Han Lim Moon: “La pandemia sirvió para acentuar la iglesia doméstica”
El pasado 26 de octubre se informaba a través de la Agencia Informativa Católica Argentina que el Papa Francisco había aceptado la renuncia de monseñor Gustavo Help, actual obispo titular de la Diócesis de Venado Tuerto y nombraba como sucesor a monseñor Han Lim Moon, quien desde febrero pasado estaba como obispo coadjuntor.
La dimisión de Gustavo Help llega por cumplir sus 75 años, edad en que generalmente se retiran de la actividad pastoral. El obispo emérito prestó su servicio a la diócesis desde 2001 y “en el último tiempo estuvo visitando todas las localidades y sacerdotes como una forma de despedida de sus hijos”, mencionó el actual titular Han Lim Moon en diálogo con Sur24, donde nos desarrolló desde su infancia en Suwon (Corea del Sur) hasta su llegada a Venado Tuerto, con el deseo de poder devolver la fe a muchos de los fieles.
¿Cómo fue su llegada a nuestro país?
– Nací en el año 1955, en Suwon. Allí crecí, hice el primario y el secundario ya lo desarrollé, desde los 12 años, en el Seminario Menor donde estuve seis años. Luego estuve tres años en el Seminario Mayor de la Facultad de Teología de Corea de Sur y cuando tenía 21 años con mi familia emigramos a Argentina y nos instalamos en Buenos Aires, donde llegué en el año 1976; al año siguiente, a 5 meses de mi arribo, entré al Seminario Mayor de la Facultad de Teología de Universidad Católica Argentina (UCA). Allí continué mi estudio teológico con muchísima dificultad porque no sabía el idioma y eso me interrumpió prácticamente dos años pero gracias a Dios pude terminarlo con mucho esfuerzo.
Fui ordenado como sacerdote en el año 1984 y estuvo trabajando con la Diócesis de Buenos Aires hasta hace 7 años como párroco y como capellán del Hospital Álvarez.
Después el Papa Francisco me nombró como obispo auxiliar de San Martín (en 2014) y a fines del año pasado me convoca como sucesor de monseñor Gustavo Help para esta diócesis.
¿En qué momento sintió el llamado de Dios?
– En Corea del Sur hay solo 9 por ciento de cristianos católicos y cuando mi madre se convirtió al catolicismo decidió bautizarme a la edad de 4 años. Ella me contaba que cuando terminó el bautismo yo dije que quería ser como él, indicando al sacerdote; entonces ella lo tuvo muy en cuenta y siempre me preguntaba si quería ser sacerdote y es por eso que me puso como monaguillo y después como sacerdote ofreciéndome la posibilidad del Seminario Menor; creo que ser un hombre de Dios viene en mí desde muy chiquito.
Una vez en Venado Tuerto, ya nombrado obispo coadjuntor fue presentado por la Iglesia a mediados de febrero de este año en una celebración, bajo protocolos, en el Prado de María donde Han Lim Moon fue conocido por la comunidad de su nueva diócesis.
¿Ya se considera parte de Venado Tuerto?
– Estoy muy contento en esta ciudad y con toda la diócesis, porque en comparación de lo que vivía en el Gran Buenos Aires aquí es mucho más tranquilo. El ritmo, la cantidad de personas es mucho más reducido y yo me considero un hombre tranquilo. La verdad estoy con muchas ganas de brindarme para esta misión específica que es anunciar a Cristo.
Llegó a la ciudad en un momento donde la pandemia del Covid-19 estaba muy presente, ¿cómo lo vivió la comunidad religiosa desde adentro?
– De parte de los sacerdotes era un desafío importante porque no se encontraba con la comunidad físicamente, fue lo mismo que les sucedió a los abuelos que no podían visitar a sus nietos o un papá que no pudo encontrarse con su familia.
Y en nuestro caso, no podíamos oficiar misas, bautismos ni la catequesis o la unción de enfermos. Y la necesidad nos obligó a transmitir las misas por las redes sociales o la televisión y en ese punto encontramos una veta nueva de comunicación con los fieles, porque cuando hay necesidad se empieza a desarrollar otra parte no explorada previamente.
Pero nos sentíamos bastante mal y también económicamente porque la iglesia se sostiene con la contribución de los fieles y hubo momentos en que nos sentimos bastante impotentes. Pero esta oportunidad nos hizo valorar el encuentro personal y la importancia de la familia; que cada papá y mamá mantiene la fe en su familia como una misión que antes tenían los catequistas o los sacerdotes. Ahora el que dirigía la oración era el papá, la mamá o alguien de la familia. Considero que está muy bien el protagonismo de los laicos en la misión de sostener a sus hijos en la fe.
Una vez transcurrido lo peor de esta pandemia, ¿cree que la gente se acercó más a la fe?
– Hasta ahora no notamos eso, casi diría lo contrario. Se acostumbraron a quedarse en casa y las personas mayores tienen un poco más de miedo y miran las misas desde sus casas. Sentimos todavía que no han vuelto a la presencialidad total, aunque pueden hacerlo con todos los cuidados, por supuesto.
La pandemia, creo que nos sirvió para acentuar la iglesia doméstica que es la familia y cada hogar tiene su responsabilidad de transmitir la fe a sus hijos. Y otra posibilidad que nos dio este tiempo fue que Dios pudo llegar a mucha más gente. Creo que de esta manera la iglesia descubrió otro medio para llegar a sus fieles.
Siendo quinto obispo de Venado Tuerto, ¿cómo cree que será su paso por esta misión tan importante?
– Yo pienso que no puedo hacer una comparación con los 19 años que estuvo monseñor Gustavo Help pero creo que para la diócesis fue positivo porque hasta ayer (25 de octubre) éramos dos obispos visitando a las comunidades. Y este año me dio la impresión que monseñor Help visitó mucho más lugares que años anteriores porque, de alguna manera, sabiendo que cumplía 75 años y se retiraba quería visitar y despedirse como un gran esfuerzo de todos sus hijos.
Y yo hice bastante visitas con él a todas las localidades. Él quería despedirse y yo quería conocerlos.
Y respecto a mi titularidad creo que diferencias va a ver evidentemente, porque monseñor Gustavo no es asiático y cada persona es diferente dentro de la fe y de la modalidad de transmitirla.
Un mensaje para la comunidad de la Diócesis venadense
– A los hijos espirituales en la fe lo exhorto y animo a que vuelvan a la fe. Porque cuando falta es como perder norte de la vida; el hombre no es activista solamente, tiene que tener algo en el interior de su corazón, de su mente y cuál es el sentido de la vida y eso lo ilumina la fe.
La fe es como una brújula que nos guía interiormente por donde tenemos que caminar y no es la práctica piadosa sino que nos va marcando por donde rumbear nuestra vida.
NOTA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA DE SUR24 DE ESTE LUNES 1 DE NOVIEMBRE