Cuando un jardinero de 54 años acudió a una clínica dermatológica de Orlando con una erupción dolorosa y manchada, el Dr. Rajiv Nathoo le hizo cinco o seis biopsias. El sarpullido se extendía de las extremidades a la cara, pero los médicos anteriores no sabían qué lo causaba.
Estados Unidos: preocupa el aumento de casos de lepra
Los resultados de la biopsia confirmaron la corazonada de Nathoo, un diagnóstico que describió como algo “que se lee en los libros de texto”: lepra.
Sin embargo, el hombre no presentaba los factores de riesgo obvios que la mayoría de los médicos esperarían de esta infección tan difícil de contraer. Así que tras observar un grupo de otros casos en la zona, Nathoo, dermatólogo y director de la clínica Advanced Dermatology and Cosmetic Surgery Clinics de Orlando, empezó a sospechar que Florida central podría ser un foco inesperado de lepra.
Ahora, su equipo advierte a otros profesionales de la salud para que estén atentos a casos similares en la zona.
Según una carta de investigación publicada por Nathoo y sus colegas en la revista Emerging Infectious Diseases, Florida central registró una de las tasas más altas de lepra de Estados Unidos.
En 2020, se registraron 159 casos en todo el país, frente a los 200.000 nuevos casos anuales en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. De acuerdo con la nueva carta, en Florida central se registraron el 81% de los casos de Florida y casi 1 de cada 5 casos de lepra en todo el país.
También conocida como enfermedad de Hansen, la lepra está causada por la bacteria Mycobacterium leprae, que ataca los nervios situados bajo la piel. Los científicos no están completamente seguros de cómo se propaga, pero la mayoría cree que se transmite a través de gotitas cuando una persona infectada tose y estornuda. Los síntomas son lesiones y erupciones cutáneas entumecidas o carentes de sensibilidad debido a la afectación de los nervios.
Los armadillos de nueve bandas del sureste de Estados Unidos también pueden ser portadores de la bacteria, y los estudios genéticos relacionan las infecciones humanas con las cepas de lepra que portan los armadillos, aunque no siempre está claro cómo se encuentran los humanos con las bacterias que portan estos mamíferos. Muchos pacientes no recuerdan haber estado nunca en contacto con estos animales.
La enfermedad no se transmite por contacto casual, como dar la mano o sentarse junto a una persona infectada. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE.UU., el contagio requiere un contacto estrecho y prolongado durante varios meses con alguien que tenga lepra sin tratar. Aproximadamente el 95% de las personas no son susceptibles a la infección porque su sistema inmunitario está genéticamente programado para resistirla.
Por ello, la lepra es una enfermedad poco frecuente en Estados Unidos. Históricamente, la mayoría de los casos de lepra en EE.UU. afectan a personas que viajan a países con altos índices de la enfermedad o que se exponen a armadillos portadores de la enfermedad.
Pero hay casos en los que los médicos nunca saben cómo estuvo expuesta una persona.
“En algunos estados vemos más casos que en otros. Florida es uno de ellos”, afirma la Dra. Linda Adams, jefa de la rama de investigación de laboratorio del Programa Nacional de la Enfermedad de Hansen, un programa federal que coordina el tratamiento de los estadounidenses diagnosticados. “En todas estas zonas vemos casos que no podemos explicar. No hubo viajes al extranjero, por ejemplo, ni contacto con armadillos”.
El hombre de 54 años del nuevo informe dijo a sus médicos que nunca salió del estado de Florida y que no estuvo expuesto a armadillos ni tuvo una interacción prolongada con personas de países con altas tasas de lepra, aunque sí pasaba mucho tiempo al aire libre.
Alrededor del 34% de los nuevos casos entre 2015 y 2020 no tenían esos factores de riesgo tradicionales, según la carta de investigación. En cambio, las personas parecen haberse infectado localmente, un hallazgo que sugiere que la lepra se volvió endémica en Florida, dice la carta.
