Un poco más del 60 %, menos de 70 %, algo por encima de esa cifra. En general, el porcentaje de participación en las elecciones que se realizaron hasta ahora en las 16 provincias argentinas donde se celebraron PASO o generales, incluida Santa Fe, no varía demasiado. Pero, ¿con qué números se lo compara? ¿Hay realmente un desinterés por votar? Y si es así, ¿está motivado en el descontento o en la bronca?
En caída pero sin alarmar: cómo fue la participación electoral en las provincias que ya tuvieron comicios
El Litoral dialogó sobre estos temas con Fanny Maidana, doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario y docente universitaria en Ciencia Política en UNL y UBA y también en teoría de los partidos políticos y de los sistemas electorales en UNL. Entre el 18 y el 21 de julio, participó como expositora en el 27 Congreso Internacional de Ciencia Política y en el XVI Congreso Nacional de Ciencia Política (ambos en la Pontificia Universidad Católica Argentina en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Allí se presentaron mesas sobre el caso de Santa Fe, donde el domingo 16 se celebraron las elecciones primarias que arrojaron, como primeros datos, un 63,05 % de participación 7,25 % de voto en blanco y 4,87 % de votos anulados.
¿Cómo se pueden leer estos datos? Veamos.
“Es verdad que en términos generales hay una caída de la participación electoral en distintas provincias que ya han realizado elecciones. Hay que tener en cuenta que, contabilizando las PASO del domingo 16 en Santa Fe, tenemos un total de 16 que tuvieron comicios”, señala Maidana, además de aclarar que en algunas ya se tienen resultados definitivos y en otras se realizaron primarias y se está a la espera de las generales para definir la elección.
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“Si se observan los números generales sí hay una caída de la participación, pero no es muy alarmante. Por ejemplo, en las PASO de la provincia de Santa Fe de 2019 hubo un 69,59 de participación y este año hubo un 63,05 %. Entonces, tenemos una caída del 6%, considerando que es una primaria”.
Esta aclaración es importante: “En términos generales, lo que ocurre es que en las PASO hay menos asistencia a votar y esto está motivado porque hay personas que consideran que allí no se define ‘nada’; y si bien el sistema prevé multas (que en realidad son irrisorias y pocas veces se hacen efectivas), no imposibilita votar luego en la general y no hay un incentivo que obligue a participar en esa instancia”.
Por eso ocurre que “cuando se analizan los resultados electorales siempre hay una diferencia en la participación entre las primarias y las generales, donde ésta suele ser más alta”. En Santa Fe habrá que esperar entonces hasta después del 10 de septiembre.
En este punto, Maidana aludió al informe que presentó el Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICAaD) en el mencionado Congreso de Ciencia Política. “Allí se toman elecciones de varias provincias (no estaba incluida Santa Fe) que se realizaron este año y se observa que, en promedio, si se compara la participación electoral de 2019 con la de 2023, hay una caída promedio del 5%. Mientras que los votos en blanco y nulos aumentaron un 2,34 por ciento”.
La realidad es que la participación efectiva (es decir, de personas que emiten votos) cayó en la mayoría de los distritos que realizaron elecciones hasta ahora. Sin embargo, “no son números que lleguen a los porcentajes que se alcanzaron, por ejemplo, durante el 2001, cuando tuvimos elecciones legislativas nacionales y el nivel de voto nulo fue histórico. Eso no está presente ahora”, explica.
Con estos números, Maidana concluye en que “no podemos decir que hay un rechazo total y absoluto al sistema, como sí lo encontramos en 2001, cuando se registró un voto bronca. Me parece que con estos números generales que estamos teniendo en las elecciones realizadas hasta ahora, eso no se está manifestando como sí lo hizo en el pasado”.
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Cómo opera la boleta única
Sí hay una cuestión interesante para analizar y que la provincia de Santa Fe pudo corregir. “Cuando se sanciona y se aplica en 2011 y 2013 la boleta única de papel por categoría, hubo un alto nivel de votos anulados por una cuestión de defecto del sistema; eso se corrigió con una reforma a la ley y se sacó el casillero de voto en blanco, que estaba presente en el diseño original”.
