Un pueblo dentro de una ciudad
La cárcel de Coronda cumple 90 años y suma miles de vivencias
Una historia con mucho contenido, dolor y empleo, que los corondinos han aferrado como su principal fuente laboral.
(Por Juan Manuel Peratitis) - Todo era distinto. Es una frase de Perogrullo, pero así era por dentro y por fuera. Pasó casi un siglo ya y si bien la ciudad de Coronda no explotó demográficamente en nueve décadas, sí ha tenido un cambio tan grande que en 1933 era comuna y en este 2023 es una ciudad con más de 20.000 habitantes, cuatro veces más que hace 90 almanaques.
En aquel tiempo el Instituto Correccional Modelo recién inaugurado no tenía una sola casa alrededor, estaba en el medio del campo, y hoy está rodeado de viviendas incluso al sur donde tiempo atrás nadie quería comprar terrenos porque estaba demasiado cerca del penal.
Desde 1909 se pensó en Coronda como sede de una penitenciaría sin saber que eso cambiaría incluso la idiosincrasia de sus habitantes, para siempre.
Los primeros pasos
Nació tras un proyecto presentado por el diputado Rafael Biancofiore en 1909 que señalaba la necesidad de crear una cárcel en un punto equidistante entre Rosario y Santa Fe, eligiendo el lugar en Coronda. En 1915 se adquirió el terreno, en 1922 se destinaron los fondos para iniciar la obra, en 1923 se llamó a concurso de planos y anteproyecto, aprobados en 1926 y en 1927 se firmaron los contratos con las empresas constructoras.
El presidio funciona desde 1933, cuando fue fundado como "cárcel modelo auburniano", ya que adquirió el sistema carcelario de Auburn (EE.UU.).
Antigua formación de empleados del lugar. Foto: Archivo.
La denominada inauguración que en realidad fue el ingreso de la primera guardia armada, fue a las cuatro de la tarde del viernes 12 de agosto de 1933 y contó con los agentes Joaquín López, Eloy Garcías, Ambrosio Godoy, Juan Ramos, Juan Carrillo, Pedro Garita, Juan Mazzuchini, Francisco Billordo, Julio Alzurria, José Cassanelli, Juan Alderete, Carlos González, Ramón Ojeda, Pedro Montiel, siendo subteniente Cristóbal González y Cabo 1º Delfín Ferreyra. En aquel momento había 520 presos en el momento más álgido, hoy hay 5 veces más en la misma superficie.
Siempre en el recuerdo
Don Federico Victorio Malisani falleció en 2006 a los 95 años no sin antes haber contemplado gran cantidad de desfiles, el último de ellos en 2003 cuando el penal que le dio su sustento laboral cumplía 70 años.
El Litoral dialogó con uno de sus hijos, Rubén Malisani, quien recordó todo lo que su padre le contó cada vez que pudo: “Mi papá ingresó en 1935, fue jefe de Pabellón en la guardia y al tener conocimientos laborales, pasó a los talleres de mantenimiento que servían enseñarles a los internos un oficio. Fui testigo cuando los reclusos salían en libertad y venían a agradecerle haberles enseñado. Él instruía a soldar, herrería, todo para mantenimiento adentro de la unidad, no como el IAPIP que hoy además comercializa lo que se hace”.
Malisani recuerda que su padre le contaba que “esa labor terapia era muy interesante, y los internos lo disfrutaban. Antes, fue guardiacárcel propiamente dicho. Era una tarea más complicada, porque los presos de esa época no eran tan jóvenes como hoy, eran mayores, y a veces con serios conflictos, enfrentaban al empleado que tenía que actuar. Se comentaban mucho esas anécdotas con vecinos que fueron empleados como Vallone o Flury, por nombrar dos. Igualmente se sentían orgullosos de tener ese trabajo”.
En cuanto a su anterior ubicación, el vecino recordó que “la cárcel estaba lejos de la población y mi papá iba caminando por la calle Belgrano, de una sola mano, a la que le decían el ‘asfaltito negro’, no faltó nunca en sus 20 años de trabajo. Habrá pedido el día cuando nacieron sus hijos supongo -risas-. En el taller era muy apreciado por los directores de turno, le encargaban trabajos y hasta le daban empleo afuera”.
