Los increíbles hallazgos que a lo largo de su vida recolectó y atesoró en Arroyo Aguiar un vecino de la zona se transformaron en objeto de estudios. La variedad y el buen estado de conservación de los elementos desenterrados son clave a la hora de analizar a qué tiempos pertenecieron.
“Es muy rica la colección”: desde el Museo Etnográfico destacan la importancia de los tesoros de Arroyo Aguiar
Además de charlar con las hijas del responsable de semejante tarea, Sur24 visitó las instalaciones del Museo Etnográfico y Cultural “Juan de Garay” y conversó con Gabriel Cocco, jefe de Investigaciones, sobre estos elementos hallados en Arroyo Aguiar y su zona costera.
El investigador explicó que a fines de la década del ‘90, Salas se acercó hasta el museo y comentó todo lo que había encontrado y “desde entonces iniciamos una relación”, dijo.
Los elementos permitieron “empezar a investigar esa zona y nos llevó a conocer los sitios donde él cada vez que bajaba a la laguna encontraba restos arqueológicos, así que es muy destacable la actitud de Elvio en ese momento y toda la posterior, porque gracias a él nosotros pudimos organizar los campamentos que se hacen para el trabajo de campo, ya que nos dio un lugar para acampar donde ellos tenían una ranchada y siempre estuvo presente”, afirmó Cocco.
Valiosos
— ¿Qué importancia tienen estos descubrimientos?
— Son sitios arqueológicos indígenas, de los primeros habitantes de esta zona, del entorno de lo que es la ciudad de Santa Fe y el departamento La Capital. Pudimos hacer dataciones radiocarbónicas de algunos de los restos que excavamos junto con Elvio y dieron desde 2.400 años de antigüedad hasta 1.500.
Esto nos da información de todo un período anterior a la llegada de los españoles que no conocíamos y, gracias a todos estos años de investigaciones, estamos empezando a conocer cómo era la vida de esta sociedad de cazadores recolectores que vivían en el territorio que hoy ocupamos.
Estos, junto con otros que encontramos en la zona de Campo Andino, cerca de Arroyo Aguiar, son de los más antiguos de la provincia, si bien hay restos de mayor antigüedad en el suroeste de la provincia.
En general, los restos más antiguos tienen dos mil años en todas las llanuras aluviales del Paraná, y nosotros encontramos de 2.400, 2.500 hasta 2.900 años de antigüedad. Es decir, estamos yendo un poco más atrás en el tiempo y conociendo más sobre nuestra historia.
—¿Qué tipo de piezas encontró Salas?
— Son principalmente cerámicas, contenedores enteros y partes de algunos de cerámica, que es el material más abundante y el que más se conserva de todas estas poblaciones que vivieron en la zona. También hay material lítico como puntas de proyectil, raspadores, boleadoras.
En lo que tiene que ver con lo arqueológico, es muy rica la colección. A partir de las investigaciones que pudimos hacer y de excavar sistemáticamente los sitios que Salas había recorrido, pudimos obtener mucha más información y seguimos investigando.
— ¿Alguno de esos elementos llamó más la atención sobre el resto?
— Sí, hay varias piezas. Más allá del valor como patrimonio arqueológico, la información que pueden brindar es que estéticamente son muy lindas. Son piezas enteras o algunos apéndices que son característicos de estas poblaciones. Son únicas y extraordinarias por la forma en que fueron confeccionadas y la manera en que trabajaban la cerámica estos grupos cazadores recolectores.
—¿A qué poblaciones pertenecerían los elementos encontrados?
— Los restos tienen el nombre arqueológico de las poblaciones que vivían en ambientes fluviales más asociados a la llanura aluvial del Paraná, los denominamos Goya Malabrigo o ribereños plásticos. Por otro lado, hay otras poblaciones que también llegan hasta esa zona, quienes por ejemplo construían hornos de tierra cocida y hacían pozos para cocinar y otras funciones que el arqueólogo Carlos Ceruti denominó entidad cultural “Esperanza”, más relacionados a las llanuras.
En tiempos históricos cuando viene, por ejemplo, uno de los primeros expedicionarios conquistadores de nombre Ulrico Schmidl, que pasó por esta zona, habló de los Quiloazas. Por eso la laguna Setúbal se llamaba así cuando estaba toda unida, no eran tres distintas.
Tenemos los Mocoretaes más al norte o los Calchines; esos son los nombres de estos grupos que están asociados a la llanura aluvial del Paraná y lo que estamos encontrando nosotros serían los antecesores de estas poblaciones, de las que no sabemos los nombres porque hace 2.500 años no hay ningún registro escrito para saber cómo se llamaban o cómo se autodenominaban.
Sí sabemos lo que aparece en las crónicas y por el registro arqueológico, que son los descendientes de esas poblaciones.
La investigación sigue
En otro tramo de la entrevista, Cocco aseguró que los estudios de los objetos encontrados en Arroyo Aguiar continúan. “Estamos con un proyecto de Ciencia y Técnica de la provincia de Santa Fe con un subsidio. Trabajamos con investigadores de la Universidad de La Plata y vamos a continuar haciendo trabajos de campo excavando”, remarcó.
En ese sentido, señaló que “se están estudiando los restos humanos recuperados también en alguno de los sitios en años anteriores, haciendo todos los análisis posibles para saber la antigüedad, la dieta y otros análisis, que nos dan información sobre el pasado”.
Al mismo tiempo, el investigador no perdió la oportunidad de resaltar la importancia de los hallazgos de Salas, el vecino de Arroyo Aguiar. “Es muy valorable que él haya rescatado piezas que encontraba en las bajantes, que haya conservado y registrado el lugar de donde provenían y, lo más importante, es que él vino a un museo, que es lo que todos deberían hacer cuando encuentran restos arqueológicos”, sostuvo.