Más allá de este tema en particular, “lo que se observa en Santa Fe es que, a diferencia de las boletas partidarias, donde quién sufraga tiene que hacer un corte y armar el voto con candidatos de distintos partidos, en este esquema de boleta única de papel por categoría se promueve que los electores realicen un voto individual, donde muchas veces las y los candidatos que eligen no tienen una misma pertenencia partidaria: Maximiliano Pullaro fue el candidato a gobernador más votado y proviene de Unidos para Cambiar Santa Fe; Omar Perotti fue el candidato a diputado más votado que responde al justicialismo; en la ciudad de Santa Fe el candidato que gana es Juan Pablo Poletti, que proviene de la interna de Unidos, pero del grupo que apoyaba a Losada; las candidaturas a concejales las gana Unidos, pero en la lista que acompañaba a Chuchi Molina y que responde a nivel provincial a José Corral y a Pullaro”.
Otra cosa muy particular fue que “ese domingo nos fuimos a dormir con la idea de que Corral había triunfado en la categoría de Diputados; ese resultado se termina revirtiendo y Clara García le saca una ventaja de 0,30 %. En la elección pasada, en 2019, ganó el justicialismo en la Gobernación, pero la lista de Antonio Bonfatti fue la más votada para la categoría de Diputados”.
Para Maidana, “la boleta única no promueve el voto en blanco o nulo, pero sí que los electores voten sin estar sujetos a una cuestión de continuidad o coherencia ideológica entre las candidaturas que seleccionan”.
De prioridades y respuestas
En esta dinámica entre las PASO y las generales, al no existir una imposibilidad de participar en la segunda instancia si no se lo hace en la primera, muchos ciudadanos evalúan: “Ahora no estoy votando porque no va a ganar ninguno, son internas; voy a votar en la general”.
Y también hay una cuestión “que tiene que ver con el contexto de nuestro país, la situación económica y el alejamiento de la política respecto de la realidad de la ciudadanía, que muchas veces está en el día a día viendo cómo llegar a fin de mes. En esto hay una especie de disociación, y para el ciudadano la prioridad no es resolver a quién va a votar”.
Otro fenómeno que se analiza en la Ciencia Política y, sobre todo, en la Comunicación Política “es que, a excepción de quienes tienen una afinidad ideológica o una pertenencia partidaria histórica, los electores definen su preferencia electoral el día que van a votar o pocos días antes. No es una decisión premeditada y definida, sino que tiene un alto contenido emocional y del momento”.
Eso también es lo que hace que muchas encuestas fallen, “como ocurrió esta vez en Santa Fe, porque nadie esperaba esta diferencia abismal de Pullaro en la interna y también de Unidos respecto de todo el peronismo”. Y agrega: “El peronismo con sus cuatro candidatos, apenas suma algo más de votos que Carolina Losada, que es la que salió segunda en Unidos, con lo cual el panorama se ve bastante complicado y también nos informa que los votantes, los ciudadanos, o bien no expresan su preferencia cuando ya la tienen definida o, como es muy probable, la definen en el momento en que van a votar”.
A este análisis, Maidana suma el concepto de “voto vergonzante”: “Hay gente que no quiere decir que va a votar a determinado candidato. Lo vota, en efecto, pero prefiere no decirlo, porque le da ‘vergüenza’ su elección o prefiere no discutir sus preferencias. Ese es otro elemento que puede explicar algunos resultados”.
Voto estratégico
Otra categoría posible a la hora de analizar los resultados electorales y cotejar la instancia de primarias con las generales, apunta Fanny Maidana, es el “voto estratégico”; práctica que promueve el sistema de internas abiertas.
En los hechos, se trata de emitir un sufragio por un candidato o candidata en la PASO, pero no para que gane, sino para evitar que lo haga su adversario; y luego en la general votar por otra alternativa. O bien, en las PASO votar por el candidato con el que hay más coincidencias, aún a sabiendas de que no va a superar esa fase, y luego en la general optar por quien tiene más posibilidades de ganar (voto por convicción contra voto “útil”) . “No es un porcentaje representativo pero hay electores que votan con este criterio”.
En blanco y nulos
¿Cómo leer los resultados en materia de votos en blanco o nulos? En este punto Fanny Maidana explica que si se suman ambas categorías “en 2019 totalizaron un 11,48%; mientras que si se consideran los datos de las PASO 2023, el resultado es de 12,1 %. Es decir, apenas un 0,78% de incremento”.
Entonces, hubo un aumento pero ese dato requiere otra lectura: “En 2019, el voto en blanco fue del 6,47 % y ahora, del 7,23 %; mientras que el nulo fue del 5,01 % cuatro años atrás y ahora bajó al 4,87 %. O sea que hay una variación y un aumento del voto en blanco, pero no es desmedido y conjuntamente también es muy marginal. No estamos hablando de un voto blanco y nulo entre el 40 y 50% como ha ocurrido en Argentina en 2001”.