Dionisio: el genio de Elortondo que creó el único castillo del mundo inspirado en la obra de Gaudí
Hace unos días, la presidente comunal de Elortondo, María Isabel Bosco, recibió la visita de Osvaldo Pérez Echegaray y su esposa Patricia Abad. Ambos, oriundos de Capital Federal, estuvieron unos días en la localidad para recolectar material y avanzar con su libro sobre Dionisio Aizcorbe, una persona nacida en esa tierra y que incluso pasó por los salones de la Escuela Fiscal Nº 163.
Su nombre es referencia automática al Castillo de Dionisio, una curiosidad arquitectónica única en el país y en el mundo, ubicada en Santa Vera Cruz, La Rioja, en medio de las sierras.
Patricia y Osvaldo, contaron que Dionisio fue una persona “nacida en la llanura, que murió en la montaña”, pero que pasó buena parte de su vida en el camino. “Aún sin haber completado siquiera el ciclo primario, su brillante intelecto es ejemplo y paradigma del autodidacta”, afirmaron.
Para los autores del libro que repasa su historia, fue “intimista y profundo” y que “resulta a la vez explosivo e inesperado”. “Generoso como pocos, buena parte de su existencia vivió del comercio, una actividad donde la búsqueda de beneficio repele el desinterés por lo material, tan propio de su persona”, valoraron.
Según afirmaron, “fue padre en dos épocas distintas y distantes de su vida” con actitud dispar en ambas. “Dondequiera que se lo indague, surge la dualidad, esa impronta propia del mundo que la espiritualidad anhela unificar como propósito final de la existencia”, remarcaron.
Osvaldo y Patricia, admitieron que “no es fácil definir a Dionisio, nada menos que poner en palabras la personalidad de una figura que distingue por su heterodoxia”. Y que “entenderlo, es entender al hombre, descubrir que la existencia es una antinomia, un acertijo donde la verdad se encuentra siempre al otro lado del velo”.
Destacan que ni bien se posa la mirada en él, “sentimos cierto estupor y de inmediato advertimos una controversia constante, no en el sentido de lo opuesto sino de lo complementario”. Coinciden en que es “una suerte de paradoja mediante la cual descubrimos que la luz es sombra, es decir la propia proyección de sí misma manifestada, no justamente en su presencia sino en su ausencia”.
Sus obras
El paso por la vida de Dionisio está marcado por la búsqueda del bien, fin supremo de la existencia, y su legado se plasma en dos obras. Por un lado, el castillo, una construcción ecléctica lograda, según sus propias palabras, bajo “la guía de los maestros espirituales”. Está ubicado en la última de las poblaciones situadas sobre la parte más alta de la costa riojana, y sus formas acuden al simbolismo de culturas antiguas y de las grandes religiones del mundo.
Hoy convertido en meca turística y declarado sitio de interés cultural, su estilo reconoce influencias de Gaudí, el gran catalán.
Por el otro, su único libro, Hijos del Kosmos, reúne pensamientos del cristianismo, el hinduismo, la teosofía y la filosofía, fundidos en dos ejes principales: la creencia en el eterno retorno del alma a través de vidas sucesivas que todo ser humano repite a lo largo de su existencia; y el karma, esa suerte de deuda que todos los hombres arrastramos y debemos saldar mediante el amor y el ejercicio del bien.
“Su aislamiento no obedece al rechazo del mundo sino a la búsqueda de espacios donde desarrollar la conciencia y expandirla hasta alcanzar la perfección. Alimentación vegetariana, naturismo, meditación, prédica y desarrollo de la intuición son, entre otras, las vías que emplea para alcanzar su propósito”, amplían Osvaldo y Patricia.
Y cierran: “Dionisio es luz y sombra. Junto al anacoreta sombrío vive el alma luminosa. Su cuerpo modesto y frugal alberga un espíritu especial, dueño de capacidades superiores, esas que el ‘rebaño’ juzga mágicas. Sumergirse en su ideario es ahondarse en los grandes misterios de la existencia y abrevar, a la vez, en la fuente de la vida”.