En el calor de Barranquilla
El VAR le refrescó la tarde a Colombia con un penal "traído de los pelos": Argentina cayó por 2 a 1
Era para un empate y ese debió ser el resultado del partido. Un penal rebuscado le dio a Colombia una victoria por la que no hizo más que la selección de Scaloni, que cayó luego de 12 partidos.
Alguna vez podía pasar. Alguna vez debía pasar. Molesta y fastidia que haya sido de esta manera, con un penal muy dudoso, rebuscado y en un partido que se definió así, con un polémico fallo. Podría haber sido empate, más allá de una tapada estupenda del Dibu Martínez en el final, con Argentina totalmente jugado en ataque. Era para un empate, pero el VAR chileno no quiso.
El recurrente error de los defensores de Colombia, que Argentina no había sabido o no había podido aprovechar en el primer tiempo, fue lo que en el arranque del segundo le dio la chance del empate. Pelota que queda corta en la salida de Colombia, una defensa descolocada y en otra cosa y Nicolás González encaró en velocidad, se internó en el área y le pegó de zurda para convertir el empate. ¿Qué había pasado hasta ese momento?, era un partido con cierta paridad y con un gol de Colombia que llegó de la manera en que lo había advertido Scaloni. “Ojo con los centros porque tienen buen juego aéreo”, expresó el técnico argentino. Y así fue. De un córner a favor, tocaron rápido para James Rodríguez que metió un centro “pinchado” al segundo palo que pasó por arriba del Dibu y capitalizó Mosquera entrando por detrás para cabecear adentro del área chica. Los defensores de Argentina se durmieron no sólo en la definición de la jugada, sino también en el inicio, cuando no fueron a marcar el toque en el tiro de esquina.
Argentina había tenido una chance saliendo a apretar sobre la salida de los colombianos (fue la de Julián Alvarez que cruzó todo el arco) cuando el partido estaba 0 a 0. Y tuvo dos situaciones de sendos tiros de esquina (bien ejecutados por Paredes), que desnudaron indecisiones en la defensa de un equipo local que no encontraba desequilibrio con Luis Díaz tirado por izquierda y bien marcado por Montiel, que lo obligó a moverse por otros sectores de la cancha.
El calor y la humedad conspiraron para que el ritmo del partido sea inferior al que habitualmente propone Argentina. Y también el libreto, porque más allá de algunas jugadas puntuales en las que fue a presionar, la idea era esperar en mitad de cancha, con escasa subida por los laterales y tratando de que la pelota salga jugada lo mejor que se pueda a través de De Paul y Enzo Fernández para la búsqueda de los tres de arriba.
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En el mejor momento de Argentina, llegó la vergonzosa decisión de los árbitros (los de cancha y sobre todo los del VAR) que inventaron un foul de Otamendi adentro del área en una jugada que, al proseguir, casi se convierte en gol de Argentina. La revisión trajo como aparejado el cobro de un penal que los chilenos inventaron y que James Rodríguez se encargó de convertir en gol con un soberbio remate que dejó sin ninguna chance al Dibu.
Entraron Acuña, Alexis MacAllister y, más tarde, lo hizo Lo Celso. Argentina siguió yendo y se instaló en el terreno colombiano. Desafiando el calor y un desgaste lógico, el desafío fue el de encerrar a los colombianos contra el área defendida por Vargas. Se generaban espacios. Y Scaloni seguía metiendo gente fresca del medio hacia arriba, arriesgando al máximo cuando, por ejemplo, incluyó a Dybala en lugar de Enzo Fernández.
El partido estaba planteado así, bien ajustadito en cuanto al resultado y el trámite. Argentina sufría la ausencia de algún jugador desequilibrante en los últimos metros, capaz de una jugada individual o de intentar alguna pared por abajo que pudiera generar, al menos, un foul en la puerta del área.
Colombia durmió el partido en los 7 de descuento que dio el árbitro. Quedó en el final esa sensación de injusticia y también de despojo por un penal “traido de los pelos” que cobró el VAR chileno, más allá de una tapada espectacular del Dibu Martínez en la última jugada del encuentro.
Que pierda la selección argentina es noticia. Apenas dos derrotas en más de 60 encuentros, una eficacia de más del 75 por ciento para Scaloni, campeón del mundo y bicampeón de América, hacía 12 partidos que no perdía y Colombia le ganó después de 17 años. No tiene que doler, no debería doler. El fastidio es que inevitablemente hay una sensación de cosa ilegítima y “traida de los pelos”, como ese penal que los chilenos se encargaron de hurguetear hasta que lo pudieron encontrar. Y así se consumó una derrota que fue fue una revancha para los colombianos y apenas una tristeza que tiene que ser momentánea y sin consecuencias para la mejor selección del planeta.