La historia del gaucho Juan Pérez
El caso OVNI de Venado entre los más sorprendentes de Argentina
Un revelador informe de la NASA con información sobre objetos voladores no identificados puso el foco sobre el fenómeno que tiene antecedentes espeluznantes en nuestro país. Qué dicen los especialistas.
(Luciana Soria Vildoza / TN) - Juan Salvo, el inolvidable personaje creado por Héctor Oesterheld en “El Eternauta”, plantea desde las primeras viñetas el desafío de poner a un hombre común ante una circunstancia extraordinaria. Es un personaje de ficción, cuya historia aplica perfectamente también a un grupo reducido de personas que, en distintas épocas y en distintos lugares de la Argentina, tuvieron encuentros con seres extraterrestres.
El tema que desde hace décadas desvela a los investigadores resurgió con fuerza a raíz del inesperado testimonio de David Grusc, un exoficial de Inteligencia de EE.UU. que a fines del mes pasado reveló bajo juramento ante el Congreso norteamericano que su país está en posesión de naves extraterrestres y cuerpos no humanos.
Una de las referentes en lo que hace el estudio de los Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI) es Andrea Pérez Simondini - directora de la Comisión de Estudio del Fenómeno OVNI (CEFORA) y una de las caras visibles del Museo del OVNI en Victoria -, quien en diálogo con TN repasó uno por uno los casos más emblemáticos ocurridos en nuestro país.
Juan Pérez: el gaucho de 12 años que se subió a un “OVNI” y llegó al cine
Juan Pérez tenía apenas 12 años, un lejano 6 septiembre de 1978, cuando tuvo su primer encuentro con extraterrestres. En ese momento vivía con su familia en una pequeña granja ubicada a unos 7 kilómetros de Venado Tuerto y, ese día en particular, su papá lo había mandado a buscar unos caballos. El chico obedeció y fue cuando tuvo su primer encuentro extraordinario.
“De repente se me apareció una luz muy fuerte en el medio de la nada, en el medio del campo”, repitió Juan hasta el cansancio en las distintas entrevistas que se le hicieron a lo largo de los años.
En su investigación, Pérez Simondini estuvo también en contacto con él y con su historia. Basada en esas conversaciones que tuvieron, relató a este medio: “Fue envuelto en una especie de niebla y vio tres objetos en vuelo”.
“Asustado, él se volvió a su casa, pero el padre no le creyó lo que vio”, agregó la investigadora. Entonces, Juan volvió a la estancia La Victoria para arriar a los animales y, al llegar, ya no vio luces en el aire, sino que se encontró con un OVNI aterrizado.
“Ató su caballo en una especie de escalerilla, subió (a la nave) y vio dos ocupantes de forma robotizada”, continuó Pérez Simondini. Después intentó avanzar dentro del objeto, pero una suerte de pared invisible se lo impidió, por lo que el chico volvió sobre sus pasos y saltó del objeto a tierra nuevamente.
“Estaba desatando su caballo para irse cuando apareció uno de los seres junto a él, el más alto: le agarró la mano y le dejó una marca”, detalló. Juan Pérez tiene hasta el día de hoy esa marca.
El relato de Juan fue siempre el mismo desde ese momento, hace 45 años, y se demostró que no tuvo ni tiene problemas psíquicos. “Su caso es monitoreado desde entonces por un psiquiatra con máximo reconocimiento a nivel mundial”, agregó Pérez Simondini.
Como si todo esto fuera poco, apuntó la especialista, desde aquel primer encuentro Juan tuvo varios más. El último conocido fue hace dos años, en plena pandemia. Y resaltó: “Eso lo convirtió en un caso emblemático y complejo”.
Tan significativo su caso, que fue llevado al cine en 2018 por el cineasta Alan Stivelman, y el documental “Testigo de Otro Mundo” fue filmado en su mayoría en Venado Tuerto, con la ayuda del famoso astrofísico Jacques Vallée.
Modesto Colman: el hombre que enfrentó a ‘los cara de cabra y los pata de tero’
El 16 de octubre de 1992 tuvo lugar otro de los casos más significativos de la ufología argentina. El testigo fue Modesto Colman, más conocido por sus amigos como “Cota”, un trabajador rural de la localidad entrerriana de Victoria.
Esa noche Colman regresó a uno de los campos que cuidaba porque recordó que no había cerrado el molino de agua antes de irse. Al llegar nuevamente a ese predio ubicado en las cercanías de La Laguna del Pescado, fue cuando apareció una luz fuerte y con forma de esfera detrás de él y sintió como un sudor frío le recorría la espalda.
“Su primera reacción fue sacar un facón de la cintura”, contó a TN Pérez Simondini. Pero el intento de Colman por defenderse no alcanzó para amedrentar a la “esfera de luz”, que lo empezó a seguir y además “le arrojó un rayo”.
