“La salud de las poblaciones sudamericanas se está viendo gravemente afectada por los crecientes cambios medioambientales provocados por el cambio climático. Exacerbados por el aumento de las desigualdades sociales y la vulnerabilidad, la deforestación, la degradación de la tierra y las variabilidades climáticas globales en la temperatura del mar, pueden conducir potencialmente a fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, magnificando los efectos negativos del cambio climático sobre la salud”. Esta es apenas una de las definiciones del reporte presentado a fines de marzo por Lancet Countdown Sudamérica (LCSA), en base a la investigación de The Lancet enfocada en la región.
Informe regional: El cambio climático está perjudicando la salud de los sudamericanos
El informe reúne el trabajo de 21 instituciones académicas y organismos de las Naciones Unidas con 28 investigadores que representan diversas disciplinas para 12 países de Sudamérica, incluida la Argentina.
La comunicación, que desde ahora se realizará de manera anual, ofrece datos científicos sobre las amenazas inmediatas para la salud que plantea el cambio climático en Sudamérica, los planes de adaptación sanitaria desarrollados en la región, la necesidad de acelerar los esfuerzos hacia una transición sin emisiones de carbono, la brecha financiera existente para hacer frente a la carga del cambio climático sobre la salud en la región y el compromiso político y público que existe en la región respecto de estos temas.
En relación con el primer punto, se confirma la presunción de que los efectos adversos del cambio climático sobre la salud se están acelerando y esta tendencia “no hará más que continuar si no se toman medidas inmediatas”.
Pero, ¿cómo se manifiesta esta afectación? Aquí, algunas conclusiones.
– En los últimos diez años, las olas de calor, más frecuentes e intensas, han puesto cada vez en más peligro la salud y la supervivencia de los infantes menores de un año y de los adultos mayores de 65 años.
– Desde el año 2000, el número estimado de muertes relacionadas con el calor ha aumentado continuamente entre las personas mayores de 65 años en casi todos los países. Brasil, Argentina, Colombia y Venezuela fueron los países más afectados de la región.
– Las altas temperaturas están limitando, cada vez más, la productividad de los trabajadores, socavando los medios de subsistencia de las personas y agravando los efectos de la crisis económica que afecta a muchos países de la región. Los sectores de construcción y agricultura los más gravemente afectados, con un 68% de las pérdidas totales en la región.
– La exposición de la población al peligro de incendios forestales ha aumentado en la última década debido a las altas temperaturas y a la mayor incidencia de sequías en muchas zonas; esto es particularmente relevante en la región que se enfrenta a una peligrosa interacción entre los incendios provocados por el hombre -más estrechamente relacionados con los cambios en el uso del suelo y la deforestación, como en el Amazonas- y los provocados por el clima, como el incendio forestal de 2022 en Argentina y Paraguay.
– El cambio climático ejercerá una presión adicional sobre los sistemas alimentarios, lo que resulta especialmente preocupante en Sudamérica, donde 168.7 millones de personas sufren inseguridad alimentaria moderada o grave.
– El cambio de las condiciones medioambientales, que incluye sequías más intensas y prolongadas, fenómenos meteorológicos extremos, temperaturas más altas y mayores concentraciones de CO2 en la atmósfera, está afectando al crecimiento, el rendimiento y el contenido nutricional de varios cultivos, incluidos cuatro cultivos básicos (trigo, arroz, maíz y soja). En 2021, la duración de la temporada de crecimiento de estos cuatro cultivos siguió una tendencia a la baja, lo que supone una amenaza potencial para el rendimiento de las cosechas.
Acciones de adaptación
En el informe se advierte sobre la importancia de “comprender, evaluar y hacer un seguimiento de los impactos en salud del cambio climático y de los beneficios colaterales para la salud de las acciones climáticas”.
Sin embargo, “como reflejo de la insuficiente planificación para la adaptación sanitaria, los países sudamericanos no están ofreciendo respuestas de adaptación proporcionales a los crecientes riesgos a los que se enfrentan sus poblaciones”.
Las acciones de adaptación, como la ampliación de los espacios verdes urbanos, el fortalecimiento de los sistemas de salud y la construcción de infraestructuras esenciales más resilientes, tienen el potencial de reducir los impactos sanitarios relacionados con el clima y promover la salud y el bienestar. No obstante, “de los 73 centros urbanos examinados en 2021, el 84% tenía niveles muy bajos o excepcionalmente bajos de áreas verdes y solo doce (16%) tenían niveles moderados de áreas verdes”.
Además, los sistemas de vigilancia, alerta y respuesta tempranas deben aplicarse en colaboración con las agencias meteorológicas y adaptarse a los riesgos sanitarios locales, para informar sobre la prevención y la respuesta adecuada a los peligros sanitarios relacionados con el cambio climático. Aquí se apunta que “sólo dos países de Sudamérica (Argentina y Brasil) informan de la incorporación de información climática para los sistemas de alerta temprana contra el calor en sus sistemas de salud. El de Argentina ha sido el único que se ha puesto en marcha y evaluado”.
Transición energética
El otro gran tema es la transición con cero emisiones de carbono y para ello se deben acelerar medidas como reducir el cambio de uso del suelo vinculado a la deforestación, descarbonizar el sistema energético y de transporte, y aumentar el uso y producción de energías renovables. En Sudamérica, las emisiones están relacionadas principalmente con los cambios en el uso del suelo (24%), la agricultura (28%) y la producción de energía (39%).
“Resulta preocupante que, a pesar de los peligros que la continua dependencia excesiva de los combustibles fósiles supone para las poblaciones de los países del Sur, los países de la región sigan ofreciendo incentivos financieros al consumo de combustibles fósiles, obstaculizando la transición hacia fuentes de energía limpias y renovables”, se advierte en este apartado que incluye, también, a la Argentina.
Otro gran bloque del reporte lo constituye la recomendación para asumir compromisos financieros serios para responder a los retos que impone el cambio climático. En este punto se hace un llamado de atención: “Las grandes sumas de dinero destinadas a subvencionar los combustibles fósiles demuestran que, en general, hay fondos disponibles, pero que no se están destinando a actividades que permitirían un futuro seguro y saludable”.
Por último se convoca al apoyo de actores y sectores clave de la sociedad, como los responsables políticos, científicos, medios de comunicación y el público en general. “Comunicar eficazmente la ciencia sobre los vínculos entre el cambio climático y la salud es fundamental para cambiar la percepción pública, generar demanda pública de acción e informar sobre la implementación de políticas de adaptación y mitigación basadas en evidencia que maximicen los beneficios para la salud”, evalúa el reporte.