Es de Wheelwright y en el Aconcagua pidió por el planeta
Este viernes, el oriundo de Wheelwright, Agustín “Ruso” Jurich, subió hasta los 6000 metros en una de las montañas más altas del mundo, el Aconcagua, en la provincia de Mendoza. Lo hizo junto a Diego Civitillo (Colón, Buenos Aires) y Daniel Romero (Arias, Córdoba), en el marco de la “Expedición Aconcagua 2022”, que empezó en los primeros días de este año.
El joven (30) es además amigo de integrantes del grupo “Biowheel” de la comuna de Wheelwright, por lo que no dudó en plantar una bandera propia en el pico más alto de América: “Seamos el cambio que queremos ver en el mundo. Cuidemos el planeta”, se lo puede ver a Agustín posando en uno de los altos de su caminata.
“Desde que tomó la decisión de atreverse a vivir la gran experiencia de subir al Aconcagua, nos propuso llevar un mensaje que demuestre nuestro compromiso como pueblo de cuidar y mejorar nuestro ambiente”, contó a Sur 24 el presidente comunal Benjamin Gianetti. “Estamos orgullosos porque es una excelente persona, trabajador y servicial”, recordando que Jurich es también Bombero Voluntario.
“Compite, se prepara, se forma, estudia, se capacita y ahí están los resultados. Mucha garra, esfuerzo, pasión y sobre todo, un gran espíritu para vivir respetuosamente esta experiencia y todas las anteriores. ¡Gracias por llevarnos tan alto!”, aseguró.
El último ataque
El jueves 13 de enero, en la última comunicación por radio al campo base, dijeron que los tres estaban bien y a las 2 de la madrugada del viernes, iniciaron el “ataque” a la cumbre. Son 1000 metros de desnivel, de temperaturas extremas bajo cero y fuertes vientos.
Pero a pesar del buen pronóstico y de las buenas condiciones de aclimatación de los tres, tuvieron que relegar el sueño a casi 900 metros de llegada. Y es que en esta montaña, por la gran dimensión que tiene, se da un fenómeno climático local en la zona cumbrera. Lo llaman “El Hongo”, porque la forma lenticular sobre la cima, así lo hace parecer desde la lejanía.
“Siempre se recomienda bajar, ya que su presencia es sinónimo de fuertes vientos y precipitaciones, con desenlace mortal en la mayoría de las situaciones. Y esa fue la decisión de Agustin, Daniel y Diego. En un descenso ‘durisimo’, desarmaron el campamento 3 de los 6000, y le dieron hasta el Campo Base de Mulas (4200 msnm). Están muy cansados, fue una jornada extenuante. Lo importante es que están ilesos”, informaron desde las redes sociales.
Un mismo sueño
En redes sociales, Agustín resaltó que conquistar la cima del Aconcagua, era un sueño “común” junto a sus dos compañeros. “Es el cerro más alto de todo el continente americano, de occidente y el hemisferio sur. Durante el 2021 los 3 estuvimos entrenando física y mentalmente para encarar está expedición en las mejores condiciones posibles, pero el sueño de todos empezó varios años atrás con cada uno haciendo intentos algunos fallidos y otros con éxito”, recordó.
Y continuó: “Encarar un cerro así no se logra solamente con 1 año de entrenamiento físico sino lleva muchos años de experiencia, invertir tiempo en entrenamiento, capacitación, invertir mucho dinero en equipo para soportar las bajas temperaturas y los fuertes vientos. Es un proceso de varios años, pero para quien tiene un objetivo bien claro ese periodo es tan solo un pasar del tiempo y todas estas cosas se conjugan para llegar a cumplir nuestro sueño de coronar esa cumbre de algunos metros de diámetro”.
“No es sólo llegar a toca esa cruz de aluminio que está situada a casi 7000 metros sino una carrera contra uno mismo donde las horas de caminata con nuestra mente nos ponen a prueba y para ver si estos años no fueron en vano”, cerró.
125 años
Un 14 de enero, pero del año 1897, el suizo Matthias Zürbriggen, con 42 años, alcanzó en solitario, los 6962 metros del cerro Aconcagua. Fue el primero en lograr la hazaña ante el “Coloso Andino” y que, a lo largo de 125 años, se multiplicó por miles. Así y desde ese momento el pico más alto de esta parte del mundo fue escenario de épicas historias de esfuerzo y sacrificio, pero también sus senderos se convirtieron en heladas mortajas para decenas de fallidos intentos.