Emma, la primera nena en jugar al fútbol en la Liga Venadense
“Mamá, ¿podré jugar algún día?”. La pregunta de la pequeña Emma se le clavó como un puñal en el pecho a Paola, su mamá. Aunque iba todos los días a entrenar con su equipo, a la nena no la dejaban jugar los partidos oficiales de la liga por una simple razón: ser mujer.
A partir de esa prohibición empezó una lucha que logró cambiar la historia en el fútbol infantil en el sur santafesino. Luego de la acción que emprendió la familia de Emma, se logró que se autorice la inclusión de nenas en los equipos que participan de la Liga Venadense.
Una apasionada del fútbol que venció los prejuicios de propios y extraños
Emma Mussio tiene diez años y es de Rufino. Es una fanática de los deportes a la que le encantan el hockey y el polo. Sin embargo, su mayor pasión es el fútbol: desde los cinco años que juega junto a sus vecinos y amigos.
En 2019, la nena le pidió a su mamá que la llevara a una escuelita. “Yo fui la primera prejuiciosa, no quería que jugara al fútbol porque era nena”, admite Paola Pérez, su mamá. El mayor miedo de la mujer era lo que podría pasarle a su hija en espacios que solo tenían vestuarios para varones.
La insistencia de la pequeña hizo que su mamá cediera. Fue así como Emma comenzó a juntarse con un grupo de cinco nenas en una canchita del pueblo, aunque la pronta llegada de la pandemia puso punto final a esa experiencia.
Una vez que volvieron las actividades recreativas, se sumó al equipo de varones del Club Atlético Jorge Newbery de Rufino, entidad en la que su papá Gustavo es dirigente. En febrero de este año, la categoría entró en la Liga Venadense y mandaron los papeles de todos los integrantes para ficharlos. Hubo solo dos casos que fueron rechazados: el de Emma y otra nena.
La lucha por el derecho a jugar
De lunes a miércoles, Emma entrenaba con sus compañeros, pero al llegar el fin de semana no podía jugar los partidos de la liga.
“Los lunes les preguntaba a sus amiguitos cómo les había ido, a dónde habían viajado… Eso a mí me partía el alma”, contó Paola, que no toleró la injusticia y decidió poner manos a la obra para lograr que su hija pudiera jugar por los puntos.
Primero, buscó por internet casos de niñas a las que les hubieran prohibido jugar al fútbol por ser mujeres y estableció lazos con las madres de varias de esas pequeñas. Así, generó una red que la contuvo y le dio consejos. Sin embargo, algunas le llegaron a decir que lo que buscaba era imposible de lograr.
Paola se puso en contacto con Lucas Castro, el abogado que asesora al club Jorge Newbery. Junto a él idearon la estrategia para hacer una presentación ante la Liga Venadense. “Le dije que yo estaba dispuesta a todo, iba a ir hasta las últimas consecuencias, estaba dispuesta a presentar un recurso de amparo”, contó.
Mientras, Emma seguía practicando junto a sus compañeritos, sin enterarse de la batalla en los escritorios que se estaba por dar en su nombre.
El fútbol mixto infantil, un cambio de paradigma
Desde el Club Jorge Newbery se acompañó desde un principio la lucha de Emma y de su familia. “Desde hace un tiempo venimos trabajando, silenciosamente, en deconstruir algunos paradigmas. Entre ellos, la posibilidad, ante la imposibilidad de conformar planteles de fútbol integrados por niñas no solo por nuestro club sino por el resto de las instituciones que integran la Liga Venadense de fútbol, de que las mismas formen parte de equipos mixtos hasta los 12 años de edad, ya que hasta esa edad, según reglamento forman parte de las categorías infantiles”, explicó Castro.
En ese sentido, agregó: “Tenemos el deber de luchar para que en nuestro ámbito los socios y deportistas puedan ejercer con plenitud sus derechos, cómo, eligiendo el deporte que deseen sin barreras de género”.
Castro dejó en claro que las gestiones para que la Liga Venadense autorizara el fútbol mixto se hicieron siempre desde el diálogo. Sin embargo, tanto él como los papás de las niñas dejaron en claro durante todo el proceso que una respuesta negativa hubiera derivado en un recurso de amparo. Es decir, la situación se habría vuelto mucho más tensa.
Luego de casi seis meses de lucha, la resolución a favor de Emma llegó hace apenas algunas semanas. La nueva normativa implica que hasta los 12 años, inclusive, los planteles de inferiores de los equipos que integran la Liga Venadense podrán ser mixtos (pueden incluir niñas o no, o hasta ser íntegramente compuesto por mujeres).
“Sin dudas la Copa América de fútbol femenino ayudó y mucho, pero también el temor de la Liga a quedar desajustada a los tiempos que transcurren motivó la decisión”, consideró el abogado.
Emma, la nena que torció la historia en el fútbol infantil de su región
Desde que salió la resolución, Emma, que juega de delantera con el número 9 en la espalda, ya disputó tres partidos con su equipo en la liga. Disfruta mucho de lo que hace y tuvo un gran recibimiento de parte de sus compañeros, que le dedicaron tiernos mensajes.
A la pequeña de Rufino la apodan “El Colibrí”, como al colombiano Miguel Borja, el delantero de River. Emma es fanática del Millonario, igual que su papá. Durante el verano vino de vacaciones a la Ciudad de Buenos Aires y tomó algunas clases en la escuelita de fútbol femenino del club de Núñez: durante esos días quedó fascinada con el arquero Franco Armani.
En la actualidad, Emma y su familia, compuesta también por sus dos hermanas Alma e Inés, a quienes no les interesa para nada el fútbol, apuntan a un nuevo objetivo: que Rufino pueda tener un equipo de fútbol femenino infantil.
“Este es un pueblo chico y hay cuatro o cinco clubes, no alcanza para que cada uno tenga su equipo. Por eso estamos tratando de armar un solo grupo de fútbol femenino con nenas de todos los clubes”, contó Paola.
Desde el próximo domingo las categorías infantiles de la Liga Venadense de Fútbol serán mixtas
Alcanzado el objetivo de poder jugar con sus compañeros los partidos de la liga, hoy Emma tiene otra preocupación: conseguir el álbum del Mundial, una misión casi imposible en Rufino.
Emma hoy disfruta de su pasión por el fútbol y, a su corta edad, sabe que quiere seguir una carrera en la disciplina. Eso será posible gracias a la batalla -y a la lección- que dieron los que más quieren. “El amor lo puede todo. Cuando le dijeron que no podía jugar, fui la que más se encaprichó. Y eso que yo había sido la primera prejuiciosa”, cerró su mamá.
Daniela Lichinizer / TN