Especialistas destacan la importancia de la evaluación fecal periódica
El hablar sobre la propia materia fecal en el consultorio médico aparece como un “tabú” que genera incomodidad, vergüenza y hasta gracia en algunos pacientes.
Sin embargo, diversos especialistas, entre ellos el jefe del Servicio de Gastroenterología de la Fundación Favaloro, Fabio Nachman, advierten que “es importante” observar las propias heces porque pueden alertar sobre patologías de colon, estómago y/o intestino. “¡Y hasta salvarnos la vida!”, enfatizan.
¿Con qué frecuencia realiza deposiciones? ¿Cuál es la apariencia de su materia fecal? ¿Cuál es su color y consistencia? Estas son algunas de las preguntas que Nachman realiza a sus pacientes en el consultorio, y también a su audiencia de las redes sociales, a la que hasta “vestido de caca” buscó interpelar con un mensaje concientizador sobre la necesidad de realizar consultas a especialistas ante distintas señales de alerta.
“Sobre la materia fecal la gente consulta con más facilidad por redes sociales que en el mismo consultorio”, dijo Nachman, quien también presidió la Sociedad Argentina de Gastroenterología, y explicó que esto sucede porque es un tema “tabú” para la sociedad, como el recto y el ano.
Más de 70.000 personas siguen al médico en Instagram, donde con contenido lúdico y directo desarma mitos sobre el aparato digestivo y pone en agenda temas centrales como “hablar de la materia fecal”.
“Lamentablemente, las dos terceras partes de las personas que tienen indicación de controlarse -con estudios de rutina como colonoscopía y test de sangre en materia fecal- no lo hacen”, lamentó. Esto se da por diversos factores: desconocimiento, miedo al estudio o al resultado, tabú, y hasta homofobia, agregó.
Se pueden realizar tres tipos de estudios sobre la materia fecal: la detección de sangre oculta, la detección de parásitos y estudios para el diagnóstico de la diarrea -volumen, pérdida de grasa y de proteínas, y electrolitos-, enumeró el médico.
Para el diagnóstico de parásitos el paciente debe recolectar un poco de materia fecal en un frasco durante seis días. “Tienen que ser seis días distintos porque hay parásitos que no se eliminan todos los días”, explicó a Télam la bioquímica de la UBA Claudia Menghi, quien trabajó durante 40 años en el laboratorio del Hospital de Clínicas, donde estudian muestras de materia fecal de personas de todo el país y países limítrofes.
En ese estudio hacen un examen primero macroscópico, en el que filtran la muestra para observar si hay parásitos como ‘la lombriz solitaria’ (Taenia saginata), que se elimina por segmentos. También observan el color, si hay presencia de sangre o mucus y la forma y la consistencia en base a la Escala de Bristol, una tabla visual destinada a clasificar la forma de las heces humanas en siete grupos.
La forma de las heces depende del tiempo que pasan en el colon. Los tipos 1 y 2 indican estreñimiento; los 3 y 4 son heces ideales, especialmente el 4, ya que son los más fáciles de defecar; los tipos 5, 6 y 7 son heces diarreicas.
“Ninguno de los extremos es bueno”, advirtieron ambos especialistas. En condiciones de salud, la constitución de la materia fecal, es aproximadamente un 70% de agua; el resto fibras ingeridas, flora intestinal, es decir, bacterias, y desechos, detalló el médico.
Entre las principales señales de alerta en la materia fecal lo que hay que mirar es la coloración, la forma, la consistencia, la frecuencia, y si está acompañado de otro elemento que resulte “anormal”, como mucosidad con sangre, y si la materia fecal, en lugar de ser marrón oscuro, tiende a ser casi negro como la brea, o si es más clara y tiende al amarillo o al marrón claro.
Una materia fecal de un paciente con buena calidad de vida y salud tiene una forma tipo “chorizo” continua, no entrecortada, y de color marrón oscuro, y la frecuencia de deposiciones ideal es una vez al día. No obstante, existen márgenes que determinan el rango de normalidad de la frecuencia entre: “cada tres días” y “hasta dos veces por día”, agregó el médico. Fuera de esos márgenes se trata de un aumento de deposiciones o de constipación.
Qué “dice” la caca de la salud según su color
• Diarrea: se vincula a patologías de otros órganos como el hígado, que da manifestaciones de cambio de coloración o cuadros de malabsorción; o del páncreas, cuando hay insuficiencias pancreáticas por diferentes enfermedades también hay malabsorción de macronutrientes, hidratos de carbono, grasa y proteínas puede generar una diarrea, por ahí con menos cantidad de deposiciones, pero de mucho volumen. Existe una diarrea llamada Esteatorrea, que es cuando tiene mucho contenido graso, puede tener un olor y consistencia particular, se pega mucho al inodoro y a veces flota.
• Color claro: se da cuando hay alguna afectación del intestino delgado, puede vincularse a la anemia, y también a un aumento en el número, en volumen o en relación a la consistencia de las heces, y puede pasar a un color más claro porque es mucho más fácil que se mal absorban grasas.
• Color verde: puede deberse a un tránsito intestinal acelerado, como sucede, por ejemplo, con las enfermedades celíacas, y no permite que los pigmentos biliares sean degradados por las bacterias.
• Color sangre roja y mucosidad: la presencia de sangre suele ser característica de la afectación del colon. Si la materia fecal tiene un color rojizo con “sangre roja” que solamente se encuentra en la superficie de la materia fecal “se vincula a una infección o una úlcera al nivel del tracto digestivo bajo, es decir, en el ano, el recto o el intestino grueso”, dijo Menghi.
