujeres jóvenes presentaba un embarazo y se jactaba de que en ese estado no podrían desalojarla: “La verdad es que vivimos una situación dolorosa, porque ninguno de nosotros quería ir contra ellas, pero era más fuerte la decisión de defender ese espacio que no es para una sola persona, ni para dos, ni para tres, sino para poner a disposición de los 250 chicos de la villa”, reflexionó Díaz. Y amplió: “No sólo está pensado como merendero, sino también como un espacio para brindar educación, guardería para niños de madres que trabajan y también alojar emprendimientos productivos”.
“Se trata de un edificio que fue donado por una empresa solidaria, que una vez terminado tendrá 100 metros cuadrados cubiertos y que incluso puede servir como refugio en caso de inundaciones”, destacó.
Respecto de la procedencia de los ocupantes de estos lotes, el Negro Díaz aclaró que en su mayoría son de la misma ciudad o de poblaciones vecinas, “que vienen a vivir a Venado, como ocurrió toda la vida, porque creen tener más posibilidades. Con la debacle económica de los últimos 10 años, es mucha la gente que no pudo seguir alquilando y entonces estos asentamientos se convierten en una alternativa. La usurpación no es lo que corresponde, pero como sociedad tenemos que generar opciones”, propuso. En la misma línea, sostuvo que en el Moisés ya prácticamente no hay más lugares para ocupar, “lo que estamos viendo ahora es que dos o tres grupos familiares conviven en un mismo terreno y entonces empieza un proceso de hacinamiento. A estas alturas, todavía estamos a tiempo de emprender un proceso de urbanización del sector, como lo propusimos hace más de un año en el Concejo desde la Banca Ciudadana, pero si no se ponen manos a la obra, se convertirá en una clásica ‘villa miseria’ y será mucho más difícil ese reordenamiento social, porque también van a ocupar las calles que ya están marcadas”, apuntó. “Pusimos a consideración del cuerpo legislativo un proyecto realista, basado en experiencias de fenómenos sociales semejantes, pero hasta el momento, ni desde el oficialismo, ni desde la oposición, tuvimos novedades”, lamentó.
Más adelante, el activista social consideró que un avance en la regularización dominial daría lugar, a su vez, a normalizar la prestación de otros servicios esenciales, como el eléctrico, que hoy es clandestino, y el de agua potable, por ejemplo. “Ni siquiera hay una canilla comunitaria y los vecinos tienen que recorrer varias cuadras con grandes bidones para conseguir el agua potable que tanto necesitan para beber, preparar la comida, lavarse la ropa e higienizarse”, describió Díaz, para recordar que los riesgos están expuestos, desde cables de electricidad en medio del agua, hasta los pozos ciegos inundados y la falta de baños dignos. “Es muy grave lo que está sucediendo en ese sector de la ciudad. Y aunque está a la vista de todos, parece que la mayoría prefiere mirar para otro lado”, subrayó.