(Por Nancy Balza) – En el año 2020 ninguna vacuna del calendario nacional superó, en ningún grupo etario, el 80 % de cobertura a nivel nacional. Ese fue el año de inicio de la pandemia y de numerosas medidas que concentraron esfuerzos sanitarios en la atención y contención del Covid-19. Pero la caída en la adhesión a las vacunas ya venía de antes: 2019 fue el año en el que se alcanzaron las coberturas nacionales más bajas de la última década, previo a la pandemia, con un promedio de 10 %.
Inquieta la caída en la vacunación del calendario obligatorio
Este es el diagnóstico al que se llegó luego de un exhaustivo análisis por franja etaria, por vacuna y por jurisdicción y fue publicado en distintos documentos del Ministerio de Salud y sociedades científicas.
Mientras tanto, el Calendario Nacional de Vacunación (CNV) de Argentina contempla 20 antígenos vacunales que forman parte de vacunas regulares, gratuitas y obligatorias para todas las etapas del ciclo de la vida.
¿Por qué importan estas cifras y porcentajes? Porque implican “una significativa cantidad de la población objetivo que no ha sido alcanzada por los servicios de inmunizaciones y, por ende, un incremento sustancial de individuos susceptibles que, acumulados con los susceptibles de años previos, generan un escenario que predispone y favorece la aparición de brotes, reemergencia o reintroducción de enfermedades prevenibles por vacunación (EPV) que se encuentran controladas o eliminadas en nuestro país”. En síntesis, aumenta la posibilidad de que se vuelvan a registrar casos de enfermedades que se daban por desterradas.
Como es habitual, las respuestas llegaron avaladas y acompañadas por numerosos documentos, entre ellos, el Informe sobre el “Impacto de la pandemia por SARS-CoV-2 en las coberturas nacionales de vacunación de Argentina”, de diciembre de 2021; un documento conjunto de la Sociedad Argentina de Vacunologìa y Epidemiología (SAVE), la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), Asociación Argentina de Microbiología, Sociedad Argentina de Pediatría y Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica, y “Coberturas de vacunación un desafío para el pediatra”, de la Sociedad Argentina de Pediatría y Unicef.
– ¿Por qué es importante la vacunación?
– Es una estrategia de prevención primaria y significa que nos anticipamos a la exposición a las enfermedades y, de ese modo, logramos desarrollar en forma activa, es decir, por una producción propia, anticuerpos que logran defensas de modo de no padecer una infección ni desarrollar una enfermedad, o desarrollar formas más leves de una enfermedad que puede tener riesgo de complicaciones y muertes.
– ¿Por qué tenemos que preocuparnos si baja la cobertura de vacunación?
– La cobertura vacunal indica la proporción o porcentaje de personas de determinada edad: niños, niñas, jóvenes, adultos y adultos mayores que se encuentran protegidos para determinada enfermedad. Para la mayoría de las infecciones de las que tenemos vacunas en el calendario, la proporción tiene que estar arriba del 90 ó 95 % para determinar una protección individual. Pero, sobre todo, este porcentaje tan alto genera una protección colectiva o de rebaño que limita o frena la posibilidad de diseminación de agentes infecciosos en la comunidad. Por eso se dice que la vacuna es una protección individual pero, sobre todo, una protección solidaria y comunitaria.
Por ejemplo, en enfermedades como tétanos, rubeola, sarampión, meningitis por haemophilus, Hepatitis A, gracias a la incorporación en el calendario de vacunas gratuitas y obligatorias logramos que no estén presentes o lo hagan de una forma aislada.
– ¿Cuál es la franja etaria que presenta menor cobertura o una baja más pronunciada?
– La franja etaria más preocupante es la de los niños y niñas menores de dos años, sobre todo el grupo entre el año y los 2 años. En los más chicos la preocupación está vinculada con que el riesgo de enfermarse y de complicaciones es mayor que en un niño más grande, un adolescente o un adulto.
Existen distintos motivos por los cuales las personas no se han vacunado o no completaron la pauta vacunal. En los grupos de los más chicos, los controles periódicos de salud son un estímulo importante para verificar el carné de vacunas. Estas coberturas venían bajando en 2018 y 2019; durante la pandemia, al cerrarse servicios, reubicarse personal, por el miedo de la gente, por la dificultad para acceder a los efectores de salud, se suspendieron muchos de esos controles. Pero no solo preocupa la cobertura vacunal sino también el control de peso y talla, la valoración de la alimentación, la evaluación de los vínculos y todo lo que hace, en conjunto, al desarrollo infantil. En el marco de políticas integrales, todas las estrategias destinadas a este grupo son importantes.
– ¿Cómo se puede estimular la adhesión a esta práctica sanitaria?
– Depende de los grupos de edad y de las dificultades que se identifican. Si la dificultad radica en el acceso a los efectores de salud, hay que revisar los horarios, los días, la capacitación del personal, si existen mitos o falsas contraindicaciones. Se pueden pensar estrategias vinculadas con los fines de semana o propuestas integradas de tipo recreativas.
Si el tema está vinculado con cuidadores, hay que revisar por qué no vacunan a los niños. Esto puede estar relacionado con la representación que tengan de la enfermedad, la falta de percepción del riesgo o el temor a los efectos adversos. Entonces, habrá que trabajar con talleres y difusión en redes y medios de comunicación para lograr la adherencia de las personas.
La Argentina no tiene un grupo importante de personas antivacunas, sino que estos grupos están focalizados. Lo que existe es reticencia o vacilación que se tiene que trabajar sobre todo con la comunicación y el vínculo o empatía entre el equipo de salud y las familias.