• Color sangre “alquitranada”: La melena, materia fecal negra o con sangre, puede tener múltiples causas, como la enfermedad diverticular, enfermedad inflamatoria intestinal (incluye la colitis ulcerosa, que causa inflamación y úlceras en el colon y el recto, la enfermedad de Crohn, una inflamación del revestimiento del tracto digestivo), tumores (benignos o cancerosos del esófago, el estómago, el colon o el recto pueden debilitar el revestimiento del tracto digestivo y causar hemorragias), pólipos en el colon (pequeñas lesiones), hemorroides , fisuras anales (pequeños desgarros en el revestimiento del ano), proctitis (inflamación del revestimiento del recto que puede causar sangrado rectal).
EL TABÚ SOBRE LA CACA, DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA
El análisis sobre la “analidad” y la materia fecal desde la mirada psicoanalítica es distinto al de la medicina porque, más que “tabú”, lo que predomina en los comportamientos sociales está vinculado a “tres diques” o construcciones psicosociales llamadas “asco, vergüenza y moral” que frenan los impulsos escatológicos, exhibicionistas y agresivos del sujeto, señaló a Télam el psicólogo Natan Sonis.
El especialista en salud mental marcó que una línea posible para acercarse al tema es la que plantea el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, sobre los “tres diques”, que “reconducen las pulsiones, las ganas y los deseos”.
Con el concepto de dique, Natan Sonis se refirió a construcciones psicosociales y culturales que también “se levantan” culturalmente según el contexto y la situación en la que se encuentre el sujeto.
El primer dique es el “asco“: existe un impulso escatológico en los niños/as “al hacer caca y querer meter la mano y ver si es dura o no”, pero los adultos “no lo hacemos por asco”, explicó. “El asco se construye en el psiquismo de tal manera que frena lo escatológico, porque la tendencia, lejos de ser tabú, es a conocer y probar”, añadió. Y si bien hay acciones que no se realizan “por asco” en un contexto determinado, no dan asco en la intimidad de una relación, por ejemplo, donde los diques son redibujados.
El segundo dique es la “vergüenza“: “un freno a los impulsos exhibicionistas”, que también es cultural y contextual.
El tercero, es la “moral“, un dique a los impulsos agresivos del sujeto, que nace para Freud en la capacidad empática para la descarga agresiva, es decir “no pego por miedo a que me peguen”, concluyó el psicólogo.
Entre las principales recomendaciones para regularizar las deposiciones, la bioquímica y el médico sugirieron: hidratarse en forma constante con agua para evitar la constipación; comer alimentos ricos en fibra como pan negro, vegetales, frutas con cáscara, que evitan la formación del bolo fecal (gran masa de heces duras y secas) y facilitan la defecación; caminar, el ejercicio favorece al metabolismo para evitar el estreñimiento; y cocinar la carne a más de 60° para evitar la ingesta de parásitos, como la larva de la Taenia saginata en la carne vacuna.
En Argentina, el cáncer colorrectal (CCR), un tumor maligno que se desarrolla en la última porción del tubo digestivo, el intestino grueso, es el segundo más frecuente: representa el 12,1% del total de casos de cáncer, informaron a Télam desde el Instituto Nacional del Cáncer del Ministerio de Salud.
Detectado en una fase temprana, las posibilidades de curación “son superiores al 90% y los tratamientos son menos invasivos”. “Fallecen cerca de 20 personas por día y, sin embargo, sigue siendo un tema tabú”, concluyó el médico.
EL “EJE” QUE UNE EL CEREBRO Y EL INTESTINO, Y EL VALOR DE LA MICROBIÓTICA
El eje cerebro-intestinal y la microbiota, anteriormente conocida como flora intestinal, son dos temas centrales para la salud humana que están en estudio y “se está empezando a ver que la microbiota tiene impacto sobre el sistema nervioso central”, explicó a Télam el jefe del Servicio de Gastroenterología de la Fundación Favaloro, Fabio Nachman.
“Hay una interconexión neuronal a través del sistema nervioso central y el tubo digestivo, que es el eje cerebro-intestinal, y hay otras conexiones como la microbiota, que genera metabolitos que van por la vía sanguínea y pueden tener impacto también en el sistema nervioso central”, detalló el especialista.
El aparato digestivo tiene una cantidad de neuronas muy importantes con funciones distintas de lo que es el sistema nervioso central con una cantidad similar a las del cerebro o cerebelo, agregó.
La microbiota colabora con muchas funciones como la síntesis de vitaminas y neurotransmisores. Está integrada por unos 40 trillones de microorganismos bacterias, virus, hongos, arqueas y protozoos, que superan ampliamente a los 30 trillones de células propias que tiene nuestro cuerpo.
“La microbiota depende de nosotros y nosotros dependemos de ella, es una simbiosis. Y existe en distintas partes del organismo, la más representativa es la del tubo digestivo”, sintetizó Nachman.
También se están estudiando otras entidades vinculadas al deterioro cognitivo como Alzheimer, esclerosis múltiple y Parkinson.
“Se está empezando a ver que la microbiota tiene impacto sobre el sistema nervioso central. Se está estudiando a nivel probiótico, pero tiene que ver con el estilo de vida y la alimentación”, concluyó el médico.
Los alimentos que favorecen la diversidad de la microbiota son los que tienen fibra: verdura, frutas, semillas, frutos secos, legumbres, los integrales. También alimentos fermentados como yogur, el kéfir, la kombucha, el chucrut, el kimchi, y los probióticos realizados en laboratorio con bacterias en cantidades determinadas.