Fuertes lluvias causaron estragos en la precariedad de Villa Moisés
[vc_row][vc_column][vc_column_text]Así como en diciembre de 2019 y enero de 2020, las inundaciones volvieron a visibilizar este jueves el asentamiento Villa Moisés, en la zona de calles Marenghini y Eva Perón del barrio Iturbide, donde se concentró la mayoría de los evacuados, quienes fueron trasladados al Estadio Olimpia y la Casa del Bicentenario.
Ante la gravedad de la situación se hizo presente -en medio de la tormenta- el intendente venadense Leonel Chiarella, quien se puso a disposición del medio millar de vecinos y tomó las primeras medidas en el marco de la emergencia, junto con Protección Civil y Bomberos.
Uno de los militantes sociales que desde fines de 2019 es un asiduo colaborador en la barriada, Juan Antonio Díaz, se mostró sorprendido por la magnitud de la inundación: “En las primeras horas el agua escurría bien, hasta que en un momento se empezó a inundar muy de golpe, como si se hubiera cerrado una compuerta”, graficó ante la consulta de Sur24, cuando los pluviómetros céntricos confirmaban 150 milímetros de lluvia. “Más aún nos llamó la atención porque el mes pasado las cuadrillas de Obras Públicas hicieron canalizaciones y limpieza en las zonas más complicadas, y esos trabajos fueron tranquilizadores para los vecinos, pero con estas lluvias intensas no alcanzaron esos esfuerzos y la consecuencia es la evacuación de decenas de personas y también los daños materiales”, lamentó Díaz.
Aun en la precariedad, en Villa Moisés hay unas cuantas casas construidas con ladrillos, pero son numerosas las familias que se encuentran en situación de vulnerabilidad extrema, con aberturas cubiertas por silobolsas que no resisten ni los vientos fuertes ni un chaparrón como el desatado este jueves 8.
Además de valorar la presencia de Chiarella en el barrio y de otros funcionarios en los centros de evacuación, Juan Antonio Díaz destacó “la actitud generosa y solidaria de la población, que enseguida se expresó a través de llamadas y mensajes consultando en qué podían colaborar”. Y agregó: “Más allá de una inundación, de dos o de tres, en Moisés ya no hay vuelta atrás en el camino de la integración social, sanitaria y educativa con el resto de la ciudad. Sólo es cuestión de tiempo”, auguró el activista social que anoche se calzó el delantal de cocinero e improvisó un humeante guiso para compartir.
Menos invisibles
A pesar del muy mal momento de este jueves, que podría repetirse viernes y sábado si se confirman las nuevas precipitaciones pronosticadas por el Servicio Meteorológico, está muy claro que los vecinos del sector ya no son invisibles como lo eran antes de aquellas inundaciones del penúltimo verano.
“Ya logramos un principio de urbanización a comienzos de febrero con apertura de calles en virtud del buen diálogo con la Intendencia y el Concejo -adonde presentamos un proyecto desde la Banca Ciudadana-, y también estamos en conversaciones con la Cooperativa de Electricidad y la Cooperativa de Obras Sanitarias en busca de regularizar la provisión de los servicios de energía eléctrica, cloacas y agua potable”, detalló con optimismo el dirigente, en compañía de Eve Paique, Bárbara Grbavac, Diego Tasello, Mariela, Ale y Sonia.
Sin dudas, el máximo objetivo del grupo de entusiastas militantes es, decisiones políticas mediante, legalizar la situación dominial de los terrenos ocupados en un bajo (son más de dos manzanas) en beneficio de las 200 familias.
“Semanas atrás se divulgó un relevamiento de la agrupación Ciudad Futura que es muy útil para comparar con el mismo trabajo de un año antes. En aquella ocasión casi la mitad tenía trabajo en blanco y ahora, después de la primera ola de la pandemia, los que mantienen el empleo (porque creció la desocupación) lo hacen en negro”, sintetizó. En contraste, puntualizó que casi el ciento por ciento de los niños menores de 12 años concurre a la escuela primaria. Esta misma encuesta verificó que en sólo un año la población del asentamiento creció un 18 por ciento. “Todas las semanas sigue llegando gente en busca de un lugar para instalarse, pero ya casi no hay espacios, ni tampoco nosotros queremos alentar la ocupación de terrenos. Pero es una situación muy difícil, porque es gente que no tiene dónde ir. Son todos oriundos de Venado, no es cierto que vengan de villas de emergencia de la Capital o el Conurbano, y la única excepción son algunos grupos de nacionalidad paraguaya que vienen para hacer trabajos de albañilería en la zona”, describió.
“Conviven unas cuantas familias que no pudieron sostener el pago del alquiler, pero cuentan con algún ingreso, y otras que sobreviven en la más absoluta indigencia, dependiendo de una asignación social o de la ayuda de vecinos. En el medio de esos extremos, algunos grupos familiares se fortalecen en la organización solidaria y los proyectos colectivos”, expresó Juan Antonio Díaz, conocedor como pocos de la delicada problemática social del asentamiento.
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“Más allá de una inundación, de dos o de tres, en Moisés ya no hay vuelta atrás en el camino de la integración social, sanitaria y educativa con el resto de la ciudad. Sólo es cuestión de tiempo”.
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