“El rayo impactó directo en su camisa”, contó la referente de CEFORA, que justamente exhibe esa prenda en el Museo del OVNI de Victoria, entre tantas otras pruebas de la existencia extraterrestre. Modesto corre entonces y busca refugio detrás de un árbol. Desde allí, con terror, pudo ver cómo descendían tres pequeñas figuras del objeto luminoso.
“Él llamó a esas criaturas ‘los cara de cabra y los pata de tero’”, recordó la especialista, y enseguida explicó que Colman “era un trabajador rural que no sabía leer ni escribir, sin acceso a la televisión ni formación y que por supuesto tampoco tenía un celular”. “Para nosotros es muy importante este caso porque realmente está desprovisto de contaminación”, subrayó.
Durante los siguientes 10 días el hombre sufrió sordera y problemas en la vista, además de quemaduras en la cara. En el lugar donde vivió la experiencia quedó la huella de la esfera en forma de herradura, de unos 6 metros de diámetro, y el árbol detrás del cual se había escondido tiene aún su muñón quemado.
Jorge Polanco, el piloto de Aerolíneas que fue “perseguido” por un OVNI en Bariloche
El 31 de julio de 1995 fue el turno del piloto de Aerolíneas Argentinas Jorge Polanco. “A mí me cambió la vida, me transformó la cabeza, me hizo empezar a ver cosas desde otro punto de vista”, dijo muchos años de la experiencia el excomandante, en diálogo con Clarín.
Aquel día, cuando ya llevaba casi veinte años de trayectoria, Polanco se cruzó con un OVNI cuando se preparaba para aterrizar en Bariloche y, aterrorizado, intentó una maniobra de escape pero el objeto lo persiguió durante 17 minutos. El expiloto dejó de volar en 2017 y guardó mucho tiempo, hasta que por fin entendió que “no tenía que acreditar nada, ni convencer a nadie”.
“No es que no me deja dormir, pero la imagen sigue siendo recurrente, asombrosa, la tengo en mente a diario, como así también a los dos pilotos que me acompañaban en la cabina del avión: estaban muertos, blancos, paralizados. Y si bien yo estaba shockeado, no podía dejar de prestarle atención al control del vuelo, estaba por aterrizar en Bariloche y tenía la responsabilidad de 130 pasajeros”, relató en la entrevista con el diario.
Y continuó: “Fueron 17 minutos, ¡17 minutos con una luz poderosa sobre la ventana derecha de la cabina! Era un plato de unos treinta metros de diámetro que estaría a unos 50 metros del avión. Me acompañó en la etapa de descenso hasta el aeropuerto. ¿Mi primera reacción? ¡¿'Qué carajo es esto, qué carajo es esto?!’. Pero mis colaboradores no respondían, sólo lloraban del miedo”.
Sobre el cierre de la nota, el periodista le preguntó si creía en los OVNIS y Polanco concluyó: “A mí me pasó y eso me alcanza. También entiendo que hay un ocultamiento a nivel mundial de este tema. ¿Si creo en los ovnis? Todavía no entiendo cómo se me pregunta esto... Sin lugar a dudas que creo. Hoy estoy convencidísimo que hay otra realidad”.
Sergio Puchetta: el cabo que conoció a su hija antes de que naciera
El caso de Sergio Puchetta conmocionó a General Pico, en La Pampa, en marzo de 2006. Cabo de la policía provincial, estaba patrullando una zona rural pasadas las ocho de la noche cuando vio “un resplandor rojo sobre un monte... parecía fuego, que se mantenía quieto”.
“Me fui acercando hacia esa luz, a bordo de la moto, y de pronto no la vi más. Cuando voy a dar la vuelta, me encontré con una luz muy intensa que me enceguece, me paraliza y no me puedo mover... Sentí un cosquilleo en el cuerpo, recuerdo que solo me respondían las manos, lo que me permitió pedir ayuda con el handy que tenía conmigo...”, contó Puchetta oportunamente en una entrevista con los medios.
Llamó para pedir auxilio y desapareció. Cuando sus colegas policías llegaron al lugar desde donde había realizado esa última comunicación, sólo encontraron tiradas sus cosas: la moto, el arma y el celular. El cabo apareció recién al día siguiente, a varios kilómetros de distancia, en posición fetal, llorando y con un ataque de nervios.
Durante ese tiempo que había estado ausente, Puchetta estuvo en el interior de un OVNI y vio a “unas criaturas” que le empezaron a mostrar una serie de imágenes de su vida, de su infancia, de su adolescencia y hasta momentos que él aún no había vivido, como si se tratase de una película.
“Esos seres le hicieron ver el nacimiento de su hija y sus características de cómo es hoy, antes de que siquiera estuviera en pareja con la mujer que después se convirtió en madre de la nena”, precisó a TN Pérez Simondini. Y consideró: “El de Puchetta es un caso conmovedor”.