Agregó el entrevistado que “él tenía a la cárcel siempre presente. De jubilado del Servicio Penitenciario siguió trabajando en su oficio y en otras cosas, iba a los actos, siempre lo tuvo presente. En aquellos años nuestros, teníamos la Escuela Normal o la Nocturna, así que los cuatro hermanos estudiamos y a los 18 años ya éramos maestros y salíamos a trabajar. Él, con su trabajo penitenciario nos hizo estudiar a todos y siempre fue su orgullo”.
Entre lo vivido como hijo de uno de los pioneros de la cárcel de Coronda, y la actualidad, Malisani reflexionó: “La cárcel ha cambiado mucho. Es otra cosa en algunos aspectos. Igual, por lo que veo, la cárcel de Coronda sigue siendo modelo, con labor terapia, para que los presos aprendan oficios, es un orgullo como hijo de penitenciario que exista una cárcel… si bien muchos piensan que no es positivo, podríamos tener industrias, sí, pero la estabilidad del empleado carcelario no se puede comparar con los trabajos privados, yo lo viví en Villa Constitución”.
Cuando la Cárcel se habilitó en 1933 generó rechazó también. Hoy ocurre algo similar con la Cárcel Federal, próxima a inaugurarse, pero el trabajo de penitenciario en Coronda ya es parte de la identidad local: “Si bien ha habido muchas reacciones para evitar que se instale; si eso va a traer trabajo bien remunerado, y que la familia viva con normalidad y sin contratiempos, está bien. Ser agente es una opción, pueden elegir. No deja de ser interesante, pero hoy son profesionales, no cualquiera lo hace, hay que tener secundario y capacitarse. Son exigentes, lo sé por un sobrino nieto que está haciendo el curso de oficiales” y finalizó diciendo que “en la época de mi papá, él entró con buena voluntad, predisposición y se aprendía trabajando. Ni siquiera necesitaban la primaria completa. Pero se hacían oficiales o suboficiales trabajando, en el andar”.
Historia y actualidad
En los ‘80 se bautizó a la unidad con el nombre de Dr. César Tabares, en homenaje a un abogado y militante peronista desaparecido el 6 de enero de 1977, y de quien no se supo más nada.
En los oscuros años ‘70, más precisamente entre 1976 y 1979 especialmente, la Cárcel de Coronda fue sede de Gendarmería y de torturas de todo tipo que culminaron con un juicio de lesa humanidad en 2018 con condenas a tres jerarcas.
Características
La cárcel tiene una superficie de 224.750 m², de los cuales 93.337 m² se encuentran dentro de los muros. Estos tienen una altura de 6 m y se extienden por 1.127 m de longitud -11 cuadras-, con un total de 11 garitas. El punto más alto es el torreón, con 41 metros. Actualmente se divide en dos: ala norte y ala sur. En estos se encuentran divididos pabellones exclusivos para rosarinos y otros tantos para santafesinos, los cuales fueron reasignados desde la masacre del 12 de abril de 2005.
La cárcel cumple 90 años con un poco más de 2.000 reclusos. Foto: Archivo.
En la actualidad, la Unidad 1 tiene 2.320 presos -varias veces se denunció la superpoblación-, indudablemente que puede hablarse de “un pueblo dentro de una ciudad”, ya que entre los reclusos y los empleados que circulan a diario, cada jornada tiene más de 3.000 personas intra muros, mucha más gente que casi la mitad de las comunas santafesinas.
En la provincia hay cerca de 4.000 empleados del SP –cerca de un 20% son corondinos-, por eso, entre las cuatro localidades que más trabajadores aporta, Coronda es una de las que históricamente más lo ha hecho y esto queda demostrado cada vez que hay convocatorias laborales donde cientos de jóvenes conciudadanos se inscriben esperando por un trabajo que acarrea muchos dolores de cabeza pero que en líneas generales es elegido por “el sueldo fijo, porque da posibilidad a los jóvenes, porque es trabajo seguro, tiene buena obra social y aportes jubilatorios”.