Historia del primer inmigrante en los Campos del Venado Tuerto
James Turner Hunter, el escocés que sembró los cimientos de la colonización
Mauro Bertozzi ultima detalles de la obra “Del Hinojo a la Santa Rosa”, una biografía que rescata la figura del farmer escocés que, junto a su familia, echó raíces en tierras inhóspitas antes del trazado oficial del pueblo.
En coincidencia con el 141° aniversario de la fundación de Venado Tuerto, el escritor e historiador venadense Mauro Bertozzi anunció la próxima publicación de la obra titulada “Del Hinojo a la Santa Rosa”, una biografía de James Turner Hunter -conocido en estas llanuras como Santiago Turner-, un escocés que, junto a su familia, clavó el mástil de la colonización en los “Campos del Venado Tuerto”. Fue el primer inmigrante en llegar y hacerse cargo del asentamiento primario, incluso antes de que se amojonara el trazado original del pueblo de Venado Tuerto a cargo de Ralph Arthur Warner.
Turner era un farmer contratado por Eduardo Casey en la década de 1880 para establecer las primeras comodidades en las 72 leguas adquiridas al gobierno provincial. En esta tierra de querandíes, luego sometida por la Araucanía y convertida en escenario de la Conquista del Ejército argentino, Turner adquirió una fracción de las tierras rematadas por la Compañía Adolfo Bullrich, donde construyó su propia casa-estancia y desde allí administró los primeros recursos para la vida en la zona.
Contra el olvido
Poco se sabía de James Turner y de su esposa Marie Casey. Apenas un par de páginas mencionadas por Eduardo Huhn en el ya conocido libro que narra los inicios de Venado Tuerto, editado en 1933, y algunos datos dispersos que Leoncio de la Barrera rescató en su revisión histórica de 1962. Estas referencias apenas resquebrajaban la superficie de este inmigrante agricultor que, en su formación, supo aprovechar las enseñanzas de la Revolución Industrial. Sin dudas, el objetivo de la nueva obra de Bertozzi es rastrear y bucear en esos mares del siglo XIX para intentar sostener datos fehacientes, y así ofrecer a James y su familia una visibilidad que la historia local les había negado.
Para revertir esa situación, suma esta biografía a un proyecto más amplio de recuperación histórica de los fundadores y pioneros de Venado Tuerto. Así lo hizo con “Linaje francés en la pampa” (2023), sobre Alejandro Estrugamou, y lo continúa con lo que denomina el “Atlas mayor de Casey”, un ensayo ambicioso sobre los éxitos y fracasos del fundador del pueblo. Juntas, estas tres obras apuntan a conformar un “triunvirato” histórico y simbólico para la región: Casey, Turner y Estrugamou.
Zona de fortines
“Del Hinojo a la Santa Rosa” hace referencia al lugar preciso donde se asentó la primera familia escocesa en estos campos. La figura de Turner permite comprender la estrategia de Casey para este territorio, que en el siglo XIX oscilaba entre los malones y el ejército. Al llegar, Turner utilizó como referencia el antiguo fortín “Hinojo”, una de las fortificaciones de la línea de frontera sur erigida por orden del Supremo y ejecutada por el coronel Mitre. Junto a dos de sus hijos, Turner demolió el fortín en desuso y levantó la primera edificación de los “Campos del Venado Tuerto”, que llamó Estancia “El Hinojo”, en homenaje al lugar. Más adelante, la rebautizó como “Santa Rosa”, en honor a su hija Rosa Turner Casey, quien años después se casaría con Alejandro Estrugamou.
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Material histórico
El libro aborda el final de la conquista en la región, la llegada de los escoceses a la Argentina, el legado de Turner en otras provincias, y su misión en estos campos, así como la trascendencia social de su familia en el inicio de la colonización. El rescate de fotografías de época enriquece el relato, junto a una investigación inédita sobre la construcción del fortín Hinojo, donde el autor plantea una teoría sobre el patrón constructivo utilizado por el ejército argentino, que se repite en otras fortificaciones similares del país.
Las preguntas siempre fueron más agudas que las respuestas en torno a la figura de Turner. Como dice el autor, una de ellas lo desvela desde siempre, y deja abierta la puerta a nuevas especulaciones con más incógnitas que certezas: ¿qué fue lo que le ofrecieron a Turner y a su familia para que, con 51 años de edad, decidiera instalarse en un desierto sin ninguna comodidad?
Otra de las preguntas que impulsaron la investigación es la ausencia de material fotográfico de James (Santiago). La historia parece no haberle dejado lugar en sus 85 años de vida para recordarlo, ni en sus labores ni en su entorno familiar. Apenas sobreviven un par de daguerrotipos y algunas firmas en actas fundacionales. El resto es su legado tangible: una obra agrícola, caracterizada por su tecnificación, que permanece como huella indeleble en estos campos.