Los expertos coinciden en que la lepra se está haciendo endémica en la región. Pero eso no tiene por qué causar pánico en la salud pública, dijo la Dra. Nicole Iovine, epidemióloga jefe hospitalaria del Hospital Shands de la Universidad de Florida. “Endémica” significa simplemente que hay niveles regulares de una enfermedad en una región, pero no que las tasas estén aumentando, explicó.
“Todavía es muy raro”, afirma Nathoo. “Estas cifras siguen siendo relativamente superbajas aquí. No nos preocupa tanto”.
Sin embargo, Nathoo rastreó los historiales clínicos de 15 casos de lepra que se comprobaron por biopsia agrupados en el este de Orlando y el condado de Volusia en los últimos cinco años. Catorce de ellos no viajaron fuera de Estados Unidos, y ninguno está relacionado entre sí de ninguna manera.
Aunque existe una “fuerte predilección geográfica” por la enfermedad en el centro de Florida, los médicos tienen la idea errónea de que la lepra sólo afecta a las personas que nacieron en el extranjero o a las que estuvieron expuestas a armadillos de nueve bandas, según el Dr. Charles Dunn, autor del estudio y jefe de residentes de Advanced Dermatology and Cosmetic Surgery Clinics.
Dado que sus pacientes carecían de esos factores de riesgo tradicionales, Dunn cree que vale la pena disipar esas suposiciones. Aunque los armadillos son el “ejemplo de libro de texto”, no existe un vector perfecto de la lepra que la comunidad médica pueda señalar, añadió. Después de todo, la mayoría de la gente no tiene un contacto prolongado con armadillos de nueve bandas.
“Ese era el quid de nuestro trabajo, decir, ‘oye, este tipo entró en nuestra clínica. Le hemos diagnosticado, y cuando miramos nuestra base de datos de personas en Florida, parece que se agregan aquí'”, dijo Nathoo. “Es algo que hay que tener en cuenta”.
Aun así, el cúmulo de casos potencialmente endémicos en Florida central preocupa a Iovine. Si no se trata, la enfermedad puede paralizar las manos y los pies, provocar ceguera y acortar los dedos de manos y pies. La infección es curable, pero el tratamiento implica una combinación de antibióticos que se toman a lo largo de varios años.
Además, la curación puede no resolver problemas como las lesiones nerviosas o cutáneas en personas cuyo diagnóstico se retrasó, situación frecuente en EE.UU., donde los médicos no están acostumbrados a ver la enfermedad.
Uno de los retos de la lepra es la lentitud con la que crece la bacteria. Dependiendo del tipo de infección, según los CDC, pueden pasar hasta 20 años antes de que aparezcan síntomas como manchas pálidas y entumecidas, erupciones, úlceras y lesiones.
Teniendo en cuenta este retraso, puede resultar difícil rastrear el origen y la propagación de una infección de lepra. Y como la mayoría de los médicos “nunca verán un caso de lepra”, explica Iovine, al principio suele diagnosticarse erróneamente.
“Estoy segura de que hay pacientes que pasan meses sin un diagnóstico correcto”, afirma. “Yo diría que eso es mucho más la norma”.
En el informe del nuevo estudio, el paciente presentaba signos clínicos de lepra desde hacía cinco años, antes de acudir a Nathoo y someterse a las pruebas de detección de la enfermedad de Hansen. Antes de eso, múltiples proveedores de salud le dijeron que no estaban seguros de cuál era su enfermedad.
Los profesionales que detectan la lepra deben informar al departamento de salud del estado en un plazo de 24 horas, tras lo cual el Programa Nacional de la Enfermedad de Hansen envía antibióticos especializados a su consulta e inicia un proceso de rastreo de contactos.
“Los síntomas de la lepra suelen pasar desapercibidos, por lo que no entra en el radar del dermatólogo”, explica Adams. “No es lo primero en lo que piensan cuando ven algo así”.