Carlos Díaz: el hombre que viajó de Bahía Blanca a Constitución en 18 minutos
Una lejana madrugada de enero de 1975 el trabajador ferroviario Carlos Díaz fue elevado por un haz de luz en Bahía Blanca y 18 minutos después apareció dormido en el patio de una casa del barrio porteño de Constitución. A 48 años de su singular experiencia, Díaz habló con TN y recordó en detalle toda la secuencia.
Esa noche salió de su trabajo cerca de las 3, compró la edición de ese día del diario La Nueva Provincia y se tomó el micro que lo llevaba hasta Ingeniero White en la esquina de Colón y Estomba. Ya eran las 3.50 cuando se bajó en la parada que lo dejaba más cerca de su casa, frente a un galpón de máquinas del que justo en ese momento salían dos amigos suyos de trabajar.
Los tres hombres empezaron a caminar juntos y a los pocos metros fue cuando vieron aparecer una luz blanca en el cielo. No le dieron importancia, creyeron que se trataba de un avión, pero de repente esa luz se movió a gran velocidad sobre ellos. Un instante después, de los tres amigos solo quedaban dos. Carlos había sido abducido por un plato volador.
“Yo estaba desesperado, gritaba, ni siquiera sabía lo que era un OVNI”, recordó sobre sus sensaciones en ese momento. También dijo que sentía su cuerpo paralizado, miedo y ganas de llorar, pero en ningún momento perdió la consciencia. Por eso también describe con precisión la aparición de tres pequeños seres verdes y sin manos.
“Ellos no se apoyaban ni caminaban. Levitaban”, agregó. Las criaturas, luminosas, tampoco hablaban, sino que se comunicaban telepáticamente. En ese estado de shock en el que se encontraba, atinó a tratar de tocarlos. “El cuerpo (de las criaturas) parecía esponjoso”, describió Carlos, y sumó otro detalle curioso: “Cada vez que los tocaba se me caía el pelo y se les quedaba pegado a ellos”.
La historia clínica después reflejó “la pérdida total de vello” en su cuerpo cuando llegó a la guardia del hospital, después de que lo encontraran en Constitución. Tenía también una marca en la abdomen aunque nunca había sometido a ninguna operación, que sigue teniendo todavía hoy. Los exámenes psiquiátricos no encontraron ninguna irregularidad en este hombre, que desde entonces repite su historia, la misma historia, sin fisuras. “Desde que me ocurrió esto no me enfermé nunca más. Ni un resfrío”, destacó a TN.
“XFiles”: Diferenciar lo que es, de lo que no es
Pese a las últimas revelaciones ante el Congreso norteamericano de un exagente de Inteligencia de EE.UU. sobre las pruebas de la existencia extraterrestre que tendría en su poder ese país, la referente de CEFORA Andrea Pérez Simondini indicó a TN que la “verdadera acción de apertura fue en diciembre de 2017, cuando el NY Times publica en su tapa que un señor llamado Luis Elizondo era el jefe de un programa del Pentágono que se dedicaba a estudiar amenazas avanzadas tecnológicas”.
En otras palabras, Elizondo encabezaba el estudio secreto de los OVNIS para el Pentágono y aseguró en una entrevista que estos objetos no identificados llevaban “más de 70 años con nosotros”. Pero además, este hombre expuso una escala que denominó “observables” que permitía “diferenciar lo que es de lo que no es” a través de 15 filtros muy contundentes.
Algunos de ellos, repasó Pérez Simondini, son:
La condición de vuelo hipersónico que tienen estos eventos, arriba de 30 mil, 40 mil KM por hora
El vuelo antigravedad. Es decir, venir a esa velocidad, pararse a punto cero y cambiar abruptamente de dirección
Condición de aerodinámica. Estos eventos no presentan ni fuselaje, ni hélice, ni sistema de propulsión ni ala.
Condición de vuelo trasmedio. Vuelan no sólo en nuestra atmósfera, sino que salen y reingresan de ella por lugares no vectorizados. O sea, por cualquier lugar y se meten debajo del agua.
Según la opinión de la investigadora, “EE.UU. se ve obligado ahora a liberar información porque la exploración hoy esta en manos de contratistas privados que ya han han descubierto y hecho públicos muchos de estos eventos”.
En el mismo sentido, el ufólogo Oscar Luciani también habló con TN y consideró: “Tenemos que entender que al humano siempre se lo tuvo entretenido para que no pueda despertar la consciencia”.
Y añadió: “Siempre existieron excusas como decir ‘la gente no está preparada, puede producir un impacto’, pero siempre está el momento justo, el lugar justo y en el tiempo justo para que esa información llegue. Y así fue”.
Fuente: TN