Actualmente, en la provincia de Santa Fe hay 400 profesionales médicos cada 100 mil habitantes. Según las evaluaciones del campo, no se trata de una cifra adecuada, pero mal distribuída ya que afecta a especialidades como Pediatría, Medicina General, Clínica Médica, Terapia Intensiva, Obstetricia y Cirugía.
Formar un profesional médico lleva entre 12 y 14 años
Sobre esta problemática y el proceso de formación de los profesionales, Sur24 dialogó con Matías Candioti Busaniche, decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
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– Con todo siguen ingresando estudiantes a la carrera de Medicina.
– Por supuesto; no vemos una merma en el número de estudiantes. O sea que el deseo de ser médico es real. Lo que si observamos en los últimos años es un aumento en la matrícula de otras carreras que ofrece la facultad quizá con una salida laboral más rápida como Tecnicatura en Emergencia, Rescate y Trauma; Cosmiatría y Cosmetología y la Licenciatura en Obstetricia. Pero la carrera de Medicina sigue teniendo el mismo número que antes o más.
– ¿Cuántos años demanda la formación de un profesional de la salud?
– Nuestro plan de estudios es de seis años: cinco de actividades teórico-prácticas y el último de práctica final netamente insertada en efectores de primero, segundo y tercer nivel.
Es un 30 % que se recibe a los 6 años, pero el promedio es de 8. Y después, la especialidad demanda otros 3 ó 4 años y si se quiere hacer una segunda especialidad o una post básica son otros 2 ó 3 años. A un profesional insertarse en el mercado laboral activo y cierto le lleva 12 ó 14 años. Cuando se analiza la posibilidad de mejorar esto se buscan trayectos formativos más cortos atados a conseguir otras cosas y no a cumplir un plazo. Hoy se incorporan en educación de posgrado las Actividades Profesionales Confiables (Aproc) que es una manera de vincular una competencia que tiene que adquirir el residente con la práctica. También avanzamos en una fusión entre el grado en el 6° año y la realización de Aproc básicas. Es un desafío para la Universidad que después puedan ser reconocidas como parte de la formación del posgrado.
Esta es una de las posibles soluciones que aporta el sistema universitario.
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– ¿Se plantean nuevos desafíos en la carrera, nuevas problemáticas que a lo mejor dos décadas atrás no estaban tan presentes?
– Nuestra carrera tiene un plan innovado de aprendizaje basado en problemas con un abordaje interdisciplinario. No tenemos las clásicas asignaturas sino que, a partir de una situación-problema de la vida cotidiana, cada disciplina aporta su contenido. Eso abre otra forma de pensar y encarar los problemas de salud. Además, esta facultad apuesta mucho a la simulación. Fue una política institucional y nuestro Centro de Simulación y Educación Profesional es referencia en el interior del país, compitiendo con los mejores centros de gestión privada. Lo mismo proponemos para el posgrado: hoy no se visualiza la formación sin vincularla a la simulación porque es la que garantiza calidad de atención y seguridad del paciente.
– ¿Qué nuevos problemas han tenido que incorporar en la formación de Medicina?
– Los problemas son de complejidad creciente y el social es un tema que vemos siempre. La realidad socioeconómica del país no escapa a lo que uno puede ver porque nos enfermamos no solo por microbios, sino también por ser pobres, por no tener una buena calidad de vida, por no tener acceso a condiciones básicas. Eso lo estamos viendo mucho y también los estudiantes cuando comienzan a ver sus prácticas en comunidad y en terreno vienen muy angustiados por la situación.