Golpe interno a las expectativas
Por Ignacio Hintermeister
Consolidar el gasto sin ajuste, acumular reservas sin devaluación, crecer sin reformas estructurales, sin las cuales hace 11 años que no vienen inversiones y la economía no crece ni genera empleo. La cuadratura del círculo no estará en el memorándum con el FMI; la inconsistencia implosiona en el Frente de Todos, ese dispositivo que fue exitoso en la elección presidencial pero que fracasó en el medio término y exhibe su ineficacia en la gestión de pobreza, inflación, desempleo, seguridad o educación.
Si el acuerdo con el FMI llega, si el Congreso lo aprueba entre el incierto albertismo y una oposición tentada en especular con un trauma culminante entre ortodoxia y kirchnerismo peronistas, aún así sería poco menos que insoportable -políticamente- para el presidente. Su enemiga íntima le reprocharía el acuerdo a cada paso. Cada tres meses la Casa Rosada debería someterse a revisiones para acceder al dinero que le permita pagar la cuenta y recomponer reservas, para no caer en el abismo.
¿Qué propone Cristina? En Tegucigalpa dejó en claro que no quiere el acuerdo con organismos multilaterales de crédito, a los que acusó de ser ajustadores que repliegan al Estado para que irrumpan narcotraficantes, donde ya no hay escuelas. Máximo Kirchner -mucho antes de renunciar a la presidencia del bloque del PJ en Diputados- planteó que deberían ser los seguidores de Mauricio, el culpable de la deuda, los que avalen un entendimiento de la Casa Rosada con el FMI.
La Venezuela autocrática y decadente, la teocracia de Irán que suprime derechos de las mujeres, Cuba y su dictadura sin libertades. Los regímenes amigos de la vicepresidenta no pueden garantizar más que pobrismo y sometimiento. Vladimir Putin está usando a la Argentina para venderle vacunas sin aval de la OMS, trenes eléctricos para vías sin electrificar o una usina atómica de tecnología contradictoria con la nacional. ¿Xi Jimping? El embajador Sabino Vaca Narvaja, hombre de prosapia montonera, reclamó el acuerdo con el FMI, del cual China es el tercer socio mundial, como condición para entrar en la geopolítica de la ruta de la Seda..
Tal vez el kirchnerismo juegue a romper todo, a echarle la culpa a Mauricio en lo inmediato, como especulación electoral. ¿Pero qué país sobreevendría? La diplomacia K es un camino al aislamiento que no tendrá financiamiento ni siquiera de Beijing y que se expone a una dinámica interna que convoca tentaciones autoritarias y manifestaciones rupturistas, cuando no violentas. No menos que eso es la marcha contra la independencia de poderes para voltear a la Corte desde la calle. Si los fallos a justicia no conforman a la vicepresidenta, ¿qué sigue?
El supuesto crecimiento de la economía es recuperación de lo perdido desde la pandemia y poco más. Poner tasas subsidiadas, pagar salarios privados desde el Estado y postergar vencimientos fiscales es como salvar la temporada dentro de un piletín al cual ya no se le puede cambiar el agua. Y no es para pasar la ola de calor… se trata del cambio climático.
La deuda en pesos que defiende Cristina capitaliza al 40% anual, se duplica por intereses cada dos años y constituye el 88% de los 364 mil millones (equivalentes) de dólares que tomó prestado el Estado Argentino para solventar su eterno déficit fiscal. El 70% de la plata que los bancos tienen en depósito de ahorristas es prestado al gobierno, que le resta financiación a la producción. Es una dinámica que aún sin contar los U$S 44 mil millones que tomó Macri, condena al Estado a una condición de zombie desesperado y depredador.
“Total la deuda en pesos…” Suena a amenaza de pagadiós soberano, de plan Bonex. Es una deuda más cara que la emitida en moneda dura: la divisa se actualiza -ahora con crawling peg- por encima del 2% mensual en un país que no controla la inflación, que sigue en niveles del 3%. El retraso cambiario sigue en proceso, el subsidio a las tarifas cuesta más de U$S 10 mil millones al año. El país importa gasoil y tiene ociosa la mitad de su capacidad de producción de biodiésel.
Cristina heredó de Néstor un superávit fiscal 1,2% del PBI (unos U$S 3 mil millones) y reservas por U$S 45 mil millones de dólares. Se fue de la Casa Rosada en 2015 con un déficit de 3,8% -según la cuenta más benévola- o el equivalente a 16 mil millones de dólares en un año, reservas que perdieron U$S 27 mil millones, cepo, atraso cambiario del 50%, corrupción en contratos estatales y enriquecimientos espurios. Al kirchnerismo, no hay campo que le alcance.
Macri fracasó en el gradualismo, recibió 14 toneladas de cascotazos cuando hizo cambios en el Congreso al sistema de jubilaciones (los de Alberto por decreto le quitaron más a los jubilados) y apuró un ajuste hasta alcanzar un 0,5% de déficit primario. La elección del Frente de Todos desarmó las expectativas y disparó los temores en los mercados; los números de Alberto son más graves que los de sus antecesores. Los salarios también perdieron, pero la CGT nunca se quejó y los movimientos sociales acechan con problemas dramáticos e ideologismos inconducentes, sobre arcas vaciadas.
Los temores afuera y adentro son certeza desde la resistencia explícita del kirchnerismo hacia el acuerdo con el Fondo. Son los que condenan la expectativa que puede generar el gobierno de Fernández, al que le quedan los respaldos de un puñado de gobernadores (al menos los que no hicieron acuerdos electorales con Cristina para llevar voces K al Congreso) y dos años de gestión.